Con motivo del Sínodo del Matrimonio, he meditado mucho el Evangelio de ayer..y el secreto de la felicidad en el matrimonio está en el deseo de cumplir con esta misión: amar al esposo (o a la esposa) como Dios lo ama, y desear la felicidad del cónyuge más que nada en este mundo. Cuando entre los dos existe una verdadera disputa en amar más y servir mejor, nada en este mundo puede separar lo que Dios ha unido y bendecido.
El amor verdadero tiene en sí el germen de la eternidad. Quien ama de verdad, desea con todo el corazón que sea eterno.
Que Dios bendiga a todos los matrimonios… y a aquellos que están en dificultad, que les haga re-descubrir la fuerza de la misión que un día les confió.
Lo que dices es un fiel reflejo de como tienen que vivir los matrimonios para se felicies.