Ojos de Dios

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Ayer recibí dirección espiritual..he vuelto a retomar mi cable a tierra y me gusta tanto que limpia la maleza que me impide avanzar..
Es algo privado, pero os comparto unas palabras del padre que me parecen importantes..ante mi lamento por algo que no funciona..me dice que no vea los problemas o mis preocupaciones con los ojos humanos y sí con los de Dios..pues puede que El lo permita para fortalecernos, para que recemos más, para caminar a nuestro lado..
Que así sea+

Evangelio de hoy + comentario

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Día litúrgico: Domingo VII (B) del tiempo ordinario

Texto del Evangelio (Mc 2,1-12): Entró de nuevo Jesús en Cafarnaúm; al poco tiempo había corrido la voz de que estaba en casa. Se agolparon tantos que ni siquiera ante la puerta había ya sitio, y Él les anunciaba la Palabra. Y le vienen a traer a un paralítico llevado entre cuatro. Al no poder presentárselo a causa de la multitud, abrieron el techo encima de donde Él estaba y, a través de la abertura que hicieron, descolgaron la camilla donde yacía el paralítico. Viendo Jesús la fe de ellos, dice al paralítico: «Hijo, tus pecados te son perdonados». Estaban allí sentados algunos escribas que pensaban en sus corazones: «¿Por qué éste habla así? Está blasfemando. ¿Quién puede perdonar pecados, sino Dios sólo?».

Pero, al instante, conociendo Jesús en su espíritu lo que ellos pensaban en su interior, les dice: «¿Por qué pensáis así en vuestros corazones? ¿Qué es más fácil, decir al paralítico: ‘Tus pecados te son perdonados’, o decir: ‘Levántate, toma tu camilla y anda?’. Pues para que sepáis que el Hijo del hombre tiene en la tierra poder de perdonar pecados —dice al paralítico—: ‘A ti te digo, levántate, toma tu camilla y vete a tu casa’». Se levantó y, al instante, tomando la camilla, salió a la vista de todos, de modo que quedaban todos asombrados y glorificaban a Dios, diciendo: «Jamás vimos cosa parecida».
Comentario: Rev. D. Xavier JAUSET i Clivillé (Lleida, España)

«Y le vienen a traer a un paralítico llevado entre cuatro»
Hoy, leyendo el Evangelio, centramos nuestra atención en tres mementos concretos: un paralítico que no se vale por sí mismo, un grupo de amigos, y Jesús.

En el paralítico nos podemos ver reflejados cada uno de nosotros; todos podemos estar paralizados, ya que el pecado nos paraliza en nuestro camino hacia Dios. A veces, no nos damos cuenta o nos parece que ya estamos bien como estamos, o que ya solucionaremos o pondremos en orden nuestras relaciones con Dios en otra ocasión.

Entonces, «le vienen a traer a un paralítico llevado entre cuatro» (Mc 2,3). Necesitamos verdaderos amigos que nos lleven a Dios, que venzan nuestra resistencia. El paralítico, después de ver el jaleo que estaban ocasionando los amigos, seguro que debía decirles que pararan, que ya habría más tiempo otro día, que había mucha gente… Y no digamos nada cuando «abrieron el techo encima de donde Él estaba» (Mc 2,4): el ruido que harían, el polvo, las molestias para todos los que estaban allí y los gritos que harían los asistentes, pues no les dejaban escuchar a Jesús, etc.

Pero los auténticos amigos no encuentran dificultades, aman de verdad y quieren lo mejor, porque «es propio del amigo hacer el bien a los amigos, principalmente a aquellos que se encuentran más necesitados» (Santo Tomás de Aquino). Preguntémonos hoy si nosotros tenemos verdaderos amigos que serán capaces de llevarnos a Dios. Preguntémonos, también, si somos amigos de verdad y nos esforzamos para llevar a quienes amamos a Dios. No conviene olvidar que también ellos pondrán resistencia. ¿Soy realmente amigo? ¿Pueden los otros confiar en que les ayudaré a estar cerca de Jesús?

¿Y Jesús? Viene a traernos la verdadera salvación, a liberarnos de la parálisis, viene a perdonarnos los pecados. ¿Ayudo a los otros a acercarse a la confesión?

Santa María, Madre de Dios y Madre nuestra, nos lleva y nos da a Jesús: ¡que con su ayuda también nosotros llevemos a todos a Jesús!

Unción de los enfermos

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No es la extrema unción.
La recibí el miércoles, con motivo del día del enfermo. Lo anunció el padre en la misa dominical y sentí que tenía q dejar todo plan e ir; el día antes pensaba que tal vez no debía de ponerme en la fila para recibirla pues me siento muy bien y sana..cuando llegó el día , lo mismo me pregunté..pero el sacerdote habló en nombre de Dios o mejor dicho, Dios Padre en su boca y dijo que la recibiéramos quienes padecemos o padecimos enfermedad y que su finalidad es pedir oración sobre la persona e intercesión ante Dios..así fue y así lo recibí. Ya la recibí en Buenos Aires del Padre Eduardo..esa vez lloraba como una niña al volver a mi banco; esta vez sentí mucho recogimiento y madurez.
Gracias por la salud y por la sanación de los enfermos. Es importante que los mismos pongan mucho de su parte y digan que sí a la llamada de Dios y no tengan miedo; que vivan la enfermedad con humildad y sintiendo la cruz de Cristo..es una bendición cargar con ella, aunque pese; El no se la da a cualquiera; nos elige para que lo hagamos con amor+