San Tarcisio

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La Iglesia Católica ha tenido muy especial cariño a este joven que con
tanto amor llevaba la Comunión a los prisioneros y con tan enorme
valor supo defender la Santa Eucaristía de los enemigos que intentaban
profanarla.
«No echéis a los perros lo sagrado ni a los cerdos lo muy valioso
porque se volverán contra vosotros.»

Oración

San Tarcisio: mártir de la Eucaristía, pídele a Dios que todos y en
todas partes demostremos un inmenso amor y un infinito respeto al
Santísimo Sacramento donde está nuestro amigo Jesús, con su Cuerpo, su
Sangre, su Alma y su Divinidad

Historia

San Tarcisio era un acólito o ayudante de los sacerdotes en Roma.
Después de participar en una Santa Misa en las Catacumbas de San
Calixto fue encargado por el obispo para llevar la Sagrada Eucaristía
a los cristianos que estaban en la cárcel, prisioneros por proclamar
su fe en Jesucristo. Por la calle se encontró con un grupo de jóvenes
paganos que le preguntaron qué llevaba allí bajo su manto. El no les
quiso decir, y los otros lo atacaron ferozmente para robarle la
Eucaristía. El joven prefirió morir antes que entregar tan sagrado
tesoro. Cuando estaba siendo apedreado llegó un soldado cristiano y
alejó a los atacantes. Tarcisio le encomendó que les llevara la
Sagrada Comunión a los encarcelados, y murió contento de haber podido
dar su vida por defender el Sacramento y las Sagradas formas donde
está el Cuerpo y la Sangre de Cristo.

El libro oficial de las Vidas de Santos de la Iglesia, llamado
«Martirologio Romano» cuenta así la vida de este santo: «En Roma, en
la Vía Apia fue martirizado Tarcisio, acólito. Los paganos lo
encontraron cuando transportaba el Sacramento del Cuerpo de Cristo y
le preguntaron qué llevaba. Tarcisio quería cumplir aquello que dijo
Jesús: «No arrojen las perlas a los cerdos», y se negó a responder.
Los paganos lo apalearon y apedrearon hasta que exhaló el último
suspiro pero no pudieron quitarle el Sacramento de Cristo. Los
cristianos recogieron el cuerpo de Tarcisio y le dieron honrosa
sepultura en el Cementerio de Calixto».

Sobre su tumba escribió el Papa San Dámaso este hermoso epitafio:
«Lector que lees estas líneas: te conviene recordar que el mérito de
Tarcisio es muy parecido al del diácono San Esteban, a ellos los dos
quiere honrar este epitafio. San Esteban fue muerto bajo una tempestad
de pedradas por los enemigos de Cristo, a los cuales exhortaba a
volverse mejores. Tarcisio, mientras lleva el sacramento de Cristo fue
sorprendido por unos impíos que trataron de arrebatarle su tesoro para
profanarlo. Prefirió morir y ser martirizado, antes que entregar a los
perros rabiosos la Eucaristía que contiene la Carne Divina de Cristo».

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