Oración a la sangre de Cristo

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Señor Jesús, en tu nombre y con
el Poder de tu Sangre Preciosa
sellamos toda persona, hechos o
acontecimientos a través de los cuales
el enemigo nos quiera hacer daño.

Con el Poder de la Sangre de Jesús
sellamos toda potestad destructora en
el aire, en la tierra, en el agua, en el fuego,
debajo de la tierra, en las fuerzas satánicas
de la naturaleza, en los abismos del infierno,
y en el mundo en el cual nos movemos hoy.

Con el Poder de la Sangre de Jesús
rompemos toda interferencia y acción del maligno.
Te pedimos Jesús que envíes a nuestros hogares
y lugares de trabajo a la Santísima Virgen
acompañada de San Miguel, San Gabriel,
San Rafael y toda su corte de Santos Ángeles.

Con el Poder de la Sangre de Jesús
sellamos nuestra casa, todos los que la habitan
(nombrar a cada una de ellas),
las personas que el Señor enviará a ella,
así como los alimentos y los bienes que
Él generosamente nos envía
para nuestro sustento.

Con el Poder de la Sangre de Jesús
sellamos tierra, puertas, ventanas,
objetos, paredes, pisos y el aire que respiramos,
y en fe colocamos un círculo de Su Sangre
alrededor de toda nuestra familia.

Con el Poder de la Sangre de Jesús
sellamos los lugares en donde vamos
a estar este día, y las personas, empresas
o instituciones con quienes vamos a tratar
(nombrar a cada una de ellas).

Con el Poder de la Sangre de Jesús
sellamos nuestro trabajo material y espiritual,
los negocios de toda nuestra familia,
y los vehículos, las carreteras, los aires,
las vías y cualquier medio de transporte
que habremos de utilizar.

Con Tu Sangre preciosa sellamos los actos,
las mentes y los corazones de todos los habitantes
y dirigentes de nuestra Patria a fin de que
Tu Paz y Tu Corazón al fin reinen en ella.

Te agradecemos Señor por Tu Sangre y
por Tu Vida, ya que gracias a Ellas
hemos sido salvados y somos preservados
de todo lo malo.

Amén.

Mensaje de la Reina de la Paz

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Mensaje de María Reina de la Paz
del 25 de agosto de 2009
¡Queridos hijos! Hoy los invito nuevamente a la conversión. Hijitos, ustedes no son suficientemente santos y no irradian santidad a los demás, por eso oren, oren, oren y trabajen en la conversión personal para que sean signos del amor de Dios para los demás. Yo estoy con ustedes y los guío hacia la eternidad, que cada corazón debe anhelar. ¡Gracias por haber respondido a mi llamado!

P. Justo Antonio Lofeudo
www.mensajerosdelareinadelapaz.org

Nuevamente nos llama a la conversión. Nuevamente estamos invitados a reorientar nuestras vidas para caminar hacia Dios. Nuevamente nos exhorta a que nos abramos a la gracia para que Dios obre en nosotros y nos dé un nuevo corazón y un espíritu nuevo. Porque quien obra la conversión es Dios no nosotros, pero quienes deben cooperar con la gracia sí que somos nosotros. La gracia es don pero también tiene su parte de conquista y esa es la que toca a nuestra voluntad. Que no somos lo bastante santos, creo que todos lo sabemos. Algunos incluso no quieren ser santos.

Diría que la mayoría no tiene como objetivo la santidad de vida. Las familias no educan para la santidad. Parecería que en la vida lo importante es ser listo, más listo que los demás y llegar a tener una posición lo más alto y mejor que se pueda. La santidad o es despreciada o asusta, se la dejan para los que fueron santos, pues es asunto que no les atañe. También a nosotros nos puede pasar lo mismo. A los santos se los imagina a esas figuras estáticas que adornan las iglesias y cuya presencia espiritual se desconoce. Entonces, claro, todo es muy aburrido. La vida es otra cosa, se piensa. ¡Qué pobre opinión, qué desconocimiento se tiene de la santidad y de la vida eterna! Lo único verdaderamente aburrido es vivir sin Dios, sin aspiración espiritual de eternidad. Aburrido y gastado es lo del mundo y mucho más aún lo que propone el demonio. No en vano, la Santísima Virgen en Medjugorje, junto al pedido de la lectura diaria de la Biblia recomienda la lectura de la vida de los santos. Nada más apasionante, conmovedor y ejemplificador que la vida de los santos.

Los santos han sido hombres y mujeres para admirar e imitar. El caballero guerrero Ignacio, luego de ser herido en el asalto a Pamplona, se abre a la gracia de la conversión leyendo vidas de santos en su convalecencia en Loyola. (¡Cuántas aparentes «desgracias» se ve después que han sido en realidad gracias! Si no hubiera sido herido en el sitio de Navarra no se hubiera detenido en su carrera militar y no habría tenido esa oportunidad brindada por la Providencia)

«La única tragedia del hombre es no ser santo» sentencia el gran Pascal y también observa que «sólo la gracia puede hacer de un hombre un santo, y el que lo dude no sabe qué es la gracia ni qué es un hombre». Pero, esa gracia nuestro Creador y Salvador la pone a disposición de todos los hombres. Cada uno de nosotros ha sido creado con una distinta capacidad de santidad. Lo importante es que cada uno llene esa capacidad. Como nos recuerda Santa Teresa del Niño Jesús (Teresita de Lisieux), hay algunos que Dios los creó para ser grandes santos y que no podían haber sido más que santos, con tantos dones como los adornó y otros que emergen desde su pequeñez a la santidad.

La santidad es la unión con Dios, es el goce de los bienes celestiales ya en la tierra, es la vida verdadera en el amor, para el amor. Es la felicidad que no es pasajera mas que perdura y ya sabe a eternidad.
Es verdad de fe que hemos sido creados para ser salvados por Cristo y gozar luego de la eternidad, pero el destino final depende de nosotros, de qué hacemos con nuestra libertad. En cada momento estamos decidiendo nuestro destino, de condena eterna, de dolorosa purificación o de aquella felicidad inenarrable porque «ni ojo vio, ni oído oyó, ni mente humana pudo concebir lo que Dios tiene preparado para aquellos que lo aman» (Cf. 1Cor 2)

La santidad se irradia. Los santos no van en busca de la gente para hacerse ver sino que son las personas que van en procura de ellos. ¿Por qué? Porque irradian santidad, porque desde lejos se ve que son amigos de Dios, porque irradian paz, amor, alegría, salvación. Sino cómo se explica que millones de personas se llegasen hasta un confín de Italia para ver y escuchar a un pobre fraile capuchino, que nunca había salido de su convento, que pasaba sus horas rezando, confesando y celebrando Misa. Así fue con San Pío de Pietrelcina y así con tantos otros santos. Pensemos en los ermitaños o los padres del desierto o tantos otros. En tiempos más actuales todos tenemos fijos en nuestras mentes la imagen de la Madre Teresa de Calcuta o de Juan Pablo II, todo su pontificado y aquellos días últimos de su vida. Así viven y mueren los santos y la gente lo percibe y se siente atraída por sus figuras, por sus vidas, por sus ejemplos. Es lo que se llama sensum fidelium, el reconocimiento por parte de los fieles de lo que viene de Dios.
Pues, nuestra Madre nos llama a la santidad, sólo así serviremos a su plan de salvación, es decir sólo en la medida que podamos irradiar la paz, el amor, la verdadera alegría, la vida en Dios que el mundo no conoce. Sólo así otros serán rescatados. Al conocido adagio de san Agustín «Dios que te creó sin ti no te salva sin ti» se lo puede alargar diciendo que Dios quiere hacer de ti instrumento de salvación para otros, porque la salvación no es aventura personal. No termina en uno como tampoco termina en uno la santidad. Esforzarse para ser santo es lo más abnegado y altruista que pueda imaginarse, lo menos egoísta del mundo.

Y ¿cómo se trabaja en la conversión, para que Dios lo vuelva a uno santo? ¿Qué parte nos toca? La respuesta es simple: la oración y la voluntad no sólo para orar sino para amar, obedecer, hacerse humilde. La voluntad que co-opera con la obra divina que viene de la gracia. Por eso, «oren, oren, oren y trabajen en la conversión personal». Es decir, no dejen nunca de orar, sean persistentes y perseverantes en la oración y pongan todos sus deseos y apertura de corazón al servicio de la gracia de conversión. No dejen de purificar sus corazones, sigue diciendo la Madre de Dios en sus mensajes, por medio de la confesión sacramental, ni de participar vivamente del sacrificio de la Santa Misa ni de adorar a mi Hijo en el Santísimo Sacramento. Enamórense de la Eucaristía. Adorando al Santo se comprende que hay que ser santo, porque su presencia nos interpela y nos invita a su intimidad, a ser sus amigos observando su mandamiento de amor.

Y así como las llamas o el humo son signo del fuego, la santidad es el signo que indica que Dios existe y que su amor está presente y operante.

Queridos hermanos, para emprender y continuar en este camino de santidad tenemos la gracia y el privilegio de una guía segura: la misma Madre de Dios. Ella nos conduce a la plenitud de los bienes espirituales y celestiales, a la eternidad de Dios que todos debemos anhelar.

Inmaculada Madre del Divino Corazón Eucarístico de Jesús

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“Felices los que creen sin ver”. Jn 20,29

¡Ay de los que trabajan contra la obra de Nuestra Señora! Isaías 5,20

También puede peregrinar a Salta (Argentina), donde la Virgen está dando una bendición especial para tiempos muy difíciles: es posible que dentro de 30 años o incluso menos se cumpla la profecía de la Virgen de Naju (Korea) y de Akita (Japón), aprobada por Ratzinger: el fuego del Cielo que matará a gran parte de la humanidad (la cuarta parte según la Virgen en Salta).

Si bien las catástrofes del Apocalipsis serán cada vez más grandes tras la muerte de Benedicto XVI, sabemos que faltan más de 400 años para el fin del mundo (“nadie sabe ni el día ni la hora” pero sabemos que deben cumplirse las profecías primero, como mojones/hitos de ruta: “id y anunciad el evangelio a TODAS las naciones”, profecías de San Juan Bosco, Santa Faustina, San Josemaría, Luisa Piccarreta y Juan Pablo II y porque aún no se cumplieron las profecías del Apocalipsis,.

Además de la recomendación del experto en 2400 apariciones marianas y miembro de la Academia Pontificia de Teología, Pbro. René Laurentin, nos han llegado varios casos de curaciones inexplicables para la ciencia vinculadas a las apariciones actuales de la Virgen en Salta: hipoacusia (sordera), leucemia, escoliosis, convulsiones por enfermedad neurodegenerativa, problemas vasculares, etc. También hay un testimonio de la expulsión de un demonio en un poseso.

¡Es muy importante llevar a los niños (o sus fotos) para esa bendición especial!

Lea los mensajes aprobados por el Arzobispo de Salta Monseñor Blanchoud en:

www.InmaculadaMadre-Salta.org

TV:

http://www.gloria.tv/?video=go9zem3xzrqbpcxft0t8

Video:

Parábola del banquete nupcial

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jerus11  Banquete

Mateo 22, 1-14

Tomando Jesús de nuevo la palabra les habló en parábolas, diciendo: «El Reino de los Cielos es semejante a un rey que celebró el banquete de bodas de su hijo. Envió sus siervos a llamar a los invitados a la boda, pero no quisieron venir. Envió todavía otros siervos, con este encargo: Decid a los invitados: «Mirad, mi banquete está preparado, se han matado ya mis novillos y animales cebados, y todo está a punto; venid a la boda.» Pero ellos, sin hacer caso, se fueron el uno a su campo, el otro a su negocio; y los demás agarraron a los siervos, los escarnecieron y los mataron. Se airó el rey y, enviando sus tropas, dio muerte a aquellos homicidas y prendió fuego a su ciudad. Entonces dice a sus siervos: «La boda está preparada, pero los invitados no eran dignos. Id, pues, a los cruces de los caminos y, a cuantos encontréis, invitadlos a la boda.» Los siervos salieron a los caminos, reunieron a todos los que encontraron, malos y buenos, y la sala de bodas se llenó de comensales. «Entró el rey a ver a los comensales, y al notar que había allí uno que no tenía traje de boda, le dice: «Amigo, ¿cómo has entrado aquí sin traje de boda?» El se quedó callado. Entonces el rey dijo a los sirvientes: «Atadle de pies y manos, y echadle a las tinieblas de fuera; allí será el llanto y el rechinar de dientes.» Porque muchos son llamados, mas pocos escogidos».

Reflexión

Podría sonar demasiado extraño este evangelio porque, ¿cómo es posible que alguien rechace la invitación a una boda donde habrá vino, música y buen ambiente? Al menos hoy día son pocos los que rechazarían esta oferta tan especial. Pero es claro que esta parábola Cristo nos la dibujó así para que comprendiésemos que todos estamos invitados a participar del gran banquete que celebrará en el cielo.

Sólo nos hace falta cumplir un requisito que el evangelio lo pone como algo externo pero que en realidad en las bodas se le da demasiada importancia y es el vestido. Es necesario e indispensable entrar con el ajuar apropiado al gran banquete que Cristo nos invitará, este ajuar es la vida de gracia. Por eso expulsaron de la boda al hombre que no llevaba el traje apropiado, porque no estaba en vida de gracia. Y la gracia, como la llama santo Tomás de Aquino, es “nitior animae” es decir, esplendor del alma, presencia de Dios en nuestra alma.

Es claro que Jesús no puede habitar en un lugar en donde no tiene amigos, y tampoco nosotros nos deberíamos atrever a presentarnos a la boda que Él organiza cuando no le tenemos por amigo. Esto es la vida de gracia, conservar su amistad y por tanto rechazar enérgicamente todo lo que pudiese ofenderle: revistas indecentes, películas deshonestas, compañías perjudiciales, ofensas a nuestros padres o hermanos, críticas etc.

Es difícil conservar esta amistad con Cristo, pero si realmente lo tenemos por amigo no nos atreveremos a ofenderle, sino que al contrario nos esforzaremos por ser cada día mejores amigos de Él.

Testimonio de Gloria Polo

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newsletter_97  Gloria Polo

Gloria Polo fue alcanzada por un rayo junto a su sobrino, el que murió de inmediato. Gloria reacciona a la resucitación médica, pero queda en un estado tal que los médicos la dan por perdida. Sus órganos estaban carbonizados, piernas, hígado, y también riñones. Ella estuvo en coma profundo durante tres días, viviendo sólo por los aparatos que le conectaron y la sostenían artificialmente.

Mientras esto ocurría, Gloria vive una profunda experiencia mística: enfrentada al camino que atraviesa la vida terrenal hacia la vida eterna, ella se encuentra con la realidad desesperante de tomar conciencia de haberse condenado. No había dolor más grande para ella, que podía ver allí la tristeza de sus padres ya fallecidos, viéndola en esa situación. Sin embargo, Jesús en Su infinita Misericordia da a Gloria la posibilidad de leer en el Libro de la Vida sobre su vida, su camino por este mundo.

Uno a uno fueron revelados los pecados que llevaron a Gloria a esa situación, y así ella comprendió su inmensa traición al Amor de Dios. Sin embargo, la Misericordia de Dios da a Gloria una nueva oportunidad, para que ella de testimonio de lo vivido a la gente, a mucha gente. Y esto es lo que ella hace, va por el mundo dando testimonio.

El relato de Gloria, deslizándose al pozo de la eterna condenación, conmueve el alma. Es un testimonio que nos invita a honrar el Amor de Dios mientras estamos aquí. Gloria volvió de su experiencia enamorada de Dios, enamorada de la Iglesia, de la Eucaristía. Llena de la sabiduría del Espíritu Santo, a través de sus palabras podemos vivir la paz y el amor de Dios por todos nosotros.

Reina del Cielo Gloria Polo