Mes de María

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Mes de maria

Ya acabaron los sábados de Mayo..estas cosas me dan pena y nostalgia..es tanto amor que a veces pudiera pasar a tristeza y no quiero..pero también provoca llanto de tanto querer.
Amar a María en su mes..cuando tantos niños habrán recibido su Primera Comunión..bendito mes de flores a María +

Santísima Trinidad

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Para otros usos de este término, véanse Trinidad y Santísima Trinidad

La Trinidad (El Greco).
La Trinidad es el dogma central sobre la naturaleza de Dios de la mayoría de las iglesias cristianas. Esta creencia afirma que Dios es un ser único que existe simultáneamente como tres personas distintas o hipóstasis:
el Padre,
el Hijo y
el Espíritu Santo.

Algunas confesiones minoritarias, como las iglesias unitarias, los testigos de Jehová y los pentecostales unicitarios, entre otros, rechazan esta creencia. Los mormones afirman creer en la Trinidad pero tienen una interpretación específica y radicalmente diferente del dogma mayoritariamente aceptado.

Origen

Antecedentes
Existen tríadas de dioses desde la antigüedad histórica, tal vez por el carácter místico que algunas culturas tienen del número tres.1
Las tríadas presentes en religiones o visiones filosóficas corresponden a fuerzas primordiales hipostasiadas o a aspectos del Dios supremo. Aunque las relaciones entre los diferentes términos de estas tríadas no sean siempre fáciles de discernir, parece claro que no han sido concebidas en ningún caso partiendo de un modelo como el de la Trinidad cristiana.
En algunas corrientes platónicas, se distinguen varios niveles de realidad, entre las que encontramos tres de gran importancia:
Dios, ser absoluto y causa primera.
Logos, o razón universal.
Anima Mundi, alma universal emanada de Dios que anima y gobierna el mundo visible.
En otras ocasiones, la trinidad platónica es descrita como las ideas de Bien, el resto de ideas inteligibles que proceden del Bien, y las ideas materializadas o mundo visible.

Terminología

En el año 215 d. C., Tertuliano fue el primero en usar el término Trinidad (trinitas). Anteriormente, Teófilo de Antioquía ya había usado la palabra griega τριάς trias (tríada) en su obra A Autólico (c. 180) para referirse a Dios, su Verbo (Logos) y su Sabiduría (Sophia).4 Tertuliano diría en Adversus Praxeam II que «los tres son uno, por el hecho de que los tres proceden de uno, por unidad de substancia».

Perspectivas históricas

La fórmula fue adquiriendo forma con el paso de los años y no fue establecida definitivamente hasta el siglo IV:
La definición del Concilio de Nicea, sostenida desde entonces con mínimos cambios por las principales denominaciones cristianas, fue la de afirmar que el Hijo era consustancial (ὁμοούσιον, homousion, literalmente ‘de la misma sustancia que) el Padre. Esta fórmula fue cuestionada y la Iglesia pasó por una generación de debates y conflictos hasta que la «fe de Nicea» fue reafirmada en Constantinopla en 381.6

Concilios

En Nicea toda la atención se concentró en la relación entre el Padre y el Hijo, inclusive mediante el rechazo de algunas frases típicas arrianas mediante algunos anatemas anexados al credo; y no se hizo ninguna afirmación similar acerca del Espíritu Santo. Pero, en Constantinopla (381) se indicó que éste es adorado y glorificado junto con Padre e Hijo (συμπροσκυνούμενον καὶ συνδοξαζόμενον), sugiriendo que era también consustancial a ellos. Esta doctrina fue posteriormente ratificada por el Concilio de Calcedonia (451), sin alterar la sustancia de la doctrina aprobada en Nicea.7

Representación de la Trinidad
Exposición

Análisis general [editar]
La escritura y doctrina cristiana descansa en el monoteísmo (un solo Dios), por lo tanto había que ajustarla a lo que decía la Escritura con respecto al Padre, al Hijo y el Espíritu, sin caer en el politeísmo, ni tampoco modificando la Escritura por conveniencia (Eisegesis). Los teólogos de los primeros siglos del Cristianismo elaboraron explicaciones que generaron varias corrientes de pensamiento y una intensa polémica. Esta polémica se acentuó durante el reinado del emperador Constantino I, cuando los dirigentes de la Iglesia comenzaron a contar con el apoyo imperial y tuvieron que precisar cuál debía ser la doctrina compartida por las diversas comunidades cristianas. En contraposición tanto frente a las posiciones subordinacionistas (principalmente los partidarios de Arrio) como a las modalistas, algunos teólogos llegaron a la conclusión de que, si estas tres personas compartían diferentes cualidades y características divinas exclusivas de Dios (señorío, eternidad, omnisciencia, omnipresencia, santidad, etc.), se tendría que utilizar la fórmula matemática 1x1x1=1 en vez de 1+1+1=3, ya que ésta rompe el monoteísmo de Dios y se convierte en politeísmo o henoteísmo.
Citas bíblicas [editar]
En la Biblia se encuentran alusiones tanto al Padre como al Hijo y al Espíritu Santo que se han presentado como menciones implícitas de la naturaleza trinitaria de Dios.
Citas del Tanaj (Antiguo Testamento) en las que aparecen referencias a Dios en plural:
«Dios dijo: “Hagamos al hombre a nuestra imagen, según nuestra semejanza…”» (Gn 1,26)
«El hombre ha llegado a ser como uno de nosotros en el conocimiento del bien y del mal.» (Gn 3,22).
«Y dijo Yahvé: “Veo que todos forman un solo pueblo y tienen una misma lengua. Si esto va adelante, nada les impedirá desde ahora que consigan todo lo que se propongan. Pues bien, bajemos y confundamos ahí mismo su lengua, de modo que no se entiendan los unos a los otros”» (Gn 11,6-7)
«Yo oí la voz del Señor que decía: “¿A quién enviaré y quién irá por nosotros?”. Yo respondí: “¡Aquí estoy: envíame!”» (Is 6,8).
También se presenta como argumento la utilización de la palabra Elohim, que es plural, para referirse a Dios (por ejemplo, en Gn 20,13 o 2 Sam 7,23).
Citas del Nuevo Testamento en las que se identifica a Jesús con Dios:
El inicio del Evangelio de Juan: «En el principio existía el Verbo y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios» (Jn 1,1);
El reconocimiento de Tomás hacia Jesús con la expresión: «Señor mío y Dios mío» (Jn 20,28);
El reconocimiento de la omnisciencia de Jesús, atributo de Dios (Jn 21,17; Jn 16,30);
«El que me ha visto a mí, ha visto al Padre» (Jn 14,9);
«Yo estoy en el Padre y el Padre está en mí» (Jn 14,11);
«Todo lo que tiene el Padre es mío» (Jn 16,15);
La acusación de los judíos de hacerse Jesús igual a Dios (Jn 5,18);
La capacidad de Jesús de perdonar los pecados (Mc 2,5-10).
Citas del Nuevo Testamento en las que se menciona a las tres entidades:
El bautismo en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo (Mt 28,19);
El saludo paulino: «La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo sean con todos vosotros» (2 Co 13,13).8
Fuera de los libros considerados canónicos, la fórmula trinitaria está presente en la Didaché, documento cristiano datado del siglo I por la mayoría de los estudiosos contemporáneos: «Os bautizaréis en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo en agua viva (corriente). Pero si no tienes agua corriente, entonces bautízate en otra agua […]. Pero si no tienes ni una ni otra, entonces derrama agua sobre la cabeza tres veces en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo» (Did 7,1-3).9
Además de la polémica sobre la naturaleza de Jesús —si era humana, divina, o ambas a la vez—, de su origen —si eterno o temporal— y de cuestiones similares relativas al Espíritu Santo, el problema central del dogma trinitario es justificar la división entre «sustancia» única y triple «personalidad». La mayoría de las iglesias protestantes, así como las ortodoxas y la Iglesia Católica, sostienen que se trata de un misterio inaccesible para la inteligencia humana.
La Iglesia católica [editar]
La Iglesia católica dice: “La Trinidad es el término con que se designa la doctrina central de la religión cristiana […] Así, en las palabras del Símbolo Quicumque: ‘el Padre es Dios, el Hijo es Dios y el Espíritu Santo es Dios, y sin embargo no hay tres Dioses, sino un solo Dios’. En esta Trinidad […] las Personas son co-eternas y co-iguales: todas, igualmente, son increadas y omnipotentes. […]».10
La Iglesia ortodoxa griega [editar]
La Iglesia ortodoxa griega dice de la Trinidad lo siguiente: «Dios es trino y uno. […] El Padre es totalmente Dios. El Hijo es totalmente Dios. El Espíritu Santo es totalmente Dios».11
The Catholic Encyclopedia12 afirma que es un dogma y a la vez un misterio como sigue: «Un dogma tan misterioso presupone una revelación divina».
Las iglesias evangélicas [editar]
Las Iglesias Cristianas Evangélicas definen que dentro de la unidad de Dios existen tres distintas personas, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Los tres comparten los mismos atributos y la misma naturaleza, por lo tanto estos tres constituyen el único Dios.
Personas de la Trinidad

Según esta doctrina:
El Padre. Es increado e inengendrado.
El Hijo. No es creado sino engendrado eternamente por el Padre.
El Espíritu Santo. No es creado, ni engendrado, sino que procede eternamente del Padre y del Hijo (según las iglesias evangélicas y la iglesia católico-romana) o sólo del Padre (según la Iglesia católica-ortodoxa).
Según el Dogma católico definido en el Primer Concilio de Constantinopla (381), las tres personas de la Trinidad son realmente distintas pero son un solo Dios verdadero. Esto es algo posible de formular pero inaccesible a la razón humana, por lo que se le considera un misterio de fe. Para explicar este misterio, en ocasiones los teólogos cristianos han recurrido a símiles. Así, Agustín de Hipona comparó la Trinidad con la mente, el pensamiento que surge de ella y el amor que las une.13 Por otro lado, otros teólogos clásicos, como Guillermo de Occam, afirman la imposibilidad de la comprensión intelectual de la naturaleza divina y postulan su simple aceptación a través de la fe.14
Perspectiva de Tomás de Aquino [editar]

Tomás de Aquino usaba una imagen para ilustrar el misterio de la Trinidad:[cita requerida]
Todo ungido presupone por lo menos tres elementos: El que unge, el ungido y la unción.
Siendo Jesús el Cristo (es decir, el ungido de Dios), se puede hacer referencia a tres personas:
El que unge: sería Dios Padre.
El ungido: sería Dios Hijo.
La unción: sería Dios Espíritu Santo.

Acordaos

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Acordaos, ¡oh piadosísima Virgen María!,
que jamás se ha oído decir
que ninguno de los que han acudido a vuestra protección,
implorando vuestra asistencia y reclamando vuestro socorro,
haya sido desamparado.
Animado por esta confianza, a Vos también acudo,
¡oh Madre, Virgen de las vírgenes!,
y gimiendo bajo el peso de mis pecados
me atrevo a comparecer ante vuestra presencia soberana.
¡Oh Madre de Dios!, no desechéis mis súplicas,
antes bien, escuchadlas y acogedlas benignamente.
Amén.
Latín
Memorare, O piissima Virgo Maria,a saeculo non esse auditum,
quemquam ad tua currentem praesidia,
tua implorantem auxilia, tua petentem suffragia,
esse derelictum.
Ego tali animatus confidentia,
ad te, Virgo Virginum, Mater,
curro, ad te venio, coram te gemens peccator assisto.
Noli, Mater Verbi,
verba mea despicere; sed audi propitia et exaudi.
Amen.

Oración de intercesión a la Virgen María, comúnmente atribuida a san Bernardo de Claraval (1090-1153), posiblemente porque fue popularizada por Claude Bernard, el «Sacerdote Pobre» (1588-1641). El verdadero autor es desconocido. Los primeros textos que se conocen datan del siglo XV. Frecuentemente los papas le han otorgado indulgencias, hay ahora indulgencias parciales para quienes la reciten.1
Conocida por su primera palabra, Acordaos (en latín Memorare)

Jesucristo: Sumo y Eterno Sacerdote

Este jueves inmediato a Pentecostés celebramos la fiesta de Jesucristo Sumo y Eterno Sacerdote, contemplamos el sacerdocio redentor de Jesucristo como la cumbre y compendio de su acción salvadora en el mundo. Jesús es el sacerdote de la nueva alianza que nos ha reconciliado con Dios y nos ha llamado a formar parte de su Iglesia haciéndonos hijos del Padre. Nos ha comunicado una nueva vida en el Espíritu Santo y nos ha convertido en Pueblo sacerdotal, participes de su sacerdocio para extender el reino de Dios a todos los hombres.

En medio de este pueblo sacerdotal, Dios, por medio de la Iglesia, elige a algunos de los hermanos para que desempeñen el sacerdocio ministerial y santifiquen al pueblo de Dios. Como cristianos en Cristo y por Cristo ellos ofrecen vida, gozos y sufrimientos, con alegría en el altar. Ellos, llamados a desempeñar el sacerdocio ministerial, se unen de modo singular a Cristo, Sacerdote, Cabeza y Pastor: «Sólo el sacramento del Orden atribuye al ministerio ordenado una peculiar participación en el oficio de Cristo Cabeza y Pastor y en su sacerdocio eterno» (Christifideles laici, 23). La misión del sacerdote ordenado es perpetuar el sacerdocio único de Jesucristo.

Por otro lado, así como Jesús une en su mediación los dos aspectos de la relación con Dios y con los hombres, y esto es lo que lo constituye sumo sacerdote, así nosotros debemos unir en nuestras vidas la fe que nos acerca a Dios y la solidaridad que nos une a nuestros hermanos.

Nosotros debemos integrar la relación con Dios en el centro de nuestra vida, haciendo que nuestro culto sea la propia vida entregada y no como una realidad aparte; entrar en relación con Dios y confrontarnos constantemente con su voluntad, y acercar a nuestros hermanos a Dios. Y esto sólo podemos realizarlo estando unidos a Cristo por los sacramentos, que no son observancias rituales, sino medios de unión con Él. En esto consiste nuestro sacerdocio común, en unir toda la realidad de nuestra vida y de nuestra muerte, a la realidad de la vida y de la muerte de Cristo en favor de nuestros hermanos.

Esta festividad de origen española, obtuvo aprobación de la Santa Sede en 1971. Fue incluida en el calendario litúrgico en 1974, y desde 1996, se incorporaron textos propios en la liturgia de las horas, enviados desde Madrid por Juan Pablo II, en conmemoración de sus bodas de oro sacerdotales.

Hoy fiesta de Jesucristo, Sumo y Eterno Sacerdote, por la intercesión de Santísima Virgen, Reina y Madre de cada uno y de la Iglesia entera, oremos por los sacerdotes, para que sean dignos ministros de Nuestro Señor: hombres de oración, amantes del sacrificio, encendidos de celo por la salvación de las almas. Y en especial oremos por el Papa Benedicto XVI, que con tanta entrega y docilidad a Dios ha recibido la carga del Sumo Pontificado, para que el Señor le haga muy santo y llene de eficacia su labor en servicio de la Iglesia y de la humanidad.

“…Señor Jesucristo, nuestro Sumo Sacerdote,
concédenos tu Espíritu de Sabiduría y unión,
que a todos nos unifique en tu Cuerpo Místico, la Iglesia,
para ser tus testigos en el mundo…”

Jesús te ama.