Fiesta de la Visitación de la Virgen a su prima Isabel

Cuando pienso que he estado en la casa de la prima Isabel..imaginando que la Virgen fue allí a verla..y subió con prisas a la montaña.

La Iglesia Católica celebra este 31 de mayo la fiesta de la Visitación de la Virgen María a su prima Isabel, a quien acompañó y sirvió durante tres meses estando ambas embarazadas, de Jesús y de Juan el Bautista, respectivamente.

El relato evangélico da cuenta del episodio en el que la Madre de Dios saluda a Isabel y ella, «llena del Espíritu Santo» contesta: «¿De dónde a mí que la madre de mi Señor venga a mí?».

En una de sus catequesis sobre este episodio de la vida de Jesús, el Beato Juan Pablo II explicaba que «con la expresión ‘mi Señor’, Isabel reconoce la dignidad real, más aún, mesiánica, del Hijo de María. En efecto, en el Antiguo Testamento esta expresión se usaba para dirigirse al rey y hablar del rey-mesías».

«El ángel –prosigue el Papa polaco– había dicho de Jesús: ‘El Señor Dios le dará el trono de David, su padre’ Isabel, ‘llena de Espíritu Santo’, tiene la misma intuición. Más tarde, la glorificación pascual de Cristo revelará en qué sentido hay que entender este título, es decir, en un sentido trascendente».

El Papa Wojtyla precisa que «Isabel, con su exclamación llena de admiración, nos invita a apreciar todo lo que la presencia de la Virgen trae como don a la vida de cada creyente».

En el año 2001, Juan Pablo II hacía la siguiente reflexión sobre esta fiesta: «es muy significativo que en el último día de mayo se celebre la fiesta de la Visitación. Con esta conclusión es como si quisiéramos decir que cada día de este mes ha sido para nosotros una especie de visitación. Hemos vivido durante el mes de mayo una continua visitación, como la vivieron María e Isabel. Damos gracias a Dios porque la liturgia nos propone de nuevo hoy este acontecimiento bíblico».

Una de las oraciones que los católicos rezan hoy a la Madre de Dios es la siguiente: «Dios todopoderoso, tu que inspiraste a la Virgen María, cuando llevaba en su seno a tu Hijo, el deseo de visitar a su prima Isabel, concédenos, te rogamos, que, dóciles al soplo del Espíritu, podamos, con María, cantar tus maravillas durante toda nuestra vida. Por Nuestro Señor Jesucristo. Amén».

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