Santos Cristóbal Magallanes, presbítero, y compañeros, mártires, que fueron perseguidos en diversas regiones de México por odio al nombre cristiano y a la Iglesia Católica, y confesaron a Cristo Rey, alcanzando la corona del martirio. Sus nombres son los siguientes: Román Adame, Rodrigo Aguilar, Julio Álvarez, Luis Batis Sáinz, Agustín Caloca, Mateo Correa, Atilano Cruz, Miguel de la Mora, Pedro Esqueda Ramírez, Margarito Flores, José Isabel Flores, David Galván, Pedro Maldonado, Jesús Méndez, Justino Orona, Sabas Reyes, José María Robles, Toribio Romo, Jenaro Sánchez Delgadillo, Tranquilino Ubiarco y David Uribe, presbíteros; y Manuel Morales, Salvador Lara Puente y David Roldán Lara, laicos.
Nace en Totaliche, México el 30 de julio de 1869, de familia muy humilde. Trabaja en el campo hasta los 19 años. En 1888 ingresa al seminario de Guadalajara donde se distingue por su piedad, honradez y aplicación.
Es ordenado sacerdote en septiembre del 1899 en la iglesia de Santa Teresa en Guadalajara.
Desempeña el cargo de capellán y subdirector de la escuela de artes y oficios en Guadalajara.
Organiza centros de catecismo y escuelas en las rancherías. Construye una presa para favorecer el riego, funda un asilo para huérfanos y pequeños fraccionamientos de tierra para ayudar a los pobres.
Es párroco de Totalice por 17 años hasta que es fusilado.
El 21 de mayo de 1927 el padre va a celebrar una fiesta religiosa en un rancho cuando se inicia una balacera entre los cristeros y las fuerzas federales comandadas por el general Goñi. Es arrestado y conducido a Totalice donde lo encarcelan junto a su vicario el P. Caloca.
Los trasladan al palacio municipal de Colotitlán donde los fusilan el 25 de mayo de 1927. El P. Cristóbal, antes de ser fusilado dijo: «soy y muero inocente; perdono de corazón a los autores de mi muerte y pido a Dios que mi sangre sirva para la paz de los mexicanos desunidos».
Beatificado: 22 de noviembre de 1992 Canonizado por el Papa Juan Pablo II el 21 de mayo del 2000.
Este santo y sus compañeros mejicanos, supieron mantener viva su fe y confesar a Cristo Rey hasta ofrecer sus vidas con el martirio. Ejemplo para los cristianos de aquel tiempo de persecución, y a los de ahora que están en estas circunstancias.