Familia santa y feliz

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image004  familia Santa y feliz

Jano e Inma son un matrimonio del Camino Neocatecumenal. Son padres de 7 hijos, 6 chicas y 1 chico. En la reciente fiesta del Corpus Christi, contaron su historia, hicieron una oración-testimonio ante los miles de fieles madrileños congregados en la Plaza de Oriente. Su relato no dejó indiferente a nadie, ni siquiera a ellos mismos. «Aquel día nos sentimos una familia tocada por Dios. Sentimos la bendición y la oración de la Iglesia de Madrid». Aquella tarde la vivieron como «un último regalo», antes de acompañar a la quinta de sus hijas al convento de clausura de Lerma. Publicamos de manera íntegra el relato que hicieron Inma, Jano, y su hija Elena, días antes de ingresar en el convento de las clarisas.

Inma: Señor, hoy estamos delante de Ti para darte las gracias por todo lo que has hecho con nuestras familia. Tú lo sabes bien, no siempre ha sido fácil.

Cuántas veces te he preguntado: ¿qué quieres?; ¿para qué nos envías tantos hijos?, ¿por qué el paro (desempleo) de jano?; ¿para qué el cáncer del niño?; ¡Que difíciles fueron los embarazos de los 7 hijos!; ¡Cinco nacieron por cesárea!

Cada hijo venía con un sufrimiento añadido porque nos atacaban, en la familia, en el trabajo, en algunos ambientes que se llaman cristianos…,¡hasta los médicos que me atendían!

Jano: Señor, cada nuevo embarazo, había médicos que me trataban como si fuera un asesino y me preguntaban cuando llegábamos al centro sanitario: ¿otra vez por aquí?; ¿pero usted qué es lo que quiere?; ¿matar a su mujer?

Y nos echaron de la Seguridad Social porque nos negamos a firmar un papel autorizándoles a ligar las trompas a Inma.

Nos llamaban integristas y no sé cuántas cosas más.

Al final, acudimos a un ginecólogo con sentido cristiano y decidimos seguir tus planes, aunque (perdónanos Señor, a veces tampoco nosotros, ni Inma ni yo, los entendíamos. ¡Seis chicas y por último un chico! No me lo esperaba, Señor, y me asombraban tus planes.

Inma: Poco a poco fue pasando el tiempo y nuestros hijos fueron creciendo…los problemas de pañales se convirtieron en rebeldías, en querer encontrar respuestas, a veces equivocadas, al deseo que tenían en el corazón.

Una de nuestras hijas, Esther, cuando estudiaba enfermería, pasó por unos momentos difíciles. Entonces le aconsejamos que fuera unos días de descanso a la hospedería de un convento de clausura. Antes de irse, nos dijo que iba con la intención de demostrar a las monjas que Dios NO existía. ¡Que Tú, Señor, no existías!

Y lo que sucedió es que, pocos meses después, no sólo te encontró, sino que decidió hacerse monja de clausura y entrar en el convento de las Clarisas de Lerma.

Jano: ¡Y se montó de nuevo el escándalo!: ¿La vais a dejar ir, ahora que está en la plenitud de la vida?; «¿Estáis locos?»

Pero aunque a mi mujer y a mí, nos costaba mucho, nosotros sabíamos, Señor, que esa era una nueva forma que tenías de bendecirnos. Se fue al convento, y un año después llegó el día en que Ester tomó el hábito.

Inma: Ese día, durante la ceremonia, mis hijas Raquel y Berta, encontraron la respuesta, pusieron nombre al anhelo más profundo de su corazón y decidieron seguir el mismo camino que su hermana. Y tras hacer el discernimiento oportuno de cada una de ellas, poco tiempo después ya teníamos tres hijas monjas de clausura. ¡Se dice pronto, Señor!
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Nuestra hija Inma estaba en Uruguay haciendo un voluntariado, se iba enterando de todo esto por teléfono. Volvió para la entrada de Raquel en el convento, y su corazón reconoció que también ese era su sitio.

Pidió consejo espiritual y un sacerdote le dijo: «Lo mejor es que te vayas a tomar el Sol». Ella entendió bien…..y se fue a tomar el Sol ante el Sagrario, donde estás Tú, Señor, que eres el Sol del mundo, el que da la verdadera luz, el calor y el color a nuestras vidas.

Jano: Y también decidió ingresar en el Convento. Señor, esto parecía de risa, 4 hijas monjas de clausura. Y más incomprensión a nuestro alrededor. ¡Cuántas horas pasamos rezando frente a Tí, en la Eucaristía, frente a Tu Madre! Han sido años muy duros, vividos también con mucho gozo.

Pero no acaba ahí la cosa. Nuestra hija Elena, ha terminado la semana pasada la carrera de magisterio infantil. Tiene 23 años, y,. ¡El sábado que viene ingresa en el Convento!

¡Señor, 5 hijas monjas de clausura! Al final, «nos vamos a quedar con la parejita», con Mar y con Alejandro, que están aquí hoy dándote las gracias, Señor.

Inma: Señor, nos cuesta mucho, pero nos sentimos profundamente agradecidos por el don maravilloso de tener 5 hijas entregadas a Dios. Tú sabes Señor, que estos no eran nuestros planes. Nosotros queríamos que se casaran, y soñábamos con tener un montón de nietos….

¡Pero son las mujeres más felices del mundo! Esto llama la atención.. La Virgen María, tu Madre, nos enseña a entregártelas todos los días.

Jano: Y ahora, dinos Señor: ¿qué hacemos con la furgoneta?, ¿qué hacemos con la casa que antes era pequeña y ahora se nos ha quedado tan grande?

Pero dice el salmo, «me encanta mi heredad, ¿cómo pagaré al señor todo el bien que me ha hecho?

Gracias Jesús.

Ahora va hablar contigo Elena.

Elena: A una semana de entrar en el Convento, solo puedo decirte lo mismo que mis padres: ¡GRACIAS!

Gracias por haberte fijado en mí a pesar de tantas veces como te he negado, gracias por haberme reservado un lugar en el cual estoy llamada a ser tuya.

Sabes bien Señor que no me lo merezco, que no me veo capaz, que tengo miedo…. pero tú me conoces y aun así me has amado y me has llamado.

Te agradezco de todo corazón los padres que me has dado y la Fe que me han trasmitido. Sé, Señor, que vas a cuidar muy bien de ellos y mis dos hermanos Mar y Alejandro. Bendícelos siempre.

Te agradezco, Jesús, las gracias que hemos recibido toda la familia en el Camino Neocatecumenal.

En esta tarde del Corpus, te pido Señor, por todos los que están sufriendo las consecuencias de la crisis económica y moral que estamos sufriendo, cuánto dolor, cuánto paro, cuántas situaciones difíciles.

También te pido especialmente por el Convento de Lerma, mis Hermanas, y por todos los religiosos y religiosas del mundo entero. Danos la Gracia de perseverar en tu Amor.

Te pido también por todas las jóvenes y los jóvenes que quieres tocar el corazón, para que, ante el miedo de la llamada sean valientes y respondan con generosidad a la vocación a tu grito de Amor.

Señor que sean muchos los jóvenes que te digan que sí, como la Virgen María, nuestra Madre de la Almudena.

Sólo con Tu Amor Basta

GRACIAS SEÑOR.

Nota de iesvs:

Quedan pocas familias que contra viento y marea se mantienen fieles al llamado de Dios a ser fecundas y multiplicarse. El amor es generoso, fecundo. Quienes matan la fecundidad, matan el amor. No dejemos que Satanás se meta en la cama de los padres: los anticonceptivos y la planificación familiar NATURAL sin causa grave son pecados mortales. “No serviré a Dios” dijo Lucifer y por su soberbia egoísta se condenó. Hoy muchas familias como esta son testimonio de que sí podemos servir a pesar de todas las prubas! La prueba es a medida del amor. A mayor amor más prueba, pero más se ensancha el corazón con los tesoros del Cielo. ¡Ay de los que hacen más difícil la vida de las familias numerosas!

Otro tema: la vocación es un llamado de Dios desde antes de concebirnos. No todos están llamados al honor de la vida consagrada. Santa Faustina cuenta que en el Cielo serán como lunas en vez de estrellas (quienes no tienen vocación). Los padres debemos rezar día tras día por el don de la vocación de nuestra descendencia y para que sean fieles!

15 Agosto, día de la Virgen

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Cómo la quiero ¡¡ Es una presencia que no se puede describir pero que los que la notamos, nos contagiamos de su alegría y deseamos hablar de sus mimos. En los momentos difíciles nos consuela y en los alegres, se nota que ha tejido para lograrlos.

DSC00589  Día de la Virgen

El sábado 15 de Agosto es la Consagración a la Virgen en su fiesta de la Asunción.
Oración que la misma Virgen le dictó a María Livia para que se rezara todos los días:

«Acto de Consagración al Inmaculado Corazón de María»:

Purísima Madre mía, quiero consagrarte mi corazón, mi voluntad, mi vida entera.
Llévame al Corazón de tu Divino hijo Jesús, para que Él habite en mí.
Quiero ser totalmente tuyo, Madre mía, y a partir de hoy servirte fielmente en lo que me mandes.
Sé dulce compañía en mi vida, no permitas que jamás me separe de Tí, y en la hora de la muerte ven a buscarme para gozar de la eternidad en Tu compañía.
Bendita y alabada seas por siempre Madre mía.

Lectura del día

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† lectura del santo Evangelio según san Juan 15, 18-21

Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos:
«Si el mundo los odia, sepan que me ha odiado a mí antes que a ustedes. Si fueran del mundo, el mundo los amaría como cosa suya; pero como no son del mundo, sino que yo los he escogido sacándolos del mundo, por eso el mundo los odia. Recuerden lo que les dije:
No es el siervo más que su amo. Si a mí me han perseguido, también a ustedes los perseguirán; si han guardado mi palabra, también guardarán la de ustedes. Y todo eso lo harán con ustedes a causa de mi nombre, porque no conocen al que me envió».
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

San Lorenzo

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Texto del Evangelio (Jn 12,24-26): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «En verdad, en verdad os digo: si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda él solo; pero si muere, da mucho fruto. El que ama su vida, la pierde; y el que odia su vida en este mundo, la guardará para una vida eterna. Si alguno me sirve, que me siga, y donde yo esté, allí estará también mi servidor. Si alguno me sirve, el Padre le honrará».

Comentario: Rev. D. Antoni CAROL i Hostench (Sant Cugat del Vallès, Barcelona, España)

Si alguno me sirve, que me siga, y donde yo esté, allí estará también mi servidor
Hoy, la Iglesia —mediante la liturgia eucarística que celebra al mártir romano san Lorenzo— nos recuerda que «existe un testimonio de coherencia que todos los cristianos deben estar dispuestos a dar cada día, incluso a costa de sufrimientos y de grandes sacrificios» (Juan Pablo II).

La ley moral es santa e inviolable. Esta afirmación, ciertamente, contrasta con el ambiente relativista que impera en nuestros días, donde con facilidad uno adapta las exigencias éticas a su personal comodidad o a sus propias debilidades. No encontraremos a nadie que nos diga: —Yo soy inmoral; —Yo soy inconsciente; —Yo soy una persona sin verdad… Cualquiera que dijera eso se descalificaría a sí mismo inmediatamente.

Pero la pregunta definitiva sería: ¿de qué moral, de qué conciencia y de qué verdad estamos hablando? Es evidente que la paz y la sana convivencia sociales no pueden basarse en una “moral a la carta”, donde cada uno tira por donde le parece, sin tener en cuenta las inclinaciones y las aspiraciones que el Creador ha dispuesto para nuestra naturaleza. Esta “moral”, lejos de conducirnos por «caminos seguros» hacia las «verdes praderas» que el Buen Pastor desea para nosotros (cf. Sal 23,1-3), nos abocaría irremediablemente a las arenas movedizas del “relativismo moral”, donde absolutamente todo se puede pactar y justificar.

Los mártires son testimonios inapelables de la santidad de la ley moral: hay exigencias de amor básicas que no admiten nunca excepciones ni adaptaciones. De hecho, «en la Nueva Alianza se encuentran numerosos testimonios de seguidores de Cristo que (…) aceptaron las persecuciones y la muerte antes que hacer el gesto idolátrico de quemar incienso ante la estatua del Emperador» (Juan Pablo II).

En el ambiente de la Roma del emperador Valeriano, el diácono «san Lorenzo amó a Cristo en la vida, imitó a Cristo en la muerte» (San Agustín). Y, una vez más, se ha cumplido que «el que odia su vida en este mundo, la guardará para una vida eterna» (Jn 12,25). La memoria de san Lorenzo, afortunadamente para nosotros, quedará perpetuamente como señal de que el seguimiento de Cristo merece dar la vida, antes que admitir frívolas interpretaciones de su camino.

Evangelio de hoy 7/08/09

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Texto del Evangelio (Mt 16,24-28): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame. Porque quien quiera salvar su vida, la perderá, pero quien pierda su vida por mí, la encontrará. Pues, ¿de qué le servirá al hombre ganar el mundo entero, si arruina su vida? O, ¿qué puede dar el hombre a cambio de su vida? Porque el Hijo del hombre ha de venir en la gloria de su Padre, con sus ángeles, y entonces pagará a cada uno según su conducta. Yo os aseguro: entre los aquí presentes hay algunos que no gustarán la muerte hasta que vean al Hijo del hombre venir en su Reino».