El domingo tuve el regalo de compartir la santa misa con unas chicas discapacitadas mentales de una fundación que las lleva y se ocupa de ellos..verlas comulgar, cómo se cuidan una a la otra y cómo me llenaban el alma, hizo que no quitara los ojos de ellas y de agradecer por sus vidas.
Yo pienso, qué a gusto entraria el Señor en el cuerpo inocente y puro de esas pequeñas discapacitadas, qué diferencia con los que lo reciben dispuestos de forma tan diferente.
¡Como te entiendo, Vero! Es un regalo el mirar a unas personas tan puras que nos dejan ver a Jesus en sus ojos.