«Dichosos los invitados a participar en el banquete del Señor »
Yo no puedo mi decir estas palabras, q son privativas de los santos sacerdotes en la Consagración..pero llevo días en que al escucharlas, me conmuevo y desbordan mis lágrimas de gozo; es demasiado regalo..alimento de almas y salud de los enfermos.
como extraño comulgar. Me emociona recibir a jesus mirando a los ojos al sacerdote, como me gustaria tener las manos consagradas para poder tocar a jesus. Un dia en una misa nos dieron hostias para q pongamos cada una la q hibamos a recibir y luego el sacerdote las bendecia, me daba temor tocar las hostias , una chica me dijo q las toque sin problema x q todavia no estan consagradas
No podenos ser mas dichosos los que tenemos la gracia de poder recibir a Jesús Sacramenado bajo la especie del pan, ese Pan de Vida que nos hace vivir y gozar. Es el gran misterio de la fe que nos llena de paz y alegria. Mantengámoslo siempre vivo en nuestro corazón.
Ayer tuvimos un encuentro de alabanza y adoración, ¡¡¡Qué regalo !!! Recibir el Cuerpo de Jesús, disfrutar de su presencia dentro de mi y en la Adoración, sabiendo que estaba tan vivo, mirándonos y la imagen de su Madre la Virgen de Fátima al lado de Jesús, diciéndonos: hacer lo que El os diga. Sentí tan presente a Maria y a todos los hermanos que me emocionó la confirmación de una anciana. Estaba sentada a mi lado y como se fue antes de acabar, se despidió de mi dandome una imagen de Ntra Madre Dolorosa de Prado Nuevo ¡VIVA JESÚS SACRAMENTADO!!!! ¡VIVA LA SANTÍSIMA VIRGEN MARIA!!!!
Cada vez que este pobre cura tiene al Señor en sus manos, después de la consagración, en el alzamiento, le pongo mi corazón y toda mi vida a su disposición, le presento las necesidades y los sufrimientos de tantas almas amadas de Él. Es algo «inmediato» no hay que pensar.
Entiendo que en ese momento «tocamos» el Cielo; nos entendemos perfectamente, sin hablar y … sé que escucha lo que el corazón de este pobre cura le quiere decir.
Y eso lo podemos hacer TODOS. Es el sacerdote el que consagra pero TODOS, TODOS podemos hablarle, mirándole «cara a cara» y hablándole «corazón a corazón».
¡Gracias, Señor, por haberte quedado entre nosotros!¡Gracias por «aliviarnos» cuando nos acercamos a Tí, «cansados y agobiados»!
Y, pegadita al altar, muy cerquita de Él, nuestra Madre, su Santísima Madre la Virgen María, acompañando a su Hijo en el Calvario -la Santa Misa es el memorial del Calvario- adorando y recibiendo el sacrificio de su Divino Hijo para la salvación de toda la Humanidad.
¡Oh inefable misterio ante el cual «toda rodilla se doble, en el Cielo, en la Tierra y en los abismos…!
Gracias Señor, gracias Madre Santísima. Te adoramos, la veneramos, … os amamos. Que nunca nos falte el consuelo de vuestro Amor.