Solo Jesús cura los celos y el odio que siembra el demonio, dice el Papa Francisco

VATICANO, 09 Feb. 15 / 10:50 am (ACI).- El Papa Francisco, durante su visita en la tarde del domingo a la parroquia de San Miguel Arcángel en las afueras de Roma, alertó sobre la acción del demonio en el corazón de las personas y exhortó a todos a buscar a Jesús que es el único que cura de los males del odio, los celos y la envidia.

En respuesta a la pregunta de uno de los niños, el Obispo de Roma aludió a la guerra para asegurar que en el mundo actual «hay (guerras) en Ucrania o en África porque hay odio».

“¿Quién es el padre de la guerra? Fuerte (niños: ‘el demonio’) Porque el diablo es el padre del odio. Es el padre de la mentira, de la falsedad. ¿Por qué? Porque no quiere la unidad. En vez Dios sí quiere la unidad. Si tienen en el corazón celos contra alguien, este es el inicio de una guerra. Los celos no son de Dios”.

El Papa dijo luego que “es triste cuando en una familia los hermanos no se hablan por una tontería, porque el demonio toma esa tontería y la hace un mundo. Luego las enemistades continúan muchas veces por años. Y se destruye esa familia: los padres sufren porque los hijos no se hablan o la esposa de un hijo no le habla al otro. Y así las envidas… los celos. Esto lo siembra el diablo. Y el único que derrota al diablo es Jesús. El único que cura de estas cosas es Jesús. Por eso les digo a cada uno de ustedes: ‘déjese curar por Jesús’”.

Por ello Francisco exhortó a generar el hábito de “escuchar la Palabra de Dios, escuchar la Palabra de Jesús en el Evangelio. Leer un pasaje, pensar un poco lo que dice, qué me dice a mí. Si no siento lo que me dice, paso a otro. Pero tener este contacto cotidiano con el Evangelio. Rezar con el Evangelio porque Jesús me predica a mí, dice con el Evangelio lo que me quiere decir”.

En la visita, el Santo Padre llevó su cercanía y apoyo a enfermos y personas sin hogar, pero también tuvo tiempo para los niños y jóvenes que dan catequesis en la iglesia. Además, confesó a algunas personas.

Según informó Radio Vaticana, a su llegada le esperaron cientos de personas que se acercaron para verle y recibir su bendición.

También ofreció algunas recomendaciones a los padres de los niños a los que pidió que nunca terminen «el día sin hacer las paces». «Se puede pelear entre marido y mujer, pueden volar los platos, pero no es posible acabar el día sin antes haber hecho paz, al menos con un pequeño gesto», subrayó el Papa.

Asimismo, explicó que «en un matrimonio es una cosa fea el rencor. Nunca terminen el día sin hacer las paces, al menos con un gesto”.

Uno de los grupos que realiza actividades en la parroquia son los scouts, a quienes el Papa habló de la necesidad de ir misa: “Hay alguno que dice: no voy a misa porque estoy cansado. Y yo le digo (si no vas) pierdes tú, porque al recibir a Jesús eres más fuerte para luchar en la vida”.

El Papa también reflexionó sobre los temas de la enseñanza y la sanidad, como explicación al Evangelio proclamado. En ella pidió a los fieles que se dejen sanar por Jesús ya que “todos estamos heridos”. Al mismo tiempo, dijo que “podemos enseñar la Palabra de Jesús y ayudar a sanar las heridas de los otros”.

La misa fue concelebrada por el Cardenal Vicario de Roma, Agostino Vallini, el Obispo Auxiliar para el norte de Roma, el párroco y el vice párroco, así como por dos sacerdotes colombianos que ayudan en la parroquia.

Se trata de la novena visita del Pontífice argentino a una parroquia de las afueras de Roma. Tradición que ya llevaron a cabo los anteriores Pontífices. De hecho es la tercera vez que un Papa acude a esta misma iglesia ya que Pablo VI celebró la misa de Navidad allí en 1963 y San Juan Pablo II la visitó en 1991.

Nuestra Señora de Lourdes

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La advocación católica de Nuestra Señora de Lourdes hace referencia a las dieciocho apariciones de la Virgen María que Bernadette Soubirous (1844-1879) afirmó haber presenciado en la gruta de Massabielle, a orillas del río Gave de Pau, en las afueras de la población de Lourdes, Francia, en las estribaciones de los Pirineos, en 1858.1

Ya en vida de Bernadette, multitud de católicos creyeron en las apariciones de la Virgen María como vehículo de la gracia de Dios, y el papa Pío IX autorizó al obispo local para que permitiera la veneración de la Virgen María en Lourdes en 1862, unos diecisiete años antes de la muerte de Bernadette.

Bernadette Soubirous fue proclamada santa por Pío XI el 8 de diciembre de 1933. Desde entonces, la advocación de la Virgen María como Nuestra Señora de Lourdes ha sido motivo de gran veneración, y su santuario es uno de los más visitados del mundo: unos 8 000 000 de personas peregrinan allí cada año.

La Iglesia católica invoca a Nuestra Señora de Lourdes como patrona de los enfermos.

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Apariciones

Bernadette Soubirous, una adolescente pobre y analfabeta de catorce años, aseguró haber visto en 18 ocasiones a la Virgen María en una gruta del paraje de Massabielle, al occidente de Lourdes entre el 11 de febrero y el 16 de julio de 1858.1

En la tercera aparición, la niña habló con la Señora en gascón, dialecto occitano que se usa en la zona, la cual se dirigió a ella usando el «usted» (voi) de cortesía y pidiéndole: «¿Me haría usted el favor de venir aquí durante quince días?» (Boulet aoue era gracia de bié aci penden quinze dias?). Bernadette le prometió que lo haría. A su vez, la Señora le anunció que no le prometía hacerla feliz en este mundo, sino en el otro.1 3

En sucesivas apariciones, el mensaje fue tomando cuerpo:

Invitación a la Penitencia y a la oración por los pecadores (21 de febrero).
Invitación a vivir una pobreza más evangélica.
Solicitud de que se hicieran procesiones a la gruta y le fuera erigida allí una capilla (2 de marzo).

El 25 de febrero, según testificó Bernadette, la Virgen le dijo que fuera a tomar agua de la fuente y que comiera de las plantas que crecían libremente allí. Ella interpretó que debía ir a tomar agua del cercano río Gave y hacia allá se dirigió. Pero la Señora le enseñó con el dedo que escarbara en el suelo. Al excavar en el fango e intentar beber, Bernadette ensució su rostro, y sus gestos y apariencia fueron motivo de escepticismo por parte de muchas de las 350 personas presentes, ya que el manantial no se manifestó de inmediato. Sin embargo, poco después surgió una fuente de agua1 3 que, hasta el día de hoy, es meta de peregrinaciones por parte de muchos católicos y que ha sido testigo de numerosos milagros.4 El manantial que brotó aquel 25 de febrero de 1858 produce cien mil litros de agua por día, de forma continua desde aquella fecha hasta nuestros días.

Ante la reiterada petición de Bernardette de que revelara su nombre, el 25 de marzo de 1858 (en su decimosexta aparición) la Señora le dijo : «Que soy era Immaculada Councepciou» («Yo soy la Inmaculada Concepción»).1 3 El dogma católico de la Inmaculada Concepción de la Virgen María había sido solemnemente proclamado el 8 de diciembre de 1854, tres años antes. La expresión resultaba ajena al vocabulario de Bernadette y, en principio, fue motivo de desconcierto, tanto en el propio Padre Peyramale -párroco de Lourdes- como en otras autoridades eclesiásticas y civiles. Sin embargo, Bernadette Soubirous mantuvo una consistente actitud de calma durante todos los incisivos interrogatorios que se le hicieron, sin cambiar su historia ni su actitud, ni pretender tener un conocimiento más allá de lo dicho respecto de las visiones descritas.

Aprobación eclesiástica:

Bernadette y la aparición de la Virgen María.
El último interrogatorio ante la comisión eclesiástica, presidida por el obispo de Tarbes, Laurence, fue el 1 de diciembre de 1860. El anciano obispo terminó emocionado, al repetir Bernardita el gesto y las palabras que la Virgen hiciera el 25 de marzo de 1858: «Yo soy la Inmaculada Concepción».

El 18 de enero de 1862, el anciano obispo de Tarbes publicó la carta pastoral con la cual declaró que «la Inmaculada Madre de Dios se ha aparecido verdaderamente a Bernardita».3 En ese mismo año, el papa Pío IX autorizó al obispo local para que permitiera la veneración de la Virgen María en Lourdes. Desde entonces los diversos pontífices han apoyado de varias formas la devoción y la peregrinación al santuario. El papa Pío X extendió la celebración de la memoria a toda la Iglesia. El papa Pío XI ratificó definitivamente la celebración de Nuestra Señora de Lourdes al beatificar a Bernadette Soubirous el 6 de junio de 1925, y canonizarla en la Solemnidad de la Inmaculada Concepción del Año Santo de la Redención, el 8 de diciembre de 1933. En 1937, el mismo Pío XI nombró a Eugenio Pacelli como Delegado Papal para visitar y venerar personalmente a la Virgen en Lourdes. El 8 de septiembre de 1953, en conmemoración del centenario del dogma de la Inmaculada Concepción, el papa Pío XII, decretó en su Carta Encíclica Fulgens Corona la celebración de un Año Mariano (el primero en la historia de la Iglesia católica) en todo el mundo, mientras describía los sucesos de Lourdes con las siguientes palabras:

«Y parece como si la Virgen Santísima hubiera querido confirmar de una manera prodigiosa el dictamen que el Vicario de su divino Hijo en la tierra, con el aplauso de toda la Iglesia, había pronunciado. Pues no habían pasado aún cuatro años cuando cerca de un pueblo de Francia, en las estribaciones de los Pirineos, la Santísima Virgen, vestida de blanco, cubierta con cándido manto y ceñida su cintura de faja azul, se apareció con aspecto juvenil y afable en la cueva de Massabielle a una niña inocente y sencilla, a la que, como insistiera en saber el nombre de quien se le había dignado aparecer, ella, con una suave sonrisa y alzando los ojos al cielo, respondió: «Yo soy la Inmaculada Concepción». Bien entendieron esto, como era natural, los fieles, que en muchedumbres casi innumerables, acudiendo de todas las partes en piadosas peregrinaciones a la gruta de Lourdes, reavivaron su fe, estimularon su piedad y se esforzaron por ajustar su vida a los preceptos de Cristo (…)»
Pío XII, Carta encíclica Fulgens Corona, N° 3-4

Naturaleza de la aprobación:
Las apariciones fueron revelaciones privadas y no públicas, por lo cual la Iglesia católica no las considera artículos de fe -no incorporaron material nuevo como objeto de fe de la Iglesia católica, ni se requiere de sus fieles que crean en ellas-. En la fe de la Iglesia católica, Dios elige a quién curar y por qué medios, pues «vuestros pensamientos no son los míos, ni vuestros caminos son mis caminos, dice el Señor» (Isaías 55, 8). En el decir de Blaise Pascal, «Dios tiene sus razones que nuestra razón no conoce».

Consecuencias de la aprobación:

Estatuillas que representan la aparición de María a Bernadette en una cueva de Lourdes
Por otra parte, las autoridades de la Iglesia católica han expresado explícitamente su devoción a Nuestra Señora de Lourdes de distintas formas. El 25 de marzo de 1958, centenario de aquella aparición en la que la «Señora» se presentó con las palabras «Yo soy la Inmaculada Concepción», el cardenal Angelo G. Roncalli, luego papa y beato Juan XXIII, consagró la gran Basílica subterránea de San Pío X. En la clausura del centenario de las apariciones de Lourdes, lo expresó así: «La Iglesia, por la voz de sus papas, no cesa de recomendar a los católicos que presten atención al mensaje de Lourdes».

El calendario litúrgico católico celebra la Festividad de Nuestra Señora de Lourdes» el día de la primera aparición, es decir, el 11 de febrero. En 1992, el papa Juan Pablo II instituyó la celebración de la Jornada Mundial del Enfermo a realizarse el 11 de febrero de cada año, en memoria litúrgica de Nuestra Señora de Lourdes.

En 1983 y 2004, Juan Pablo II en persona visitó Lourdes, al igual que lo haría su sucesor Benedicto XVI el 15 de septiembre de 2008, en conmemoración del 150 aniversario de las apariciones de 1858.5

Hoy, el Santuario de Nuestra Señora de Lourdes es uno de los sitios principales de peregrinaje católico en el mundo. Con una población de aproximadamente 15 000 habitantes, Lourdes recibe actualmente la visita de unos 8 000 000 de peregrinos por año.2

Representación:

La imagen de la Virgen de Lourdes que los fieles católicos veneran sigue en general la descripción que Bernadette hiciera de la Señora:

Joven.
Vestida de blanco con una cinta de color azul a la cintura.
Con las manos juntas en actitud orante.
Con un rosario colgándole del brazo.
Con una rosa dorada en cada pie.
Patronazgo de los enfermos: los hechos extraordinarios de Lourdes

La Iglesia católica siempre consideró a la Virgen María como una figura íntimamente próxima a todo sufrimiento humano, desde aquel momento descrito por el Evangelio según san Juan:

«Junto a la cruz de Jesús, estaban su madre y la hermana de su madre, María, mujer de Cleofás y María Magdalena. Jesús, viendo a su madre y junto a ella al discípulo a quien amaba, dice a su madre: «Mujer, ahí tienes a tu hijo.» Luego dice al discípulo: «Ahí tienes a tu madre». Y desde aquella hora el discípulo la acogió en su casa»
Juan 19, 25-27
A partir de los hechos testimoniados por Bernadette Soubirous, la Iglesia católica consideró a la Virgen María, en su advocación de Nuestra Señora de Lourdes, la patrona de los enfermos.

Es importante señalar que tanto las apariciones de Lourdes como la existencia de hechos «no explicables científicamente por las leyes naturales» no constituyen artículos de fe —estos últimos incluidos en el credo—.

«Le Bureau des Constatations Médicales» y de «Le Comité Médical International» de Lourdes, que rigen el análisis científico de las curaciones producidas en Lourdes, lo hacen de forma sumamente estricta. De los aproximadamente 7000 expedientes de curación registrados desde las apariciones, sólo 67 casos han sido reconocidos por la Iglesia como milagros en un siglo y medio. «La Iglesia siempre ha sido muy cuidadosa acerca de las curaciones», dijo el facultativo francés Patrick Theillier, director de la oficina médica. «Prefiere no reconocer un milagro verdadero a proclamar uno donde no existe».6 En efecto, tal es el grado de rigor manifestado en este tema que la curación de Marie Bailly, aquejada de peritonitis tuberculosa en último estadio (el famoso «Dossier 54» de los Archivos de «Le Bureau des Constatations Médicales» de Lourdes), y testimoniada por el mismísimo -y por entonces escéptico- Dr. Alexis Carrel7 (Premio Nobel de Fisiología o Medicina en 1912), no se encuentra incluida entre los casos considerados milagrosos por la Iglesia católica, simplemente por una constatación insuficiente del estado psíquico de la paciente previo a su curación (ver detalles más adelante).

Silueta del Santuario de Lourdes recortada en el cielo

La persona más joven que se considera recibió esa gracia fue un niño de 2 años: Justin Bouhort, de Lourdes (Francia), que padecía hipotrepsia crónica post infecciosa con retardo del desarrollo motor. El más reciente reconocimiento de un milagro por parte de la Iglesia Católica sobrevino en el año 2005. Asimismo, se reconoció que 6 milagros tuvieron lugar por intercesión de Nuestra Señora de Lourdes sin que los enfermos viajaran a Lourdes. La mayoría de los milagros se produjeron por contacto con el agua de Lourdes (49 milagros de los 67). Para que una curación se considere milagrosa se deben cumplimentar una serie de requisitos, entre los que se cuentan:

Que la dolencia sea incurable, desde un punto de vista científico.
Que se haya puesto de manifiesto la total ineficacia de los medicamentos o protocolos empleados en su tratamiento.
Que la curación haya sobrevenido de forma súbita y no gradual.
Que la curación haya sido absoluta, con efectos duraderos, y no solamente una remisión.
Que la curación no sea el resultado de una interpretación derivada del estado psíquico de la persona.
Algunos de 67 casos de curación considerados milagrosos por la Iglesia católica son los siguientes:8

Jeanne Fretel, de Rennes (Francia). Visitó Lourdes el 10 de mayo de 1948, a los 31 años. Tenía peritonitis tuberculosa, con enflaquecimiento extremo y fiebre. Fue llevada a Lourdes en estado comatoso. Le fue dado un fragmento minúsculo de Eucaristía y despertó. Se informó que fue «inmediata y permanentemente curada» esa noche mientras yacía en su silla de ruedas al lado del manantial. Ella todavía no se había bañado en el manantial, ni bebido de su agua. Su curación fue reconocida oficialmente el 11 de noviembre de 1950.

Hermano Léo Schwager, de Fribourg (Suiza). Visitó Lourdes el 30 de abril de 1952, a la edad de 28 años. Sufría esclerosis múltiple desde los 5 años. Su curación fue reconocida oficialmente el 18 de diciembre de 1960.

Alicia Couteault, de Bouille-Loretz (Francia). Visitó Lourdes el 15 de mayo de 1952, a la edad de 34 años. Sufría esclerosis múltiple desde hacía tres años. Su curación fue reconocida oficialmente el 16 de julio de 1956.

Marie Bigot, de La Richardais (Francia). Visitó Lourdes en dos oportunidades, el 8 de octubre de 1953 y 10 de octubre de 1954, a la edad de 31 y 32 años respectivamente. Padecía de aracnoiditis a nivel de la fosa posterior (causal de su ceguera, sordera y hemiplegia). Su curación fue reconocida oficialmente en Rennes, el 15 de agosto de 1956.

Ginette Nouvel, de Carmaux (Francia). Visitó Lourdes el 21 de septiembre de 1954 a la edad de 26 años. Padecía el Síndrome de Budd-Chiari (trombosis de las ramas principales de las venas suprahepáticas). Su curación fue reconocida el 31 de mayo de 1963 en la diócesis de Albi.

Elisa Aloi, luego Elisa Varcalli, de Patti (Italia). Visitó Lourdes el 5 de junio de 1958, a la edad de 27 años. Padecía tuberculosis osteoarticular y fístulas en diversos sitios del miembro inferior derecho. Su curación fue reconocida el 26 de mayo de 1965 en la diócesis de Messina (Italia).

Juliette Tamburini, de Marsella (Francia). Visitó Lourdes el 17 de julio de 1959, a la edad de 22 años. Padecía osteoperiostitis femoral con fístulas y epistaxis. Su curación fue reconocida el 11 de mayo de 1965 en la diócesis de Marsella.

Vittorio Micheli, de Scurelle (Italia). Visitó Lourdes el 1 de junio de 1963, a la edad de 23 años. Padecía de sarcoma (cáncer) de pelvis. Su tumor canceroso era tan grande y terrible que desencajó su muslo izquierdo, dejando su pierna izquierda paralizada. Después de ser bañado en las aguas del manantial, se liberó del dolor y pudo caminar. La disminución del tamaño del tumor se produjo de inmediato, aunque la verificación final se realizó en febrero de 1964, fecha en la que no sólo el tumor había desaparecido por completo, sino que además se había recalcificado la unión con la cadera, habiendo retornado Vittorio a su vida normal. La curación fue reconocida el 26 de mayo de 1976 en la diócesis de Trento.

Serge Perrin, de Lion d’Angers (Francia). Visitó Lourdes el 1 de mayo de 1970 a la edad de 41 años. Sufría de hemiplejía recurrente del lado derecho, con lesiones oculares, por trombosis bilateral de la arteria carótida. Los síntomas, que incluían dolor de cabeza, deterioro del habla y de la visión, y parálisis parcial del lado derecho, comenzaron sin advertencia previa en febrero de 1964. Durante los siguientes seis años vivió confinado a una silla de ruedas, casi ciego. En 1969 viajó a Lourdes, retornando en el mismo estado alarmante. Durante su peregrinaje a Lourdes en 1970, sintió un calor repentino de pies a cabeza, retornando su visión y su capacidad de caminar sin ayuda alguna. Regresó de Lourdes con la confirmación médica de hallarse curado. Su curación fue reconocida oficialmente el 17 de junio de 1978 en la diócesis de Angers.

Delizia Cirolli, luego Delizia Costa, de Paternò (Sicilia, Italia). Visitó Lourdes el 24 de diciembre de 1976 a la edad de 12 años. Padecía del Sarcoma de Ewing en la rodilla derecha. Los doctores sugirieron la amputación pues el avance de la enfermedad podría resultar fatal, pero sus padres se rehusaron. La madre llevó a la niña a Lourdes. A su retorno a Italia, el tumor evidenció una rápida regresión hasta desaparecer toda evidencia del mismo. El tumor dejó su tibia angulada, requiriéndose una operación correctiva (osteotomía). La niña recomenzó a caminar, comer, y vivir normalmente. Su curación fue reconocida el 28 de junio de 1989 en la diócesis de Catania (Italia). Ella se hizo enfermera.

Jean-Pierre Bély, de La Couronne (Francia). Visitó Lourdes el 9 de octubre de 1987, a la edad de 51 años. Padecía esclerosis múltiple desde 1972 y su estado se deterioró año tras año. Cuando partió en peregrinación a Lourdes, el 5 de octubre de 1987, había sido reconocido por el sistema sanitario francés con un grado de invalidez total. En Lourdes, después de recibir la unción de los enfermos en la explanada del Santuario, experimentó una profunda paz interior. Repentinamente, recobró la sensibilidad táctil y pudo moverse nuevamente. En el acto, él no se atrevió a ponerse de pie. En la noche siguiente, una voz interior le repitió : «Levántate y anda», lo cual hizo. Como a él mismo le gustaba destacar: «el Señor ha curado primero mi corazón, y luego mi cuerpo». El médico que le atendió, Dr. Patrick Fontanaud, agnóstico, reconoció abiertamente que resulta científicamente inexplicable lo que sucedió. Después de 12 años de investigaciones médicas, su curación fue oficialmente reconocida el 9 de febrero de 1999 en la diócesis de Angoulême. Una comisión canónica declaró que esa curación fue «un signo eficaz de Cristo Salvador, que se consumó por la intercesión de Nuestra Señora de Lourdes».

Anna Santaniello de Salerno (Italia). Nacida, en 1911, sufría una cardiopatía severa derivada de fiebre reumática aguda, conocida en el ambiente científico como enfermedad de Bouillaud.9 Como consecuencia de su enfermedad, tenía dificultades para hablar, estaba incapacitada para caminar, y presentaba ataques de asma severos, cianosis en el rostro y los labios, y edemas en los miembros inferiores. El 16 de agosto de 1952, a la edad de 41 años, peregrinó a Lourdes con la organización italiana UNITALSI (Unión Nacional Italiana de Transporte de Enfermos a Lourdes y al Santuario Internacional). Ella hizo el viaje a Lourdes en tren en una camilla. Durante su estancia encontró asilo en Notre-Dame, precursor de la actual Casa de Nuestra Señora, en el Santuario, siendo objeto de vigilancia constante. El 19 de agosto de 1952 fue conducida e introducida a la piscina de Lourdes en camilla, saliendo del agua por sus propios medios. Esa misma tarde, participó de la procesión mariana de las antorchas. El Comité Médico Internacional de Lourdes calificó la curación de la mujer de «extraordinaria» en 1961. El 21 de septiembre de 2005, la curación milagrosa de Anna Santaniello fue reconocida oficialmente por monseñor Gerardo Pierro, arzobispo de la diócesis de Salerno (Italia), cuando ella contaba con 94 años de edad. Anna Santaniello confió más tarde que, estando enferma, no oró para sí misma en la gruta de Lourdes, pero por un joven de veinte años, Nicolino, que había perdido el uso de sus piernas después de un accidente. Permaneció soltera y, en el ejercicio de la profesión de enfermera pediátrica, trató desde su regreso a Italia a cientos de niños desfavorecidos.
Para los creyentes católicos, científicos o no, la atención no se centra en lo sorprendente o extraordinario de los hechos ocurridos, sino en Dios, de cuya autoridad emana el poder para realizarlos.10 Al igual que Jesús en los evangelios, «cuya discreción reduce al mínimo el riesgo de una posible interpretación mágica»,11 los creyentes son llamados a vivir estos sucesos de forma sencilla, desconfiando de las grandes palabras.

La conversión de un premio Nobel: el caso de Alexis Carrel y de Marie Bailly:

Una curación extraordinaria es un desafío, pero ciertamente sería desafortunado plantearlo como un «desafío a la ciencia». Es más bien un desafío para el espíritu humano. En Lourdes, la Iglesia católica considera que, por intercesión de Nuestra Señora, se han producido muchos más cambios de vida que curaciones del cuerpo. Aunque no se trató de una conversión abrupta, sino gradual, la de Alexis Carrel es quizá la más conocida, por tratarse de un científico laureado con el Premio Nobel de Fisiología o Medicina en 1912.

No corresponde tratar de dilucidar el misterio que encierra toda conversión, pero sí se puede hacer una aproximación al converso, describir su trayectoria antes y después de su encuentro con el misterio, estudiar el contexto y subrayar lo que tiene de significativo para nuestros días.

Breve referencia acerca del Dr. Alexis Carrel:

Alexis Carrel provenía de una familia católica devota y fue educado por los jesuitas. Sin embargo, al momento de ingresar a la Universidad, ya no practicaba su religión. Él era un estudiante de medicina de segundo año cuando el presidente francés, Marie François Sadi Carnot, fue asesinado por un anarquista en Lyon en 1894. El cuchillo del anarquista había cortado una arteria de primer orden, por lo que el presidente murió luego de dos días de agonía. En esos tiempos, la sutura de un vaso sanguíneo grande todavía era un tema sin solución segura. El joven estudiante de medicina Carrel decidió resolver el problema. Julius H. Comroe, profesor emérito del Cardiovascular Research Institute (University of California at San Francisco) escribió: «Carrel ganó el Premio Nobel en Fisiología y Medicina en 1912, y no lo ganó por alguna investigación oscura y esotérica, sino «en reconocimiento a su trabajo en sutura vascular y en trasplantes de vasos sanguíneos y órganos». Entre 1901 y 1910, Alexis Carrel, utilizando animales de experimento, efectuó todas las acciones y desarrolló todas las técnicas conocidas hoy en cirugía vascular (…)»12

Seis años más tarde de sus inicios, ya médico y asistente en el Departamento de Anatomía, Carrel leyó su trabajo científico publicado en la Sociedad de Medicina de Lyon el 12 de mayo de 1902.13 Ese trabajo científico hizo historia y lo catapultaría a la fama una década después, como Carrel intuía que lo haría. Dos semanas más tarde se encontró en el tren que llevó a Marie Bailly a Lourdes. Lo que pasó desde ese momento durante los siguientes cinco días fue escrito por Carrel después, aunque el manuscrito recién fue publicado en 1948 bajo el título «Le voyage de Lourdes, suivi de fragments de journal et de méditations»,7 cuatro años después de su muerte ocurrida en noviembre de 1944. En 1950, fue publicado en una traducción al Inglés como «The Voyage to Lourdes».

Alexis Carrel, premio Nobel de Fisiología o Medicina en 1912
Un colega de Alexis Carrel y ex-compañero de clases le pidió que tomara su lugar como médico a cargo de un tren que trasladaba gente enferma a Lourdes. Carrel estaba interesado en Lourdes, pero no para evaluar la «autenticidad» de los milagros. En esos momentos, el no creía en milagros. Él estaba interesado en justipreciar de forma personal la velocidad con que se producía la curación de diferentes enfermedades o lesiones informadas en Lourdes. Dotado de un fino sentido de observación, sus amigos decían de él que tenía «el ojo en la espalda…»

De entre los enfermos, el Dr. Alexis Carrel fijó su atención en una joven enferma agonizante, Marie Bailly (a quien él llamó con el seudónimo de «Marie Ferrand» en sus escritos -publicados de forma póstuma bajo el título de «Un viaje a Lourdes»-). Marie Bailly estaba afectada por peritonitis tuberculosa en último estadio, una enfermedad ciertamente mortal en esa época. Acerca de la condición de Marie Bailly antes de su curación, Carrel escribió:

«Hay una paciente que está más cerca de la muerte en este momento que cualquiera de los otros. He sido llamado al lado de su cama numerosas veces. Esta desafortunada chica está en las últimas etapas de una peritonitis tuberculosa. Conozco su historia. Toda su familia murió de tuberculosis. Ella ha tenido úlceras tuberculosas, lesiones de los pulmones, y ahora, en estos últimos meses, una peritonitis, diagnosticada tanto por un médico general como por un cirujano reconocido de Burdeos, Bromilloux. Su estado es muy grave, yo tuve que darle morfina en el viaje. Ella puede morir en cualquier momento, justo debajo de mi nariz. Si un caso como el suyo se curara sería realmente un milagro. Nunca dudaría de nuevo… Su condición se deteriora constantemente. Si ella llegara a casa de nuevo con vida, eso de por sí sería un milagro… Ella está condenada. La muerte está muy cerca. Su pulso es muy rápido, de ciento cincuenta pulsaciones por minuto, e irregulares. El corazón está apagándose…»

Sorpresa en nombre de Jesús

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El pasado 8 de febrero el Papa se dirigía a la visita pastoral de una parroquia y decidió bajarse y dar una sorpresa a personas que viven en «campo de refugiados»; mucha gente que vive allí es de América Latina y ellos no podían creer a sus ojos.

Os comparto este vídeo que me ha emocionado muchísimo por la humildad de todos sus protagonistas y por la pequeñez de los que menos tienen; ellos son los bienaventurados, cada día lo tengo más claro. Su respuesta es emocionada y muy elegante.

Nuestro papa Francisco nos colma de amor con sus gestos; doy fe por conocerle y quererle más si cabe cada día..

San Jerónimo Emiliani

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Fundador de los Padres Somascos (1537)

Jerónimo significa: «un nombre sagrado» (Jero = sagrado, Nomo = nombre).
Jerónimo nació en Venecia, Italia, el año 1486.
De joven fue militar y llegó a ser comandante de las fuerzas que defendía la ciudad de Castelnouvo de Quero.

Las fuerzas enemigas francesas, muy superiores en número, lograron tomar a Castelnouvo y Jerónimo cayó prisionero, y encarcelado en un calabozo con cadenas en manos y pies. Y éste fue el golpe de gracia para su conversión.

Hasta entonces había llevado una vida muy mundana, pero en la soledad de la cárcel se dedicó a meditar en aquellas palabras de Jesús: ¿De qué le sirve a un hombre ganar todo el mundo, si se pierde a sí mismo? Y se propuso dedicar su vida entera y todas sus energías a tratar de conseguir su propia santificación y la salvación de muchos otros.

Estando en la tenebrosa prisión, y viendo que humanamente no tenía remedio para aquella aflicción, se dedicó a rezar con toda fe a la Santísima Virgen María para que le consiguiera de Dios su pronta liberación. Y he aquí que de la manera más inesperada son quitadas las cadenas de sus manos y de sus pies y logra salir sin que los guardianes se le opongan. En el silencio de la cárcel había encontrado la amistad con Dios por medio de la oración y la meditación.

Reconociendo que su liberación de la cárcel era un favor especialísimo de la Sma. Virgen, se dirigió ante la imagen de Nuestra Señora en Treviso y a sus pies dejó sus cadenas y sus armas de militar, como recuerdo y agradecimiento y se propuso propagar incansablemente la devoción a la Madre de Dios.

Por aquellos tiempos apareció en Italia una serie de apóstoles formidables que se propusieron, iluminados por el Espíritu Santo, enfervorizar al pueblo en la piedad, y dedicar el mayor número posible de personas a obras de caridad en favor de los necesitados. Algunos de estos santos fueron: Santa Catalina de Génova, San Cayetano, San Camilo de Lelis, San Bernardino de Feltre, San Felipe Neri, San José Calazans, y Santa Angela de Merici. Un verdadero «sindicato» de apóstoles de la caridad. A ellos se unió San Jerónimo.

En 1531 se propagó por Italia la terrible peste del cólera. Jerónimo vendió todo lo que tenía, incluso los muebles de su casa, y se dedicó a atender a los enfermos más abandonados. El mismo tenía que cavarles las sepulturas y llevarlos al cementerio, porque casi nadie se atrevía a acercárseles, por temor al contagio. También él se contagió de la terrible enfermedad, pero por favor de Dios logró curarse.

Miles y miles de niños pobres quedaron huérfanos y desamparados, por la muerte de sus padres en la epidemia de cólera. Entonces Jerónimo se dedica a recogerlos y a proporcionales alimento, vestido, hospedaje y educación, todo totalmente gratis. De casa en casa va pidiendo limosnas para poder ayudar a sus niños huérfanos. Muchos le colaboran. Levanta dos grandes edificios; en uno recibe a los niños y en el otro a las niñas. Y como muchas mujeres ante la absoluta miseria se han dedicado a la prostitución, entonces el santo funda una Casa para mujeres arrepentidas y allí aprenden costura, bordados y otras artes para ganarse la vida honestamente.

Varios de sus amigos y colaboradores deseaban dedicarse por completo a la obra de atender a los niños huérfanos y desamparados, y con ellos fundó el santo una nueva comunidad, en Somasca, cerca de Milán. El nombre de esta congregación religiosa fue de «Servidores de los pobres», pero en recuerdo al sitio donde se efectuó su fundación, ahora se llama la Comunidad de los Padres Somascos. En la actualidad tienen unas 75 casas en el mundo con unos 500 religiosos, y se dedican preferencialmente a educar niños desamparados.

Las gentes decían que la vida de Jerónimo Emiliani estaba toda hecha de caridad. Que de él se podía repetir (en sus debidas proporciones) el elogio que fue hecho de Jesús: «Pasó
su vida haciendo el bien» (Hech. 10,38). Nadie que viniera a pedirle un favor quedaba sin ser atendido. Lo llamaban «el paño de lágrimas» de los que sufrían y lloraban. No reparaba en ningún sacrificio con tal de hacer el bien, especialmente a los niños más pobres, para los cuales se sacrificaba hasta el extremo con tal de conseguirles maestros, alimentos y toda clase de ayudas espirituales y materiales.

Y Dios premiaba su oración, su caridad y su sacrificio, permitiéndole obrar frecuentes milagros. A muchos enfermos los cuidaba como especializado y amable enfermero, y a varios otros les colocaba las manos sobre su cabeza y los curaba de sus enfermedades.

La fama de sus milagros se extendió por todos los alrededores de las ciudades donde trabajaba.

Viajaba por los campos predicando misiones, y en los ratos libres se iba a trabajar con los campesinos y aprovechaba la confianza y el cariño que éstos le tenían, para darles buenos consejos y ponerlos en amistad con Dios.

Volvió a propagarse la peste del cólera y San Jerónimo volvió a dedicarse a curar enfermos, a llevarles alimento y vestidos y a enterrar personalmente a los muertos llevándolos sobre sus hombros. Pero se contagió de la violenta enfermedad y en pocos días estuvo agonizante. Era el buen amigo que ofrecía su vida por sus amigos.

Cuando apenas tenía 56 años de edad, murió santamente el 8 de febrero de 1537. Después de muerto hizo numerosos milagros y el Papa Clemente XIII lo declaró santo en 1767. Después el Pontífice Pío XI lo declaró Patrono de los niños huérfanos en 1928.

Propósito: Recordaré una frase de Jesús que animaba mucho a San Jerónimo para dedicarse al apostolado: «Todo el que reciba a un niño en mi nombre, me recibe a Mí. Quien regale aunque sea un vaso de agua, en razón a que es discípulo mío, no quedará sin recompensa. Todo el bien que habéis hecho a los demás, aun a los más humildes, lo recibo como si me lo hubierais hecho a Mí personalmente» (Mt. 25,40).

Señor Jesús: haz que nuestro corazón sea tan generoso para ayudar a los niños pobres y necesitados como lo fue tu Corazón Santísimo y el corazón de los grandes santos que dedicaron su vida al bien de la juventud abandonada.