Reparación al Inmaculado Corazón de María

Unknown-1  Corazón de María
Aprovechemos las innumerables gracias que Dios concede a quienes desagravian el Sagrado Corazón de María los primeros sábados de mes.

Fue solicitado por la Virgen en Fátima (donde el día profetizado para la aparición, el sol bailó ante la mirada de miles de personas incluyendo ateos que odiaban la Religión y donde Juan Pablo II puso en la corona de la Virgen, la bala destinada a asesinarlo, milagrosamente desviada por la mano maternal de María):

1. Confesarse ANTES (máximo 8 días) con la intención de reparación al Inmaculado Corazón de María (si uno se olvidó de la intención, y no está en pecado mortal, puede confesarse después del sábado pero lo antes posible, recordándola). La confesión requiere dolor de los pecados, conversión de corazón y propósito de enmienda.

2. Comulgar en estado de Gracia (si se está en pecado mortal, por ejemplo, por faltar a la Misa dominical, para recuperarlo, basta confesarse antes de comulgar)

3. Rezar un misterio del Rosario (5 decenas) con ternura por nuestra Madre Inmaculada.

4. Rezarle a la Virgen 15 minutos adicionales meditando los misterios del Rosario (por lo menos Gozosos, Dolorosos y Gloriosos) con la intención de reparar.

Aclaraciones:

La Virgen prometió asistencia a la hora de la muerte pero esto no significa que debamos aprovecharnos de la generosidad de Jesús y dejar de luchar por la máxima santidad posible en cada momento de nuestra vida.

Recordar que seremos recompensados proporcional e infinitamente por cada acto de amor en cada momento.

Aún si hicimos la reparación durante 5 sábados, no quita que no podamos tener la intención de reparar en otros momentos las cinco formas en que es ofendido su Inmaculado Corazón:

1. Ataques contra la Inmaculada Concepción de María.

2. Ataques a su Perpetua Virginidad.

3. Ataques a su Divina Maternidad y el rechazo de aceptarla como la Madre de toda la humanidad.

4. Por aquellos que tratan públicamente de implantar en los niños indiferencia, desprecio y aun odio por esta Madre Inmaculada.

5. Por aquellos que la insultan directamente en sus imágenes sagradas.

Historia

Esta devoción fue revelada por la Virgen María en Fátima a la Hermana Lucía el 10 de Diciembre de 1925 mientras estaba arrodillada en la capilla del Convento.

Nuestra Señora se le apareció con el Niño Jesús quien le dijo:
“Ten compasión del corazón de tu Santísima Madre. Éste está cubierto con espinas, con las cuales hombres ingratos lo hieren en cada momento y no hay nadie que las remueva con un acto de reparación.”

Nuestra Señora se mostró también sosteniendo un corazón rodeado con espinas agudas y le dijo:
«Mira, mi Corazón rodeado de espinas que los hombres ingratos, a cada momento, me clavan con blasfemias e ingratitudes. Tú, al menos, haz algo por consolarme y dí, en mi nombre, que a todos aquéllos que durante cinco meses, en el primer sábado, se confiesen, reciban la sagrada comunión, recen el rosario y me acompañen quince minutos meditando sus misterios con el fin de desagravarme, yo prometo asistirlos en la hora de la muerte con todas las gracias necesarias para su salvación».

Lucía le habló (a Jesús) de la confesión para los primeros sábados y preguntó si valía hacerla en los ocho días. Jesús contestó: «Sí; todavía con más tiempo, con tal que me reciban en estado de gracia y tengan intención de desagraviar al Inmaculado Corazón de María».
«He aquí hija mía, por que ante este Inmaculado Corazón ultrajado, se movió mi misericordia a pedir esta pequeña reparación, y, en atención a Ella, a conceder el perdón a las almas que tuvieran la desgracia de ofender a mi Madre. En cuanto a ti procura incesantemente con tus oraciones y sacrificios moverme a misericordia para con esas almas».

La intención de hacer esta reparación al Inmaculado Corazón de María puede ponerse al principio.

Carta de la Hermana Lucía explicando esta devoción
(1 Noviembre de 1927 a Doña María Miranda, su Madrina)

“Yo no se si tu ya sabes acerca de la devoción reparatoria de los cinco primeros Sábados al Inmaculado Corazón de María. Como todavía esta reciente, me gustaría inspirarte a practicarla, porque es pedida por Nuestra querida Madre Celestial y Jesús ha manifestado un deseo de que sea practicada. También me parece que serias muy afortunada querida madrina, no solo de saberla y de darle a Jesús la consolación de practicarla, pero también de hacerla conocida y abrazada por muchas otras personas.

Consiste de esto: Durante cinco meses en los Primeros Sábados, recibir a Jesús en la Sagrada Comunión, recitar un Rosario, mantener quince minutos de compañía a la Virgen mientras se meditan los misterios del Rosario, y hacer una confesión. La confesión se puede hacer unos pocos días antes, y si en esta confesión previa tu haz olvidado la intención (requerida), la siguiente intención se puede ofrecer, siempre y cuando en el Primer Sábado uno reciba la Sagrada Comunión en estado de Gracia, con la intención de hacer reparación por las ofensas en contra de la Santísima Virgen y las cuales afligen Su Inmaculado Corazón.
Me parece, querida Madrina, que somos afortunados de poder darle a nuestra querida Madre Celestial esta prueba de amor, porque nosotros sabemos que Ella desea que se le ofrezca esto.
En cuanto a mi, Yo reconozco que nunca estoy tan contenta como cuando llega el Primer Sábado. No es verdad que nuestra mas grande felicidad es pertenecerle completamente a Jesús y a María, y amarles a ellos y a ellos solamente, sin reserva?
Nosotros vemos esto claramente en las vidas de los santos… Ellos estaban contentos porque ellos amaban, y nosotros, mi querida madrina, nosotros tenemos que buscar amar como ellos lo hicieron, no solamente para disfrutar a Jesús, lo cual es lo menos importante «porque si no lo disfrutamos aquí abajo, nosotros lo disfrutaremos al arriba» pero para darles a Jesús y María la consolación de ser amados… y que a cambio de este amor ellos podrían salvar muchas almas.»

Acto de Consagración al Inmaculado Corazón de María
» Oh, Virgen mía, Oh, Madre mía,
yo me ofrezco enteramente a tu Inmaculado Corazón
y te consagro mi cuerpo y mi alma,
mis pensamientos y mis acciones.

Quiero ser como tu quieres que sea,
hacer lo que tu quieres que haga.
No temo, pues siempre estas conmigo.
Ayúdame a amar a tu hijo Jesús,
con todo mi corazón y sobre todas las cosas.

Pon mi mano en la tuya para que este siempre contigo.»

Aclaración respecto al título de este mensaje:

Muchos Santos, cuentan cómo pecadores empedernidos han sido salvados en la hora de su muerte por haber realizado ésta u otras devociones años atrás.

Si bien es cierto que existe la libertad humana de rechazar a Dios hasta el momento final, imposible rechazarlo cuando se aparece la Virgen EN PERSONA y FRENTE A NUESTROS OJOS, alejando al maligno en sus últimos desesperados intentos por desesperarnos, y llenándonos de paz y confianza en la Divina Misericordia.

El problema en el fondo no es el título, sino en no creer en la promesa de la Virgen.

Esto no es un cheque en blanco para pecar porque, después de la Misericordia, a la que sólo se accede en vida terrena, se aplica la Justicia: deberemos pagar hasta el último pecado sin reparar, en la cárcel del Purgatorio, donde se sufre más que cualquier tormento en la tierra, y también deberemos rendir cuenta de todas las buenas obras que pudimos hacer y no hicimos por nuestro egoísmo y de las almas que se perdieron por las gracias desaprovechadas por nuestra tibieza, al no tratar de ser perfectos como nos pide Jesús.

Indulgencia

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Tal como enseña el Catecismo de la Iglesia Católica, muchos desconocen que una de las obras de misericordia más fáciles y más importantes que se puede ofrecer cada día es liberar un alma del fuego del purgatorio, donde se sufre más que cualquier dolor en este mundo, para reparar la deuda de los propios pecados (la confesión es como quitar un clavo del alma pero reparar el agujero cuesta sufrimiento). Casa alma liberada intercederá por su liberador todos los días CARA A DIOS y le llenará de bendiciones !!!
La indulgencia también se puede ofrecer por la propia alma, si es que en el futuro no se ganará otra antes de la muerte.

La propuesta para los primeros jueves es la única que no exige comulgar y por lo tanto la única que pueden GANAR LOS NIÑOS que ya hayan hecho la primera confesión !!!
Sería buenísimo que los padres y catequistas les enseñen esto: es la única forma que tienen los niños de ganar indulgencia plenaria antes de la primera comunión y esto sólo por este año sacerdotal. Hay que aprovechar!

Si quiere saber la forma más fácil de ganar indulgencia plenaria el resto de los días del año vea al pie: cada año incorporará 365 almas que rezarán por Ud. y sus intenciones y por la Iglesia! Ni se imagina lo importante que son estas oraciones para ayudar a levantar la Iglesia porque estas almas no sólo rezarán hasta que Ud. se muera sino hasta el fin del mundo dentro de cientos de años (profecía de Don Bosco).

Recordemos que tan pocos Católicos ganan indulgencias que hay almas que quedarán atrapadas en el fuego del purgatorio hasta el fin de los tiempos. No seamos insensibles!

Por ser primer jueves se concede indulgencia plenaria a los fieles que:
1) realmente arrepentidos
2) en una iglesia u oratorio
3) asistan con devoción al sacrificio divino de la misa
4) ofrezcan oraciones a Jesucristo por los sacerdotes
5) y cualquier obra buena realizada ese día, para que los santifique y los modele según su Corazón,
6) Se confiesen sacramentalmente y cumplan la penitencia
7) Recen por la intención del Sumo Pontífice

Cualquier otro día de este año sacerdotal hay indulgencia parcial a todos los fieles cada vez que recen con devoción en honor del Sagrado Corazón de Jesús cinco padrenuestros, avemarías y glorias, u otra oración aprobada específicamente, para que los sacerdotes se conserven en pureza y santidad de vida.

PENITENCIARÍA APOSTÓLICA
INDULGENCIAS CON OCASIÓN DEL AÑO SACERDOTAL
Como se anunció, el Papa Benedicto XVI decidió convocar un Año sacerdotal especial con ocasión del 150 aniversario de la muerte de san Juan María Vianney, cura de Ars, modelo luminoso de pastor, entregado completamente al servicio del pueblo de Dios. Durante este Año sacerdotal, que comenzará el 19 de junio de 2009 y se concluirá el 19 de junio de 2010, se concede el don de indulgencias especiales, de acuerdo con lo que se especifica en el siguiente Decreto de la Penitenciaría apostólica.

DECRETO
Se enriquecen con el don de sagradas indulgencias algunas prácticas de piedad que se realicen durante el Año sacerdotal convocado en honor de san Juan María Vianney.
Ya se acerca el día en que se conmemorará el 150° aniversario de la piadosa muerte de san Juan María Vianney, cura de Ars, que aquí en la tierra fue un admirable modelo de auténtico pastor al servicio de la grey de Cristo.
Dado que su ejemplo ha impulsado a los fieles, y principalmente a los sacerdotes, a imitar sus virtudes, el Sumo Pontífice Benedicto XVI ha establecido que, con esta ocasión, desde el 19 de junio de 2009 hasta el 19 de junio de 2010 se celebre en toda la Iglesia un Año sacerdotal especial, durante el cual los sacerdotes se fortalezcan cada vez más en la fidelidad a Cristo con piadosas meditaciones, prácticas de piedad y otras obras oportunas.
Este tiempo sagrado comenzará con la solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús, Jornada de santificación de los sacerdotes, cuando el Sumo Pontífice celebre las Vísperas ante las sagradas reliquias de san Juan María Vianney, traídas a Roma por el obispo de Belley-Ars. Benedicto XVI concluirá el Año sacerdotal en la plaza de San Pedro, en presencia de sacerdotes procedentes de todo el mundo, que renovarán su fidelidad a Cristo y su vínculo de fraternidad.
Esfuércense los sacerdotes, con oraciones y obras buenas, por obtener de Cristo, sumo y eterno Sacerdote, la gracia de brillar por la fe, la esperanza y la caridad, y otras virtudes, y muestren con su estilo de vida, pero también con su aspecto exterior, que están plenamente entregados al bien espiritual del pueblo, que es lo que la Iglesia siempre ha buscado por encima de cualquier otra cosa.
Para conseguir mejor este fin, ayudará en gran medida el don de las sagradas indulgencias que la Penitenciaría apostólica, con este Decreto, promulgado de acuerdo con la voluntad del Sumo Pontífice, otorga benignamente durante el Año sacerdotal.
A. A los sacerdotes realmente arrepentidos, que cualquier día recen con devoción al menos las Laudes matutinas o las Vísperas ante el Santísimo Sacramento, expuesto a la adoración pública o reservado en el sagrario, y, a ejemplo de san Juan María Vianney, se ofrezcan con espíritu dispuesto y generoso a la celebración de los sacramentos, sobre todo al de la Penitencia, se les imparte misericordiosamente en Dios la indulgencia plenaria, que podrán aplicar también a los presbíteros difuntos como sufragio si, de acuerdo con las normas vigentes, se acercan a la confesión sacramental y al banquete eucarístico, y oran según las intenciones del Sumo Pontífice.
A los sacerdotes se les concede, además, la indulgencia parcial, también aplicable a los presbíteros difuntos, cada vez que recen con devoción oraciones aprobadas, para llevar una vida santa y cumplir santamente las tareas a ellos encomendadas.
B. A todos los fieles realmente arrepentidos que, en una iglesia u oratorio, asistan con devoción al sacrificio divino de la misa y ofrezcan por los sacerdotes de la Iglesia oraciones a Jesucristo, sumo y eterno Sacerdote, y cualquier obra buena realizada ese día, para que los santifique y los modele según su Corazón, se les concede la indulgencia plenaria, a condición de que hayan expiado sus pecados con la penitencia sacramental y hayan elevado oraciones según la intención del Sumo Pontífice: en los días en que se abre y se clausura el Año sacerdotal, en el día del 150° aniversario de la piadosa muerte de san Juan María Vianney, en el primer jueves de mes o en cualquier otro día establecido por los Ordinarios de los lugares para utilidad de los fieles.
Será muy conveniente que, en las iglesias catedrales y parroquiales, sean los mismos sacerdotes encargados del cuidado pastoral quienes dirijan públicamente estas prácticas de piedad, celebren la santa misa y confiesen a los fieles.
También se concederá la indulgencia plenaria a los ancianos, a los enfermos y a todos aquellos que por motivos legítimos no puedan salir de casa, si con el espíritu desprendido de cualquier pecado y con la intención de cumplir, en cuanto les sea posible, las tres acostumbradas condiciones, en su casa o donde se encuentren a causa de su impedimento, en los días antes determinados rezan oraciones por la santificación de los sacerdotes, y ofrecen con confianza a Dios, por medio de María, Reina de los Apóstoles, sus enfermedades y las molestias de su vida.
Por último, se concede la indulgencia parcial a todos los fieles cada vez que recen con devoción en honor del Sagrado Corazón de Jesús cinco padrenuestros, avemarías y glorias, u otra oración aprobada específicamente, para que los sacerdotes se conserven en pureza y santidad de vida.
Este Decreto tiene vigor a lo largo de todo el Año sacerdotal. No obstante cualquier disposición contraria.
Dado en Roma, en la sede de la Penitenciaría apostólica, el 25 de abril, fiesta de San Marcos evangelista, año de la encarnación del Señor 2009.
Cardenal James Francis Stafford
Penitenciario mayor
Gianfranco Girotti, o.f.m.conv.
Obispo titular de Meta, Regente

Además de buscar la propia santidad, la mejor forma de amar y honrar a un difunto es ganar una indulgencia plenaria a su favor: sólo Dios dispone a quien aplicarla pero seguramente a la larga lo hará con quien deseemos.

El sufrimiento del purgatorio es peor a la suma de todos los sufrimientos que se puedan tener en la tierra. Por eso es muy importante hacerse imponer el escapulario por un sacerdote: tenemos la certeza de que saldremos el primer sábado luego de nuestra muerte. Santo Tomás dice que rezar por un alma en el purgatorio es más misericordioso que rezar por un alma en la tierra. En esta vida uno puede ayudarse a sí mismo o pedir ayuda, mientras que en el purgatorio somos como ahogados sin fuerzas.

Cada pecado esconde un castigo. Cuando elegimos pecar, indirectamente elegimos también una deuda a la justicia. Por eso en el Padrenuestro rezábamos “perdónanos nuestras deudas así como nosotros también perdonamos a nuestros deudores”.

Si pasamos un semáforo en colorado, elegimos indirectamente la posibilidad de que nos pongan una multa. Esto es igual, sólo que la multa no es una posibilidad sino una certeza: nada escapa a la Justicia Divina. Las deudas por nuestros pecados las pagamos en vida (al ofrecer nuestros sacrificios) y en el purgatorio.

El purgatorio no es un castigo: es una misericordia de Dios. Si no existiera el purgatorio, casi nadie podría entrar al Cielo donde debemos entrar con un traje impecable como cuenta la parábola del evangelio. El purgatorio es la lavandería gratuita (pagada previamente con toda la Sangre de Cristo) para darnos la chance de poder entrar a quienes muramos sin pecado mortal pero aún tengamos que pagar por las deudas de los pecados veniales.

La doctrina del purgatorio no es una invención teológica: está en la Biblia, tanto en el antiguo testamento como en el nuevo.

La indulgencia plenaria es una potestad del Papa (que según la Biblia, tiene el poder de desatar en la tierra, quedando desatado en el Cielo).

La indulgencia se puede aplicar para sí mismo o para un alma del purgatorio. Si es para sí mismo, quedan saldadas todas las deudas: si morimos sólo tendremos que pagar las deudas desde que ganamos la indulgencia hasta que morimos.

Una indulgencia plenaria tiene el poder de liberar instantáneamente a un alma del purgatorio, sin importar cuánta sea la deuda. Pero Dios decide a quién aplicarla, tratando de respetar la intención de quien ofrece la indulgencia y de buscar el máximo bien para éste y para la Iglesia. Por eso todos debemos obtener indulgencia confiando en que al menos una será aplicada al alma en cuestión.

Con esto no se está diciendo que el Br. Manolo no esté en el Cielo. Simplemente, que existiendo la posibilidad de algún pequeño pecado venial, conviene rezar por su alma. De todas formas, si ya está en el Cielo, él nos agradecerá la intención y dispondrá de gracias para bendecirnos: ninguna indulgencia se pierde y sirven para bendecir a toda la Iglesia. Cada alma que sale del purgatorio reza por nosotros, cara a Dios, en una oración perfecta, sin interferencias.
(Ver puntos del Catecismo 1471/98).

Algunas buenos actos de piedad que son indulgenciantes durante todo el año (elegir uno):

– Rezar el Rosario en compañía, meditando interiormente y anunciando cada uno de los 5 misterios, rezando sin interrupción y en voz alta

– Media hora de lectura y meditación del Evangelio

– Media hora de adoración/oración frente al Santísimo Sacramento o Sagrario

Y a continuación lo más corto (bastan 5 minutos!):

– Via Crucis: basta una breve jaculatoria y meditación sobre los padecimientos de Nuestro Señor en cada estación (aunque lo ideal es leer un texto y rezar un Padrenuestro y Avemaría también).

Requisito: debe ser en Iglesia donde esté erigido según ley (lamentablemente muchas no cumplen este criterio, por ejemplo, las cruces no son de madera, o el templo fue dedicado antes de colocar el Via Crucis y el Via Crucis no fue bendecido específicamente). Lamentablemente, se pierden cientos de miles de indulgencias y Gracias infinitas porque las Iglesias no colocan una placa indicando que el Via Crucis de allí cumple las condiciones para ser indulgenciante, aprovechando para incluir estos puntos de catequesis sobre las indulgencias. También se podría agregar que realizar el Via Crucis a las 15 hs. da las Gracias especiales prometidas por Cristo por ser la Hora de la Misericordia: “Nada le será negado al alma que lo pida por los méritos de Mi Pasión” (Diario de Santa Faustina, 1320, que se puede bajar de http://groups.google.com/group/evangelio/files)

Para ganar la indulgencia plenaria, además del acto de piedad elegido, son necesarias 3 condiciones:

1) Estar en Gracia al momento de realizar la buena obra: no estar en pecado mortal como por ejemplo, haber faltado a la Misa Dominical o Fiestas de guardar, utilizar anticonceptivos (son todos abortivos), no haberse confesado y comulgado durante más de un año, etc.

2) Confesarse de corazón (con verdadero dolor de los pecados, odio al pecado incluso venial, intención de convertirse y de evitar las ocasiones que llevan al pecado) y comulgar, dentro de los 15 días (anteriores o posteriores a la buena obra).

3) Rezar por las intenciones del Papa (se sugiere al menos un Padre Nuestro y Ave María).

Para ganar indulgencia plenaria es necesario una comunión por indulgencia mientras que una confesión puede cubrir hasta 15 indulgencias. De esta forma, realizando la buena obra, rezando por el Papa, comulgando diariamente y confesándose cada 2 semanas es posible ganar una indulgencia diaria: en un año contará con 365 almas liberadas del purgatorio que rezarán agradecidas por Ud. ante Dios. No podrá parar de agradecer las bendiciones.

¡ Ave María puríssima !

Comulgar en la boca

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Comunión a la bolognesa

El Card. Arzobispo de Bolonia, Mons. Carlo Caffarra, sucesor del Card. Biffi, ha revocado el indulto que permitía comulgar en la mano en la catedral y dos iglesia más de su diócesis. Es decir, la comunión en estos lugares de la Diócesis de Bolonia es ahora obligatoria en la forma tradicional, es decir, en la lengua.

Esta disposición tiene connotaciones importantísimas. En primer lugar es, que sepamos, el primer caso en que se vuelve atrás allí donde se había impuesto el malhadado “indulto”. Poca gente sabe que esta forma de comulgar le ha sido impuesta a la gente invocando un documento en el que se la describía como inadecuada y antitradicional por el Papa Paulo VI. Lo cierto es que por vía de presiones, los holandeses consiguieron “legalizar” aquello que hacían sin permiso y contra toda la tradición romana. Y de allí al mundo, pasaron pocos años. Con el agravante de que fue el clero, principalmente los obispos, quienes la impusieron como si fuese un reclamo de los fieles. En la Argentina solo el obispo de San Luis y luego su sucesor, se opuso con razones fundadas (ver archivo adjunto con los documentos citados) a su aplicación: en la Diócesis de San Luis nadie comulga en la mano.

Fuente: panorama católico
El Arzobispo de Lima promueve la comunión en la boca
Propone como ejemplo sacerdotal al Santo Cura de Ars
“Recuperemos el amor a la Eucaristía”
El Arzobispo de Lima invocó a los fieles a practicar una urbanidad eucarística, consistente en la buena educación de la piedad, respeto y adoración al Cuerpo de Cristo. Esta exhortación la realizó en la Misa Dominical que celebró en la Basílica Catedral de Lima, el domingo 23 de agosto, XXI del Tiempo Ordinario.
“Recuperemos ese amor a la Eucaristía, recibiendo a Jesús con el cuerpo y el alma limpios, en gracia de Dios. Que se utilice esa pequeña bandeja de comunión, para que en caso una partecita de la Hostia se desprenda, no caiga al suelo. Por eso, esta urbanidad, que debemos enseñarla desde los niños hasta los más ancianos”, exhortó durante su homilía.
Asimismo, el Pastor de Lima recordó que la Iglesia Universal enseña que la comunión Eucarística se recibe en la boca, y de una manera extraordinaria –con permiso del obispo- en la mano.
“La comunión Eucarística se recibe en la boca para evitar el uso de la mano sucia en contacto con el Cuerpo de Cristo. En esta arquidiócesis todavía hay el permiso (para recibir el Cuerpo de Cristo en la mano). Digo todavía, porque cada vez más le pido a los sacerdotes y religiosos que ese respeto visible al Cuerpo de Cristo se manifieste y que no esté entregándose el Cuerpo de Cristo como quien reparte unos papeles”, mencionó.
El Arzobispo de Lima también recordó que la forma correcta de recibir a Jesús en la Eucaristía requiere de una preparación personal para estar en gracia. Y al momento de recibirlo, mostrar una señal visible de respeto, que puede ser la inclinación de la cabeza, y mucho más recomendable, recibir la Santa Eucaristía de rodillas.
El amor a la Eucaristía del Cura de Ars
Finalmente, el Pastor de Lima recordó, en este Año Sacerdotal, al Santo Cura de Ars, San Juan María Vianney, como un ejemplo a imitar en el amor a Dios en la Eucaristía.
“Hay que tener esa buena educación del Cuerpo de Cristo. Abramos con confianza el corazón a Cristo, dejemos que nos conquiste. Como decía el Santo Cura de Ars: nuestra única felicidad en esta tierra consiste en amar a Dios y saber que él nos ama. Que la Virgen María con su humildad nos enseñe a ser más respetuoso cuando nos acerquemos a recibir el Cuerpo de Cristo”, culminó.
Sala de Prensa
Jr. Chancay Nº 282. Lima 1 Tlf. 203-7736

Comentario: más allá de la forma de mostrar más reverencia lo más importante de este debate es que no se pierdan partículas de la Hostia porque Jesús está completo en cada una de ellas (dogma de fe basado en la Biblia, ver catecismo). El descuido a propósito es una falta de amor muy triste. Por de pronto les rogamos con mucho amor a quienes comulgan en la mano de lamerse la mano que hace de patena y los dedos con que agarran la Hostia, en cuanto vean una miguita (incluso de un cuarto de milímetro). Si se ve a simple vista, allí está Jesús quien no merece ser tirado al piso y pisoteado. Si tienen problemas de vista, hay que lamerse por las dudas.

Milagro en Lourdes

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Nueva curación inexplicable en Lourdes: la historia de Antonietta Raco
Su testimonio y el de su obispo
IMG_2144  milagro en Lourdes

LOURDES, viernes 28 de agosto de 2009 (ZENIT.org) –

La italiana Antonietta Raco, paralizada desde el año 2005, ha sido curada de una esclerosis lateral amiotrófica (ELA, como la suelen denominar los especialistas) a raíz de una peregrinación a Lourdes, este verano, anunció su obispo, de la diócesis de Tursi-Lagonegro, monseñor Francescantonio Nolé.
«Es un don del Señor a través de su santísima Madre», ha declarado el obispo que guiaba la peregrinación. Su testimonio fue recogido este jueves por Radio Vaticano.
Raco tiene 50 años y es de Francavilla in Sinni, cerca de Potenza, en la región de la Basilicata, en el sur de Italia. Ha sido tratada en el hospital Le Molinette de Turin.
Se ha puesto de nuevo en pie y ha vuelto a caminar de manera inexplicable.
El obispo precisa que Raco realizó una visita de control en Turín el 24 de agosto y el profesor Chiò declaró que «desde el punto de vista de la literatura médica, nunca ha habido un caso de regresión de la enfermedad».
«Se puede decir que es un acontecimiento extraordinario», ha dicho el prelado.
Los médicos, sorprendidos
El pasado 25 de agosto, Raco explicó al diario católico italiano «Avvenire» las circunstancias de esa visita médica con su marido.
«Yo estaba ansiosa de reencontrarme con los médicos; esperaba que alguno me dijera que ya no tenía nada –recuerda–. Durante esa visita, vi el asombro de los especialistas».
«El profesor Chiò ha querido que explique todo lo que me está pasando sin omitir nada», explica.
«Él estaba sorprendido y me dijo: ‘Me he quedado sin habla’ –recuerda–. Me envió a hacer nuevas pruebas, me pidió que no suspendiera la terapia. Y, sin decir nada, me dio un beso. Y se conmovió. Yo siempre he rezado por él esperando que se descubriera cómo curar la ELA».
Fue el profesor Chiò quien envió el dossier clínico al obispo que lo hará llegar a la oficina de Lourdes.
Un equipo médico analizará la cuestión no sólo desde el punto de vista médico, sino también desde el punto de vista teológico.
Una voz que calma
Raco ha explicado a «Avvenire» la historia de esta curación: «En Lourdes, yo no pedí un milagro. Yo recé a la Virgen para que me diera la fuerza de vivir con dignidad cada instante que me quedaba», indica.
«Los casos de Piergiorgio Welby y de Eluana Englaro [dos casos de eutanasia muy mediáticos en Italia] me impresionaron; se interrumpieron las ayudas vitales de esas personas –reconoce–. Recé para no llegar a algo así».
«La vida debe ser vivida siempre y en toda circunstancia hasta el extremo -afirma–. También recé por una niña de mi pueblo que también padece ELA».
Antonietta Raco precisa: «Al entrar en el agua, fui ayudada por tres ‘damas’; dos de ellas se apartaron después y la otra continuó ayudándome».
Y continúa: «Pero mientras ella estaba haciendo esto, sentí la presencia de alguien más que me sostenía por el cuello; intenté volverme, pero no había nadie; sentí un gran dolor en las piernas, después un alivio».
«Fue en ese momento cuando escuché, a mi izquierda, una voz femenina muy bella, suave, tierna, ligera –explica–. Nunca he oído nada igual; el mero hecho de oírla me alivió físicamente».
«Ella me dijo: ‘¡No tengas miedo, no tengas miedo!’ –revela–. Pero yo temblaba, ¡tenía tanto miedo!, también porque era la única que oía esa voz».
El respeto de monseñor Nolé
Monseñor Nolé también ha expresado sus impresiones personales: «En primer lugar, un gran respeto hacia esta señora que ha ido a Lourdes y no ha pedido nada sino morir en paz».
El prelado continúa: «Ella dijo: «No quiero acabar como Welby, quiero que el Señor, que es dueño de la vida, sea el que tome mi vida en su mano».
«Después pidió la paz y la serenidad para ella misma y para su familia. Y luego, la gracia para una niña de cuatro años que sufre también una esclerosis lateral amiotrófica», añade.
Pero sobre todo, el obispo siente respeto «porque, en Lourdes, después de haber recibido este gran don, esta señora no se lo dijo a nadie: se lo guardó para ella misma durante tres días».
«Y al volver a su casa sintió una voz interior que le invitaba: ‘¡Cuéntalo, dilo!’. Entonces preguntó: ‘¿Qué debo decir? Yo no merezco tanto, soy indigna…'», relata.
El obispo recuerda: «Yo le dije, tranquilizándola, que el Señor ha hecho este regalo no sólo para ella sino para toda la comunidad y para todos los que se enterarán, y de hecho estamos viviendo las consecuencias positivas».
La confesión a su marido
Efectivamente, la noche del 5 de agosto, después de la peregrinación, Raco sintió de nuevo la misma voz, cuando en realidad ella no había dicho nada a nadie antes.
Ella explica: «Estaba sentada en el sofá, mi marido estaba a unos metros de distancia. Sentí de nuevo claramente la misma voz que en Lourdes: ‘Llámale, díselo, llámale'».
«Yo me dije: ‘¿Pero qué debo decirle?’ Y entendí otra vez: ‘Llama a tu marido, díselo’. Entonces llamé a mi marido Antonio y me levanté, di unos pasos y después volví al mismo lugar. Él no podía creer lo que estaba viendo. Y se lo dije todo», recuerda.
Antonietta Raco ha expresado su deseo de volver a Lourdes «pero como voluntaria para ayudar a los enfermos como otros me han ayudado».
Y el obispo destaca el efecto de esta curación: «He aquí que se ha vuelto a dar fervor a los que tenían fe y se ha removido la conciencia de los que la tenían tibia, apática».
«Muchos se han comprometido a ir a Lourdes, a estar disponibles para el servicio a los enfermos –explica–. Después se confronta la enfermedad y se dice: «Bien, esta señora ha recibido este milagro pero no lo había pedido. Se redescubre la gratuidad de la oración y la oración por los demás».
Monseñor Nolé insiste en el sentido de la peregrinación a Lourdes diciendo: «En el servicio a los demás, se redescubre justamente una gran fraternidad, la gratuidad de darse y de recibir dando, sin esperar recompensa material, obviamente, ni espiritual o moral: pero el servicio se convierte en sí mismo en una recompensa».

[Por Anita S. Bourdin, traducción del original francés por Patricia Navas]