María desde el evangelio

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María desde el evangelio es un libro antiguo escrito en Buenos Aires que se llama a ráfagas y que me acompaña cada día ante el Sagrario .
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Alquilo un apartamento que está pegado a la iglesia y siempre que suenan las campanas para allá que voy; por la mañana a misa y por la tarde a orar ante El . Siento su paz porque yo estoy en paz y los dos días que llevo de vacaciones son en continua oración o sea está durmiendo en la playa siento que rezo.

El Papa Francisco en Auschwitz: «Señor, perdona tanta crueldad»

Entre 1940 y 1942, los nazis mataron en esos lugares a 150.000 polacos, prácticamente toda la elite del país desde los políticos hasta los intelectuales y los profesores universitarios. A partir de 1942, Birkenau fue expandido hasta poder albergar 100.000 prisioneros y dar muerte a gran número de judíos en un macabro complejo de cuatro cámaras de gas y cuatro hornos crematorios.

Los niños, los ancianos y los enfermos iban inmediatamente a la muerte, mientras que las personas sanas se incorporaban al complejo de cuarenta fábricas de munición, material de guerra y caucho sintético. A medida que el trabajo les iba dejando sin fuerzas, les mataban.

Cuando sobraban brazos, incluso la gente sana iba directamente a las cámaras de gas, como la filósofa judía alemana Edith Stein, santa Teresa Benedicta de la Cruz, según el nombre que tomó en el Carmelo.

En Birkenau, Francisco recorrió en silencio todo el memorial de la tragedia, parándose a rezar ante cada una de las 23 lápidas que, en cada uno de los idiomas de las víctimas, honran la memoria de «un millón y medio de hombres, mujeres y niños, en su mayoría judíos», asesinados en ese lugar.

Igual que en Auschwitz, todos los invitados, entre los que había antiguos prisioneros y supervivientes del Holocausto, le esperaban en silencio. Hubo un aplauso espontáneo a su llegada, pero muy breve. Enseguida volvió el silencio mientras el Papa rezaba ante las lápidas. El monumento está construido sobre las ruinas de los hornos crematorios I y II, mientras que las del III pueden todavía verse a unos cincuenta metros, pues toda la estructura fue dinamitada por los alemanes antes de escapar ante las tropas soviéticas. Un poco más allá había un estanque donde se vertieron, a lo largo de los años, toneladas de cenizas, las de un millón largo de personas…

Francisco siguió rezando mientras un rabino cantaba en el idioma hebreo original el Salmo 130, un grito desgarrador a Dios conocido en latín como «De profundis». Después se acercó a saludar a las veinticinco personas, en su mayoría muy ancianas, que salvaron a judíos escondiéndolos en sus casas a riesgo de su propia vida.

Tanto el rabino jefe de Polonia como muchos otros en varios países han aplaudido el silencio de Francisco. La «Shoah» es un mal indescriptible, y en el escenario del mayor crimen de la historia humana, lo más adecuado es un silencio que, paradójicamente, se convierte en un fortísimo mensaje de respeto hacia las víctimas y el pueblo judío.

Vida de Santa Marta de Betania

Memoria de santa Marta, que recibió en su casa de Betania, cerca de Jerusalén, a Jesús, el Señor, y muerto su hermano Lázaro, proclamó: «Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo, que has venido al mundo» (s. I).

Marta es hermana de María y de Lázaro y vivía en Betania, pequeña población distante unos cuatro kilómetros de Jerusalén, en las cercanías del Monte de los Olivos.

Jesús Nuestro Señor vivía en Galilea pero cuando visitaba Jerusalén acostumbraba hospedarse en la casa de estos tres discípulos en Betania, que, tal vez, habían cambiado también su morada de Galilea por la de Judea. Marta se esforzó en servirle lo mejor que pudo y, más tarde, con sus oraciones impetró la resurrección de su hermano.

San Juan nos dice que «Jesús amaba a Marta y a su hermana María y Lázaro» (Jn 11:5).

Lucas añade:

«Yendo ellos de camino, entró en un pueblo; y una mujer, llamada Marta, le recibió en su casa. Tenía ella una hermana llamada María, que, sentada a los pies del Señor, escuchaba su Palabra, mientras Marta estaba atareada en muchos quehaceres. Acercándose, pues, dijo: «Señor, ¿no te importa que mi hermana me deje sola en el trabajo? Dile, pues, que me ayude.» -Lucas 10:38-40

Evangelio de hoy

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Evangelio según san Lucas (11,1-13), del domingo, 24 de julio de 2016
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Lectura del santo evangelio según san Lucas (11,1-13):

Una vez que estaba Jesús orando en cierto lugar, cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo: «Señor, enséñanos a orar, como Juan enseñó a sus discípulos.»
Él les dijo: «Cuando oréis decid: «Padre, santificado sea tu nombre, venga tu reino, danos cada día nuestro pan del mañana, perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a todo el que nos debe algo, y no nos dejes caer en la tentación.»»
Y les dijo: «Si alguno de vosotros tiene un amigo, y viene durante la medianoche para decirle: «Amigo, préstame tres panes, pues uno de mis amigos ha venido de viaje y no tengo nada que ofrecerle.» Y, desde dentro, el otro le responde: «No me molestes; la puerta está cerrada; mis niños y yo estamos acostados; no puedo levantarme para dártelos.» Si el otro insiste llamando, yo os digo que, si no se levanta y se los da por ser amigo suyo, al menos por la importunidad se levantará y le dará cuanto necesite. Pues así os digo a vosotros: Pedid y se os dará, buscad y hallaréis, llamad y se os abrirá; porque quien pide recibe, quien busca halla, y al que llama se le abre. ¿Qué padre entre vosotros, cuando el hijo le pide pan, le dará una piedra? ¿O si le pide un pez, le dará una serpiente? ¿O si le pide un huevo, le dará un escorpión? Si vosotros, pues, que sois malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo piden?»