San Claudio de la Colombiere

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(año 1682)

En la Iglesia Católica hay 12 santos que se llaman Claudio, y éste es el más moderno.
Tiene el honor de haber sido el director espiritual de la propagadora de la devoción al Sagrado Corazón de Jesús, Santa Margarita María Alacoque.

Nació cerca de Lyon, en Francia, en 1641. De familia muy piadosa y acomodada, al principio sentía mucho temor a entrar a una comunidad religiosa. Pero llevado a estudiar a un colegio de los Padres Jesuitas, adquirió un enorme entusiasmo por esta Comunidad y pidió ser admitido como religioso jesuita. Fue admitido y en la ciudad de Avignon hizo su noviciado y en esa misma ciudad dio clases por bastantes años.

El año en que fue declarado santo San Francisco de Sales (1665) los superiores encomendaron a Claudio de la Colombiere que hiciera el sermón del nuevo santo ante las religiosas Salesas o de la Visitación. Y en aquella ocasión brillaron impresionantemente las cualidades de orador de este
joven jesuita, y las religiosas quedaron muy entusiasmadas por seguir escuchando sus palabras.

El Padre Claudio preparaba con mucho esmero cada uno de sus sermones, y los escribía antes de pronunciarlos. No los leía al público, porque la lectura de un sermón le quita muchísima de su vitalidad, pero antes de proclamarlos se esmeraba por ponerlos por escrito. En Avignon, en Inglaterra, y en París impresionó muy provechosamente a los que lo escuchaban predicar.

Uno de los más provechosos descubrimientos de su vida fue el de la devoción al Sagrado Corazón de Jesús, tomado de las revelaciones que recibió Santa Margarita. Cuando Claudio cumplió los 33 años (edad en que murió Cristo) se propuso, después de hacer un mes de Retiros Espirituales, morir al mundo y a sus vanidades y dedicarse totalmente a la oración, a la vida interior, a la predicación y a la enseñanza del catecismo, y a dirigir cuantas más almas pudiera, por el camino de la santificación.

En 1675 el Padre Claudio fue nombrado superior del colegio de los jesuitas en Paray le Monial, la ciudad donde vivía Santa Margarita. Esta santa se encontraba en un mar de dudas, y no hallaba un director espiritual que lograra comprenderla. Le había contado a un sacerdote las revelaciones y apariciones que le había hecho el Sagrado Corazón de Jesús, pero aquel sacerdote, que sabía poco de mística, le dijo que todo eso eran engaños del demonio. Entonces ella se dedicó a pedirle a Nuestro Señor que le enviara un santo y sabio sacerdote que la comprendiera, y su oración fue escuchada.

Escribe así Santa Margarita: «El Padre Claudio vino a predicarnos un sermón, y mientras él hablaba oí en mi corazón
que Jesucristo me decía: ‘He aquí al sacerdote que te he enviado’. Después del sermón fui a confesarme con él, y me trató como si ya estuviera enterado e informado de lo que me estaba sucediendo. En la segunda confesión que hice con él le informé que yo sentía una gran aversión y repugnancia a confesarme, y me dijo que me felicitaba por esto, pues con vencer la tal aversión podía cumplir aquel mandato de Jesús que dice: ‘El que quiera seguirme, que se niegue a sí mismo’. Este piadoso sacerdote me fue guiando con gran sabiduría, y demostrando un gran respeto por mi alma me fue diciendo todo lo bueno y lo malo que había en mi corazón, y con sus consejos me consoló muchísimo. Me insistía continuamente que aceptara cada día el que se cumpliera en mí todo lo que la Santa Voluntad de Dios permitiera que me sucediera, y me enseñó a apreciar los dones de Dios y a recibir las comunicaciones divinas con fe y humildad».

Claudio no sólo dirigió espiritualmente a la santa que el Sagrado Corazón escogió para hacerle sus revelaciones sino que dedicó toda su vida restante y sus muchas energías en propagar por todas partes la devoción del Corazón de Jesús.

Fue enviado el santo sacerdote a Inglaterra, y allí, como predicador de los altos empleados del gobierno, logró muchas conversiones de protestantes hacia el catolicismo. Su tema favorito era la devoción al Sagrado Corazón. Pero los protestantes, que eran muy poderosos en aquel país, le inventaron toda clase de calumnias y obtuvieron que fuera puesto preso y condenado a muerte. Sólo la intervención del rey Luis XIV de Francia logró que no lo mataran. Pero los meses pasados en la prisión le destruyeron casi por completo su salud.

Fue expulsado de Inglaterra a Paray le Monial, la ciudad desde donde se propagó a todo el mundo la devoción al Corazón de Jesús. Santa Margarita le anunció que él moriría en aquella ciudad, y así sucedió el 15 de febrero del año 1682. Santa Margarita recibió una revelación en la cual se le decía que el Padre Claudio estaba ya en el cielo.

El Papa Juan Pablo II lo declaró santo en 1992.

Santos Cirilo, monje y Metodio, obispo

Santos Cirilo, monje
Metodio, obispo
(años 869 y 884)

Eran dos hermanos. En el mundo se llamaban Constanino y Miguel. Al entrar de religiosos les pusieron sus nuevos nombres.
Son los dos grandes apóstoles de los países esclavos (países de gentes de cabellos rubios y ojos claros, que están en
el centro de Europa. Por ejemplo: Yugoslavia, Checoslovaquia, Bulgaria, Servia, Croacia, etc.)

Nacieron en Tesalónica, una ciudad de Macedonia, en Grecia. Su padre era empleado importante del gobierno. En su ciudad se hablaban varios idiomas, y entre ellos el eslavo. Fueron siete hermanos. Metodio era el mayor y Cirilo el menor de todos.

Cirilo llegó a ser un gran profesor de filosofía en Constantinopla, y Metodio fue nombrado gobernador. Pero ambos se desilusionaron de lo mundano y se hicieron religiosos en un convento.

El emperador de Constantinopla los envió de misioneros de los eslavos (Yugoslavia, Checoslovaquia, Bulgaria, Croacia) y ellos descubrieron allá que el mejor método para evangelizar a esas gentes era celebrarles las ceremonias religiosas en el propio idioma de esos pueblos (y no en latín o en griego como se acostumbraba en esos tiempos). Cirilo inventó un alfabeto propio para esas gentes (que no tenían escritura propia) y tuvieron enorme aceptación su predicación y sus ceremonias religiosas.

Los alemanes se les opusieron fuertemente a que emplearan el idioma eslavo y los acusaron en Roma. Los dos santos misioneros se dirigieron allá a dar explicaciones. Se encontraron los restos del Papa San Clemente Primero, y los llevaron a Roma y esto hizo que les hicieran allí un enorme recibimiento. El Sumo Pontífice les oyó explicar por que empleaban el idioma eslavo en las ceremonias religiosas y aprobó todo lo que habían hecho y les concedió plenos poderes para seguir predicando.

San Cirilo se había enfermado por tanto trabajar y predicar en climas muy fuertes, y murió en Roma el 14 de febrero del año 869. El Santo Padre ordenó que le hicieran un entierro solemnísimo y que lo sepultaran junto a los restos del Papa San Clemente.

Como en los países eslavos se necesitan muchos sacerdotes y allá no había obispos que los ordenaran, el Papa consagró obispo a San Metodio y le concedió plenos poderes para ir a predicar en aquellas regiones.

Pero al volver a su campo de apostolado, se encontró Metodio con que los envidiosos le pusieron muchas trampas, y al fin lo secuestraron y lo tuvieron dos años preso en una oscura prisión. Pero al fin lo supo el Sumo Pontífice, el cual dio un decreto diciendo que si no dejaban libre al obispo Metodio quedaban excomulgados y fuera de la Iglesia Católica los que lo tenían preso y secuestrado. Y así obtuvo de nuevo su libertad y siguió predicando y evangelizando incansablemente.

A San Cirilo y Metodio se debe en gran parte que los países de Checoslovaquia, Eslovenia y Croacia se hayan mantenido católicos y no se hayan pasado a otra religión como la ortodoxa griega. En esos países son muy estimados porque les dieron un alfabeto y un modo de escribir que aún conservan y que ha producido grandes escritores y literatos.

Otro de los grandes méritos de estos dos santos fue el haber llevado al pueblo eslavo la Santa Biblia en el idioma de aquellos países. Esto, aunque les trajo muchas persecuciones, sin embargo hizo que las gentes lograran leer y entender el Libro Sagrado.

¡Por nuestro país y por los países eslavos para que se conserven siempre fieles a la religión católica, por todos los siglos: San Metodio y San Cirilo, rogad por nosotros!

Los que enseñen a otros a ser santos, brillarán como estrellas por toda la eternidad (S. Biblia. Prof. Daniel)

Sacerdotes bondadosos

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Que sean así para cuidar de las almas que Dios les pone..que no se endiosen ..que sean rectos como el santo de hoy ..te lo pedimos Señor.

En Todi, ciudad de la Umbría, san Benigno, presbítero y mártir. Benigno pertenece a la innumerable multitud de víctimas de la última cruenta persecución anticristiana de Diocleciano y Maximiano, al comienzo del siglo IV. Los datos de este Santo son muy escasos. Se sabe que nació y vivió en Todi (Italia), en donde fue ordenado sacerdote por su bondad y rectitud. Soportó valientemente la tortura y la muerte, y fue enterrado por manos piadosas a la orilla de un camino, en donde después se construyó un monasterio benedictino.

San Eleazar

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San Eleazar
Mártir
Siglo II aC

Eleazar es un nombre que significa: «Dios me ayuda».
La Santa Biblia, en el 2o. libro de los Macabeos (capítulo 6) narra así la historia de ese mártir.

«Eleazar era de los principales especialistas en explicar al pueblo la Ley del Señor. Era varón de avanzada edad y de muy noble aspecto. Los enviados del impío rey Antíoco, querían obligarlo a desobedecer la santa ley de Dios, pero él prefiriendo una muerte honrosa a una vida infame, dispuso marchar voluntariamente al suplicio del apaleamiento, después de rechazar valientemente todo lo que iba contra las leyes santas».

«Los que estaban ecargados de obtener que los israelitas renunciaran a sus antiguas y sagradas costumbres, lo invitaban a simular que sí hacía lo que la ley prohibía, aunque no lo hiciera, para que obrando así se librara de la muerte y por su antigua amistad con ellos alcanzara benevolencia y buen trato.»

Tomando una noble resolución, digna de su edad, de la venerablidad de su ancianidad, del inmejorable proceder que había tenido desde niño, y sobre todo de su inmensa veneración a las leyes santas dadas por Dios, se mostró consecuente con lo que profesaba, y pidió que más bien lo enviaran a la muerte, en vez de hacerle propuestas que iban en contra de su conciencia. Y dijo estas inmortales palabras: «a mi edad no es digno finjir hacer lo malo, aunque lo que se haga sea bueno. Porque después muchos jóvenes, creyendo que Eleazar a los 90 años se ha pasado a las costumbres de los que no tienen ninguna religión,se podrán desviar, y yo por haber simulado lo que no era cierto con el pretexto de conservar el poco tiempo de vida
que aún me queda atraería deshonra e infamia a mi vejez. Porque aunque yo lograra en el presente librarme de los castigos de los hombres, ni vivo ni muerto podré librarme de los castigos que Dios tiene reservados para los que van contra su santa Ley. Por eso al sacrificar ahora valientemente la vida, me mostraré digno de mi ancianidad, dejando a los jóvenes un ejemplo noble, al morir generosamente, con valentía y nobleza, por defender las leyes de nuestra sagrada religión».

Al terminar Eleazar de decir las bellas palabras anteriores, se fue enseguida al suplicio. Los que lo llevaban, cambiaron su suavidad de poco antes en dureza, después de oír sus valientes declaraciones, y empezaron a apedrearlo sin compasión.

El, cuando ya estaba a punto de morir, dijo entre suspiros: «El Señor Dios que posee la ciencia santa, sabe muy bien que yo pudiéndome librar de la muerte, soporto por su amor los crueles dolores que produce en mí este apaleamiento, pero en mi alma lo sufro con gusto porque se trata de demostrarle a mi Dios cuanto lo quiero y lo estimo». De este modo murió santamente. Y Eleazar no dejó sólo a los jóvenes sino a todos los creyentes, con su heróica muerte, un ejemplo de nobleza, valor y generosidad y una invitación a preferir morir antes que pecar.

No tengas respetos humanos que vayan contra tu alma. (Eclesiásticos).