Dios mío; yo creo, confío en ti y te adoro.
Así repetía el sacerdote dominicano al consagrar y elevar el cuerpo y la sangre de Cristo.
Me quedaron grabadas a fuego estas palabras porque las escuchaba en las misas de Argentina, que extraño.
Dios mío; yo creo, confío en ti y te adoro.
Así repetía el sacerdote dominicano al consagrar y elevar el cuerpo y la sangre de Cristo.
Me quedaron grabadas a fuego estas palabras porque las escuchaba en las misas de Argentina, que extraño.