La fotografía se ha difundido junto a su insólita historia
La foto corresponde al Sínodo Ortodoxo Ruso del 27 de julio, cuando se aprobó la fiesta de esta imagen
Actualizado 18 septiembre 2013
La historia es compleja, pero muy oficial: un monje hizo una foto a la cola de hombres que recogían comida en un monasterio de la península del Monte Athos, en Grecia. Cuando revelaron la foto, apareció lo que parecía ser una figura femenina.
Puesto que la entrada a las mujeres estaba (y está) prohibida en toda la península, llena de monasterios exclusivamente masculinos, y ya que nadie había visto a esa mujer -ni ninguna otra- entre los pobres, se dedujo que era la Virgen María. Y así lo ha reconocido ahora la Iglesia Ortodoxa Rusa.
Tenemos la foto, el autor, el momento y el lugar de los hechos.
Sucedió el 3 de septiembre de 1903. Aunque para los monjes del Monte Athos, entonces como hoy, esa no es la fecha que usan, porque no emplean el calendario gregoriano (por ser de origen católico, instituido por el Papa Gregorio). Según su viejo calendario juliano (pagano, lo instituyó Julio César) la fecha era -y es- el 21 de agosto.
El lugar es la Puerta Grande del monasterio de San Pantaleón, que entonces -como hoy- es un monasterio de monjes ortodoxos rusos en la península griega del Monte Athos. Hoy, en ese lugar, una placa recoge la escena (como vemos en la foto bajo estas líneas).
El autor era el hermano Gabriel, monje del monasterio. El momento era el del reparto de limosna para monjes mendicantes y otros necesitados, más mundanos, que se hacía una vez por semana. Lo que se repartía era comida: tortas de pan “cherek”, pan horneado y bendecido en el monasterio.
Ni el hermano Gabriel, el fotógrafo, ni los otros monjes de la foto, ni nadie que aparezca en la escena, vio a esa mujer ni esa figura. Apareció sólo en la fotografía, al revelarla. Allí está, la figura más a la izquierda, de pie, junto al monje sentado. O, al menos, parece una mujer. Pero ¿cómo podía ser una mujer, si las mujeres tienen vetada la entrada a toda la península?
He aquí la fotografía de 1903.
Los monjes recordaron entonces las palabras del hermano Sebastián. Según él, los porteros habían comentado que un eremita varias veces había visto a una mujer a la hora de repartir los panes cherek.
Algunos de los monjes itinerantes, se decía, también habían visto a la Santa Virgen en vivo entre los pobres y peregrinos. Sin embargo, en el mismo día de tomarse la foto nadie la vio.
Y era un día especial, porque el reparto de comida estaba a punto de prohibirse, o al menos, de limitarse seriamente.
El contexto en los archivos
Se sabe por los archivos del monasterio que desde finales del siglo XIX hasta principios del XX se realizaba este reparto semanal de comida. El monasterio tenía comunidades externas en dos puertos del sur de Rusia, Taganrog y Odessa, desde donde enviaban al embarcadero de Monte Athos barcos cargados de alimentos.
En esa época el Monasterio de San Pantaleón ¡contaba con 3.000 monjes residentes!, y además había otros 4.000 ermitaños y monjes rusos repartidos en pequeñas ermitas y celdas de la península monástica griega.
El Monasterio una vez a la semana hacía un reparto de estas tortas de pan «cherek» junto a la Puerta Grande, y acudían entre 600 y 800 personas: peregrinos piadosos, monjes itinerantes, hombres espirituales que estaban por allí, confiando en la Providencia… y también aprovechados o gandules.
Una caridad ¿»inútil y dañina»?
Pocos días antes de la foto, el 14 de agosto (fecha juliana), el gobierno monástico de Monte Athos, el Kinot, integrado sobre todo por griegos, comunicó al monasterio ruso que ese reparto de comida era «inútil y dañino».
En una carta, el Kinot decía a los rusos: “La limosna repartida evangélicamente sólo puede ser agradable a Dios si se destina a las personas dignas de ayuda y que la necesiten. Dada a la gente que indignamente representan a los solicitantes de la limosna y que sólo cuentan con esta atención y sólo por ella residen aquí, esta misma limosna se convierte en causa del daño”.
Los rusos decidieron acatar las instrucciones y efectuar un último reparto el 21 de agosto, al cumplirse una semana de recibir la misiva, y leerla a los mendicantes.
Fue el momento en que el hermano Gabriel hizo la foto.
Al ver la imagen femenina, allí, en la cola, quizá recibiendo un pan, entendieron que la Virgen quería insistir en la necesidad de ser generosos con los pobres. El monasterio ruso se reorganizó para repartir más y mejor la comida entre los mendicantes.
La Virgen es la Abadesa del monte Athos
La idea de que la Virgen estuviese por el Monasterio no sonó extraña a los monjes porque entroncaba con una devoción muy antigua, que cuenta con iconos notables: la de «Santa María Virgen Abadesa del Monte Athos».
Según la tradición, en el siglo X (antes de la ruptura entre católicos y ortodoxos) el santo monje Atanasio decidió abandonar su monasterio porque allí se pasaba mucha hambre. Muchos ya se habían ido. Por el camino, Atanasio encontró una mujer que le preguntó a dónde se dirigía. El monje estaba asombrado: ¿cómo podía estar allí una mujer, si la península les estaba vedada?
La mujer reprochó a Atanasio que intentase irse. “¿Dónde está tu fe? Regresa, te voy a ayudar”, prometió ella.
– ¿Quién eres tú? -preguntó el monje.
– Soy aquella a cuyo nombre dedicas tu monasterio. Soy la Madre de tu Señor. Y desde ahora y para siempre seré la ecónoma y administradora de tu monasterio.
Para confirmar la certeza de sus palabras, ordenó al monje golpear con su báculo una roca a la orilla del camino, y de entre las piedras salió un manantial, y cuando el monje, atónito, volvió a su monasterio, lo encontró con las despensas llenas de trigo.
Desde entonces, en el Monte Athos no hay cargo de ecónomo, sólo su ayudante: se considera que la Ecónoma es la Madre de Dios. Y durante mil años, si un monje ha creído ver una mujer en la península monástica, ha sospechado que se trata de ella.
En los iconos aparece vestida de monje o abad, incluso con báculo, flotando sobre la península montañosa.
Una foto para los que hacen colas
La fotografía de 1903 no circuló mucho en un principio, y en cualquier caso era un regalo para los monjes rusos, no para los griegos. Luego llegó la tiranía soviética y la persecución de todo lo religioso, y escaseaban las ayudas para San Pantaleón, que se arruinó.
A finales de los 80, cuando empezó la reconstrucción del monasterio, se imprimieron muchas copias de la fotografía y se repartían por una Rusia que estaba a punto de dejar de ser soviética con una breve descripción de los hechos.
Muchos rusos, que pasaban gran parte del día haciendo cola para conseguir algo de pan, podían sentir que la mismísima Madre de Dios compartía esta experiencia.
La Virgen «photo-graphia»
En 2003, al cumplirse un siglo, el monasterio estableció una fiesta propia: la fiesta del «Icono Dibujado por la Luz» (en griego, eso significa «photo-graphia», dibujo con luz… pero ellos lo llamaban en ruso). Se pintó un icono basado en la foto con finalidades litúrgicas (bajo estas líneas). A base de materiales de archivo y memorias orales, fue restablecido el orden de los hechos históricos.
En 2011 en el lugar de la aparición de la Madre de Dios se construyó una capilla conmemorativa en la que se arregló un manantial para celebrar ritos de bendición de agua. Empezaron a circular testimonios de sanación y gracias a partir del uso de ese agua bendita. También se consagró una capilla dedicada al nuevo icono de Dibujado por la Luz. Un par de ciudades rusas empezaron a colocaer placas conmemorativas del hecho en sus iglesias.
Aprobación de la Ortodoxia Rusa
El 27 de julio de 2013, en la reunión ordinaria del Santo Sínodo de la Iglesia Ortodoxa Rusa en el monasterio de las Cuevas de Kiev, se tomó la decisión (diario de sesiones, número 97) de incluir en las celebraciones oficiales de la Iglesia Ortodoxa Rusa la festividad en memoria de la aparición de la imagen Dibujada por la Luz de la santa Madre de Dios en el Monte Athos en 1903. Es lo más parecido a una aprobación oficial de una aparición en esta iglesia.
No queda claro cual es el status de esta imagen y supuesta aparición entre los otros ortodoxos, sobre todo entre los griegos, ya que parecería que la Madre de Dios quería regañar a las autoridades monásticas de la Iglesia Griega, en beneficio de las rusas.
Lo que sí queda para la Iglesia universal es el icono de la Abadesa del Monte Athos, previo a la separación entre católicos y ortodoxos, que ha dado origen a distintas representaciones que publicamos bajo estas líneas.
La adoración en griego quiere decir postrarse, reconociendo a Dios como creador, como mi todo. Y en latín significa dar un beso, un abrazo. Es un gesto de amor. Vale decir, estar con Dios, dejarse amar, inspirar, bendecir, proteger, sanar y liberar por Él, porque está en persona.
Así respondemos al primer mandamiento, que es “amarás a Dios con todo el corazón, con toda el alma, con todas las fuerzas”. El milagro más grande de la adoración perpetua en la Iglesia Católica es que Jesús esté presente de día y noche. Debemos darle el lugar que se merece, después de todo lo que ha hecho por nosotros. Es lo que pensaba Benedicto XVI, quien decía que las Iglesias son expoliadas o se convierten en museos, porque la vitalidad de una Iglesia depende de que sus puertas estén siempre abiertas y que se adore sin interrupción.
Jesús está en los sagrarios para siempre con nosotros, sólo y abandonado como un prisionero, por amor. La Virgen María, Nuestra Señora de Guadalupe, le dice a Juan Diego “mucho quiero que en este lugar me hagan mi casita sagrada, donde lo mostraré, donde lo ensalzaré al ponerlo de manifiesto”. Ella dice que lo saquemos del sagrario para que lo podamos ver y que lo adoremos para estar con Él. Allí es donde la Iglesia va dando frutos… “el que permanece en mí y yo en él, va dando frutos, pero separado de mí, nada puede nacer”. Este es el secreto de los frutos de la Iglesia.
El predio de 11 hectáreas el sábado se colmó de fieles. Encabezó la ceremonia el enviado del papa Francisco, el cardenal Angelo Amato. En Villa Cura Brochero, Córdoba, los fieles enfrentaron la helada noche con mate, pan casero, música y bolsas de dormir.
El “cura gaucho” José Gabriel Brochero fue oficialmente beatificado en una ceremonia que presidió el enviado del Vaticano, el cardenal Angelo Amato, y que se desarrolla en la localidad cordobesa que lleva su nombre. El prefecto para la Causa de los Santos, dio lectura al instrumento del Vaticano que concede al “venerable ciervo de Dios, José Gabriel del Rosario Brochero, sea llamado beato» y «que su fiesta pueda celebrarse cada año el día 16 del mes de marzo”.
Mientras los presentes manifestaban su alegría y agradecimiento por la beatificación, el cardenal Amato dio comienzo a su homilía destacando y valorando la figura de Brochero, al subrayar que “fue un verdadero benefactor de la humanidad” e instó a que “sigamos admirándolo, imitándolo en sus obras materiales y espirituales”.
El cardenal dijo que Brochero “dedicó su vida al bien y a la santificación de los fieles, sobre todo de los más necesitados” y que “cada día predicaba la palabra de Dios con homilías bien pensadas, bien articuladas y sin improvisaciones”.
Amato destacó que aún con su formación académica en filosofía supo llevar un “lenguaje simple, sencillo y popular para que todos pudiesen entender lo que decía. Un vocabulario serrano” y en ese sentido lo consideró “un verdadero comunicador que transmitía alegría y esperanza” a la gente.
En otro de los pasajes de su homilía el enviado del Vaticano valoró la “coherencia” entre la vida y la enseñanza evangélica de Brochero, a quien calificó como “una persona de gran riqueza espiritual que comunicaba el amor ilimitado de Dios”.
“Brochero predicaba, confesaba, dirigía, asistía a la gente” por intermedio de sus ejercicios espirituales renovadores desde la oración y como devoto de la Virgen María.
“Se caracterizaba por la inmensa caridad pastoral frente a los más necesitados. Se olvidaba de sí mismo para salir a caballo a visitar a la gente de su pueblo. Lo amaban, lo seguían. Fue un verdadero benefactor de la humanidad”, reiteró Amato.
Asimismo, enumeró las obras que Brochero consideraba de suma importancia para el desarrollo y crecimiento de la población y su gente, tal el caso de construcción de escuelas, albergues, iglesias, y destacó también su intervención para que los trabajadores “reciban un salario justo” a la par de sufrir por los niños que dejaban la escuela para trabajar.
El cardenal Amato ofreció luego la comunión a los presentes y los primeros en recibirla fueron Nicolás Flores y sus padres, Sandra Violino y Osvaldo Flores.
Nicolás es el adolescente que tuvo un grave accidente automovilístico en el 2000 y pudo salvar su vida al invocar su padre al cura Brochero, cuyo milagro fue el fundamento de la beatificación del `cura gaucho´.
Ante una multitudinaria presencia de fieles, el cardenal Amato dio lectura al instrumento papal que concedió la investidura de beato al cura y se descubrió la imagen del nuevo beato argentino.
Después de casi 100 años de su muerte, el «cura gaucho» es oficialmente beato. Si se comprueba un segundo milagro en estudio, será santo. En una ceremonia íntima y muy emotiva, lo describieron desde el altar como “un pastor con olor a oveja”.
Pero la vigilia, en realidad, comenzó muchísimos antes y en las calles de la ciudad. Pasadas las 20, unas 5 mil personas siguieron con atención y por una pantalla gigante, la misa que presidió el Cardenal de Paraná, Estanislao Karlic.
“Nosotros vinimos desde Santa Fe a presenciar algo histórico y conmovedor. Lo conocimos a Brochero en unas vacaciones y somos devotos de él. Esto es muy emocionante”, explicó a Clarín Alicia, mamá de Juan Facundo y Ezequiel.
Mientras tanto, en las veredas y con el multitudinario murmullo espiritual de fondo, la gente se confesaba espontáneamente con los sacerdotes que pasaban por allí.
La de hoy fue una madrugada larga, fresca y conmovedora en Villa Cura Brochero, esta pequeña localidad de poco más de 7 mil habitantes. El mate, las bolsas de dormir, el pan casero y la música, ganaron por goleada en un predio que ya tiene calor popular. A las 6, con el Rosario del Aura, comenzó oficialmente la ceremonia que terminará después del mediodía.
Bajo un cielo un tanto encapotado, la pasión por Brochero sorprende a propios y extraños.
El sacerdote Jorge Frigerio, uno de los coordinadores de la organización de la ceremonia religiosa estimó que participaron más de 100.000 personas, en tanto que desde el área de turismo provincial estimaron que las presencias fueron cercanas a los 150.000 peregrinos, según cifras preliminares.
Entre los presentes en la ceremonia estuvieron en representación del Gobierno nacional el presidente de la Cámara de Diputados de la Nación, Julián Domínguez; el secretario de Culto de la Nación, Guillermo Oliveri, y el secretario de Políticas Universitarias, Martín Gill.
También participaron el gobernador José Manuel de la Sota; el intendente de la ciudad de Córdoba, Ramón Mestre; legisladores nacionales, provinciales, intendentes, obispos de distintas provincias y países vecinos.
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