LA ASCENSIÓN DEL SEÑOR AL CIELO

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LA ASCENSIÓN DEL SEÑOR AL CIELO

Después de su pasión y muerte, Jesús se presentó a los apóstoles que había elegido, dándoles muchas pruebas de que vivía, apareciéndoseles durante cuarenta días y hablándoles acerca de lo referente al Reino de Dios. Les prometió que serían bautizados en el Espíritu Santo: «Recibiréis –les dijo– la fuerza del Espíritu Santo, que vendrá sobre vosotros, y seréis mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaría, y hasta los confines de la tierra». Y entre las muchas instrucciones que les fue dando, San Mateo recuerda que les habló así: «Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra. Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a guardar todo lo que yo os he mandado. Y he aquí que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo».

Por último, a los cuarenta días de su resurrección, el Señor Jesús llevó a sus discípulos fuera de Jerusalén, a la cima del Monte de los Olivos, cerca de Betania, y, alzando sus manos, los bendijo. Y sucedió que, mientras los bendecía, se separó de ellos, fue elevado al cielo, una nube lo ocultó a sus ojos, y se sentó a la diestra de Dios.

Estando ellos mirando fijamente al cielo mientras Jesús se iba, se les aparecieron dos hombres vestidos de blanco que les dijeron: «Galileos, ¿qué hacéis ahí mirando al cielo? Éste que os ha sido llevado, este mismo Jesús, vendrá así tal como le habéis visto subir al cielo». Entonces se volvieron con gran gozo a Jerusalén y perseveraban todos constantes en la oración, con un mismo espíritu, en compañía de María, la madre de Jesús.

Oración del Papa Francisco

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La oracion que el Papa Francisco publicó el Domingo 10 de Mayo, por el día de la Madre en gran parte del mundo

Ayudame Señor a comprender a mis hijos, a escuchar pacientemente lo que quieren decirme, y a responderles
todas sus preguntas con amabilidad. Evitame que los interrumpa, que les dispute o contradiga. Hazme cortés
con ellos, para que ellos sean conmigo de igual manera. Dame el valor de confesar mis errores, y pedirles perdon
cuando comprenda que he cometido una falta. Impideme que lastime los sentimientos de mis hijos.
Prohibeme que me ria de sus errores, o que recurra a la afrenta y a la burla como castigo.
No me permitas que induzca a mis hijos a mentir o a robar. Guiame hora tras hora para que confirme, por lo que digo y hago,
que la honestidad es fuente de felicidad. Modera, te ruego, la maldad en mi. Evitame que los incomode,
y cuando esté malhumorada, ayudame, Dios mio, a callarme. Hazme ciega ante los pequeños errores de mis hijos,
y auxiliame a ver las cosas buenas que ellos hacen. Ayudame a tratar a mis hijos como niños de su edad,
y no me permitas exigirles el juicio y convicciones de los adultos. Facultame para no robarles la oportunidad de confiar en si mismos,
pensar, escoger o tomar decisiones. Oponte a que los castigue para satisfacer mi egoismo.
Socorreme, para concederles todos los deseos que sean razonables, y apoyame,
para tener el valor de negarles las comodidades que yo comprendo que les haran daño.
Hazme justa y ecuanime, considerada y sociable para con mis hijos, de tal manera que ellos sientan todo mi amor.
Amén.

Nuestra Señora de Fátima

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La Virgen de Fátima (también llamada Nuestra Señora de Fátima, Nuestra Señora del Rosario de Fátima, o Nossa Senhora de Fátima en portugués) es