Por cada año que cumple una tía muy querida ; como hermanas hemos crecido y ya sí «se hizo mayor»..que noooo ¡ Que la juventud está en el corazón.
Rezo por ti y por todos los que cumplen hoy 50 años . Amén +
Por cada año que cumple una tía muy querida ; como hermanas hemos crecido y ya sí «se hizo mayor»..que noooo ¡ Que la juventud está en el corazón.
Rezo por ti y por todos los que cumplen hoy 50 años . Amén +
En el marco del Encuentro Mundial de Movimientos Populares celebrado en Santa Cruz de la Sierra, Bolivia, el Papa Francisco aludió a la responsabilidad social de la Iglesia durante el periodo de la colonización de Latinoamérica. «Alguno podrá decir, con derecho, que cuando el Papa habla del colonialismo se olvida de ciertas acciones de la Iglesia» afirmó, para después manifestar: «Pido humildemente perdón, no sólo por las ofensas de la Iglesia, sino por los crímenes contra los pueblos originarios durante la llamada conquista de América”.
No es la primera vez que el Sumo Pontífice alude al papel de la Iglesia durante la etapa colonial. El propio Bergoglio citó las palabras de Juan Pablo II cuando afirmó: «que la Iglesia se postre ante Dios e implore perdón por los pecados pasados y presentes de sus hijos». También su antecesor, Benedicto XIII manifestó su pesar en 2007 cuando afirmó que «no se puede ignorar las sombras que acompañaron la evangelización del continente latinoamericano y el sufrimiento y las injusticias infligidos por los colonizadores a las poblaciones indígenas”. Lo que sí es una novedad es que las palabras del máximo mandatario católico hayan sido pronunciadas en Latinoamérica.
El discurso, redactado personalmente por el propio Francisco, denunció a continuación el nuevo colonialismo movido por intereses comerciales y de seguridad: «Algunos tratados denominados de libre comercio, y la imposición de medidas de austeridad que siempre ajustan el cinturón de los trabajadores. Otras veces, bajo el noble ropaje de la lucha contra la corrupción, el narcotráfico o el terrorismo, se impone a los Estados medidas que poco tienen que ver con la resolución de esos problemas». Bergoglio centró el núcleo central de su discurso en una llamada a la acción de los pueblos: «Queremos un cambio, un cambio real, un cambio de estructuras. Este sistema ya no se aguanta, no lo aguantan los campesinos, no lo aguantan los trabajadores, no lo aguantan las comunidades, no lo aguantan los Pueblos. Y tampoco lo aguanta la Tierra, la hermana Madre Tierra como decía San Francisco», afirmó.
El Papa Francisco dedicó la última parte de su alocución precisamente a la defensa del medio ambiente. Tan solo unos días después de la publicación de la encíclica «Laudato si» («Alabado seas»). «La casa común de todos nosotros está siendo saqueada, devastada, vejada impunemente». Avisó de que «No se puede permitir que ciertos intereses, que son globales pero no universales, se impongan, sometan a los Estados y organismos internacionales y continúen destruyendo la creación».
Para finalizar, resumió el contenido de su discurso, uno de los más vehementes en materia social, al sentenciar: «Digamos juntos desde el corazón: ninguna familia sin vivienda, ningún campesino sin tierra, ningún trabajador sin derechos, ningún pueblo sin soberanía, ninguna persona sin dignidad, ningún niño sin infancia, ningún joven sin posibilidades, ningún anciano sin una venerable vejez. Sigan con su lucha y, por favor, cuiden mucho a la Madre Tierra
Religioso benedictino
Año 1073
Nació en Florencia, de familia muy rica y su único hermano fue asesinado. Era heredero de una gran fortuna y su padre deseaba que ocupara altos puestos en el gobierno.
Un Viernes Santo iba este santo por un camino rodeado de varios militares amigos suyos, y de pronto se encontró en un callejón al esesino de su hermano. El enemigo no tenía a donde huir, y Juan dispuso matarlo allí mismo. El asesino se arrodilló, puso sus brazos en cruz y le dijo: «Juan, hoy es Viernes Santo. Por Cristo que murió por nosotros en la cruz, perdóname la vida». Al ver Gualberto aquellos brazos en cruz, se acordó de Cristo crucificado. Se bajó de su caballo. Abrazó a su enemigo y le dijo: «Por amor a Cristo, te perdono».
Siguió su camino y al llegar a la próxima iglesia se arrodillo ante la imagen de Cristo crucificado y le pareció que Jesús inclinaba la cabeza y le decía: «Gracias Juan».
Desde aquel día su vida cambió por completo. En premio de su buena acción, Jesús le concedió la vocación, y Juan dejó sus uniformes militares y sus armas y se fue al convento de los monjes benedictinos de su ciudad a pedir que lo admitieran como religioso. Su padre se opuso totalmente y exigió al superior del convento que le dovolvieran a Juan inmediatamente.
Cuando el papá vio al antiguo guerrero convertido en sencillo y piadoso monje se echó a llorar, y dándole su bendición se retiró.
En aquellos tiempos, el peor defecto que había en la Iglesia era la Simonía, es decir, algunos compraban los altos cargos, y así llegaban a dirigir la Santa Iglesia algunos hombres indignos. En el convento de florencia, donde estaba Juan, se murió el superior, uno de los monjes fue con el obispo y con dinero hizo que lo nombraran superior a él. También el obispo había comprado su cargo.
Gualberto no pudo soportar esta indignidad y se retiró de aquel convento con otros monjes y antes de salir de la ciudad, declaró publicamente en la plaza principal que el superior del convento y el obispo merecían ser destituidos porque habían cometido el pecado de simonía. Más tarde logró que los destituyeran.
Fundador. Se fue a un sitio muy apartado y silencioso, llamado Valleumbroso y allá fundó un monasterio de mojes benedictinos que se propusieron cumplir exactamente todo lo
que San Benito había recomendado a sus monjes. El monasterio llegó a ser muy famoso y le llegaron vocaciones de todas partes. Con los mejores religiosos de su nuevo convento fue fundando varios monasterios más y así logró difundir por muchas partes de Italia las buenas costumbres, y fue atacando sin misericordia la simonía y las costumbres corrompidas. Las gentes sentían gran veneración por él.
Después de haber logrado que muchas personas abandonaran sus vicios y se convirtieran y que muchos sacerdotes empezara a llevar una vida santa, y gozando del enorme aprecio del Papa y de numerosos obispos, murió el 12 de julio de 1073, dejando muchos monasterios de religiosos que trataban de imitarlo en sus virtudes y llegaron a gran santidad.
Que sus ejemplos sean de gran provecho para nuestra alma.
Al Hijo y al Espíritu Santo, como era en un principio ahora y siempre por los siglos de los siglos, Amén +