Permite la Iglesia española participar a sacerdotes y a monjas de El rezo del Rosario en El Escorial

Como fiel defensora de lo que allí viví, estoy muy feliz de poder daros esta noticia:

Hola a todos ,quizas ya sepais que desde hace un año,desde el 7 de febrero del 2009,el cardenal Rouco Varela permite la celebracion de la Santa Misa en Prado Nuevo,del Escorial,en el primer sabado de cada mes ,coincidiendo con la Bendicion que da la Santísima Virgen en cada primer sabado de mes,tambien ,desde hace muchos años.A continuacion de la Santa Misa se reza el Rosario Y finalmente La Virgen nos da la Bendicion,cada mes La Santísima Virgen nos Bendice de forma diferente.
Ademas el cardenal Rouco Varela,desde el 7 de febrero del 2010,permite que sacerdotes y monjas….acudan a la Procesion y al Rosario en Prado Nuevo.
Os voy a enviar la Bendicion de la Santísima Virgen del dia 6 de febrero del año 2010 :

BENDICIÓN DEL DÍA 6 DE FEBRERO DE 2010, PRIMER SÁBADO DE MES,
EN PRADO NUEVO DE EL ESCORIAL (MADRID)
LA VIRGEN:
La bendición(1) hoy es para proteger a la juventud de la marca de Satán. Satán está marcando con seis, seis, seis, en la frente y en la mano. Hay que tener cuidado, hijos míos, es la hora de Satán. El mundo está corrompido, y habrá un caos en el mundo; por eso hay que no perder el tiempo.
Yo os bendigo, hijos míos, como el Padre os bendice por medio del Hijo y con el Espíritu Santo.
(1) Este mes, la bendición de la Virgen va acompañada de una aclaración que nos advierte de la grave situación de la Humanidad, en especial, por lo que se refiere a los jóvenes, a los que tanto ama la Madre de Dios. A alguien puede parecer excesiva esta declaración de la Virgen sobre el panorama mundial; sin embargo, basta con observar a nuestro alrededor para darle la razón: guerras, violencia, odios, desórdenes de todo tipo, etc., que no pueden explicarse si no es por la intervención de un poder superior y maligno que sólo busca destruir. En cualquier caso, si comparamos las palabras de la Virgen María con la palabra de Dios, podemos comprobar cómo coinciden. ¿Exagera, por ejemplo, san Juan cuando proclama en su primera carta que «el mundo entero yace en poder del Maligno» (1 Jn 5, 19)?
La bendición nos recuerda también algunos versículos más de la mencionada carta del apóstol san Juan: «Os escribo a vosotros, jóvenes, porque habéis vencido al Maligno (…).Os he escrito, jóvenes, porque sois fuertes y la Palabra de Dios permanece en vosotros y habéis vencido al Maligno» (1 Jn 2, 13-14).
Es en el libro del Apocalipsis donde aparece el número seiscientos sesenta y seis (cf. Ap 13, 18), y la marca de la Bestia (cf. Ap 13, 16-17; cf. Ap 14, 9. 11; 16, 2; 19, 20; 20, 4).
Rouco autoriza a los sacerdotes a participar en el Rosario de El Escorial

Jesús Eucarístico

      1 comentario en Jesús Eucarístico

Mensaje de Jesús que recibió el Padre Gobbi (del Movimiento Sacerdotal Mariano) en el pueblo de Garabandal
( G r a c i a s p o r d i f u n d i r )

JESÚS EN LA EUCARISTÍA
Garabandal, 14-6-1979, Festividad de Corpus Christi

«Hijos míos predilectos, seguid caminado con confianza por el camino por el que os conduce la Madre Celestial. Mi designo está a punto de cumplirse a través de vosotros que habéis respondido a mi invitación maternal.
Secundad mi acción que tiende a transformaros interiormente para haceros a todos Sacerdotes según el Corazón Eucarístico de Jesús. El triunfo de mi Corazón Inmaculado no puede realizarse sino con el triunfo de mi Hijo Jesús, que volverá a reinar en los corazones, en las almas, en la vida de cada uno y de las naciones: en toda la humanidad. Pero Jesús, como está en el Cielo, así también se halla en la tierra realmente presente en la Eucaristía: con su Cuerpo, su Sangre, su Alma, su Divinidad.
Su reino glorioso resplandecerá sobre todo en el triunfo de Jesús Eucaristía, porque la Eucaristía volverá a ser el corazón y el centro de toda la vida de la Iglesia.
Jesús en la Eucaristía volverá a ser el vértice de toda vuestra oración, que debe ser oración de adoración, de acción de gracias de alabanza y de propiciación.
Jesús en la Eucaristía volverá a ser el centro de toda la acción litúrgica, que se desarrollará como un himno a la Santísima Trinidad, a través de la perenne función sacerdotal de Cristo, que se actúa en el misterio eucarístico.
Jesús en la Eucaristía volverá a ser el centro de vuestras reuniones eclesiales, porque la Iglesia es su templo, su casa que ha sido construida sobre todo para que pueda resplandecer en medio de vosotros su divina presencia.
Hijos predilectos, desgraciadamente en estos tiempos las tinieblas han oscurecido también el Tabernáculo: en torno a él hay tanto vacío, tanta indiferencia, tanta negligencia. Cada día aumentan las dudas, las negaciones y los sacrilegios.
El Corazón Eucarístico de Jesús es herido de nuevo por los suyos en su propia Casa, en el mismo lugar donde ha puesto su divina morada entre vosotros.
Volved a ser los adoradores perfectos, los ministros fervientes de Jesús Eucarístico que, por medio de vosotros, todavía sigue haciéndose presente, todavía se inmola y se da a las almas.
Llevad a todos a Jesús en la Eucaristía: a la adoración, a la comunión, a un amor más grande.
Ayudad a todos a acercarse a Jesús Eucarístico de una manera digna, cultivando en los fieles la conciencia del pecado, invitándolos a acercarse a la Comunión sacramental en estado de gracia, educándolos en la confesión frecuente y advirtiéndoles que la confesión es necesaria a quien se halla en pecado mortal para recibir la sagrada Eucaristía.
Hijos predilectos, oponed un dique a la multiplicación de los sacrilegios: nunca como en estos tiempos se han hecho tantas comuniones de manera tan indigna.
La Iglesia está profundamente herida por la difusión de las Comuniones sacrílegas. Ha llegado el tiempo en que vuestra Madre Celestial dice: Basta.
Yo misma colmaré el gran vacío en torno a mi Hijo Jesús presente en la Eucaristía. Formaré una barrera de amor en torno a su divina presencia. Yo misma, a través de vosotros, hijos predilectos, que quiero colocar como una guardia de amor en torno a todos los tabernáculos de la tierra.»

Nuestra Señora de Lourdes

      2 comentarios en Nuestra Señora de Lourdes

NUESTRA SEÑORA DE LOURDES*
Memoria
— Las apariciones de la gruta. Santa María, Salus infirmorum.
— El sentido de la enfermedad y del dolor.
— Santificar el dolor. Acudir a Nuestra Señora.
I. Cuatro años después de haberse proclamado el dogma de la Inmaculada Concepción, se apareció la Santísima Virgen a una niña de catorce años, Bernadette Soubirous, en una gruta cercana a Lourdes. La Virgen era de tal belleza que era imposible describirla, cuenta la Santa1. Cuando años más tarde el escultor de la gruta preguntó a Bernadette si su obra, que representaba a la Virgen, se asemejaba a la aparición, respondió con gran ingenuidad y sencillez: «¡Oh, no, señor, de ninguna manera! ¡No se parece en nada!». La Virgen es siempre más bella.
Las apariciones se sucedieron durante diecisiete días más. La niña preguntaba su nombre a la Señora, y esta «sonreía dulcemente». Por fin, Nuestra Señora le reveló que era la Inmaculada Concepción.
En Lourdes se han sucedido muchos prodigios sobre los cuerpos y más aún sobre las almas. Incontables han sido las curaciones, y muchos más quienes han vuelto sanos de las diferentes enfermedades que también puede padecer el alma, habiendo recobrado la fe, con una piedad más recia o con una aceptación amorosa de la voluntad divina.
La Primera lectura de la Misa2 propone a nuestra consideración las palabras del Profeta Isaías que consolaba al pueblo elegido en el destierro con la vuelta a la ciudad santa, en la que encontrarían el consuelo como un hijo pequeño en su madre. Porque así dice el Señor: Yo haré derivar hacia ella, como un río de paz, como un torrente en crecida, las riquezas de las naciones. Llevarán en brazos a sus criaturas y sobre las rodillas las acariciarán; como un niño a quien su madre consuela, así os consolaré Yo…
Al meditar en la fiesta de hoy, vemos cómo el Señor ha querido poner en manos de su Madre todas las verdaderas riquezas que los hombres debemos implorar, y nos ha dejado en Ella el consuelo del que andamos tan necesitados. Aquellas dieciocho apariciones a la pequeña Bernadette son una llamada que nos recuerda la misericordia de Dios, que se ejerce a través de Santa María.
La Virgen se muestra siempre como Salud de los enfermos y Consoladora de los afligidos. Nosotros, al hacer hoy nuestra oración, acudimos a Ella, pues son muchas las necesidades que tenemos a nuestro alrededor. Ella las conoce bien, nos escucha allí donde nos encontramos y quiere que acudamos a su protección. Y esto nos llena de alegría y de consuelo, especialmente en la fiesta que hoy celebramos. A Nuestra Señora acudimos como hijos que no se quieren alejar de Ella: «Madre, Madre mía…», le decimos en la intimidad de nuestra oración, pidiéndole ayuda en tantas necesidades como nos apremian: en el apostolado, en la propia vida interior, en aquellos que tenemos a nuestro cargo, y de los que nos pedirá cuentas el Señor.
II. También la Santísima Virgen quiso recordar en aquella gruta la necesidad de la conversión y de la penitencia. Quiso Nuestra Madre poner de relieve que la humanidad fue redimida en la Cruz, y el valor redentor actual del dolor, del sufrimiento y de la mortificación voluntaria.
Lo que los hombres consideran, con mirada solo humana, como un gran mal, con ojos de buenos cristianos puede ser un gran bien: la enfermedad, la pobreza, el dolor, el fracaso, la difamación, la falta de trabajo… En momentos humanamente muy difíciles, podemos descubrir, con la ayuda de la gracia, que esa situación de debilidad es un gran camino para una sincera humildad, al sentirnos necesitados y en especial dependencia de Dios. La enfermedad, o cualquier otra desgracia, puede ayudarnos mucho a despegarnos un poco más de las cosas de la tierra, en las que, casi sin darnos cuenta, estábamos quizá demasiado metidos. Sentimos entonces la necesidad de mirar al Cielo y de fortalecer la esperanza sobrenatural, al comprobar la endeblez de la esperanza humana.
La enfermedad nos ayuda a confiar más en Dios, que nunca tienta por encima de nuestras fuerzas3, y a poner nuestra seguridad en Él, en la filiación divina, en el abandono pleno en sus brazos fuertes de padre. Él conoce bien nuestras fuerzas y no nos pedirá nunca más de lo que podamos dar. La enfermedad, o cualquier desgracia, es buena ocasión para llevar a la práctica el consejo de San Agustín: hacer todo lo que se pueda y pedir lo que no se puede4, pues Él no manda cosas imposibles.
La gran prueba de amor que podemos dar es aceptar la enfermedad, y la misma muerte, entregando la vida como oblación y sacrificio por Cristo, para bien de todo su Cuerpo Místico, la Iglesia. Nuestras penas y dolores pierden su amargura cuando se elevan hasta el Cielo. Poenae sunt pennae, las penas son alas, dice una antigua expresión latina. Una enfermedad puede ser, en algunas ocasiones, alas que nos levanten hasta Dios. ¡Qué diferente es la enfermedad acogida con fe y humildad, aceptando de corazón la voluntad de Dios, de la que, por el contrario, se recibe con fe corta, malhumorados, resentidos o tristes!
III. … Y estaba allí la Madre de Jesús5. Con alegría vemos cómo a los santuarios de la Virgen se acercan personas de todo tipo y condición y se postran a los pies de Nuestra Señora. Quizá no se habrían acercado si no hubieran experimentado la debilidad, el dolor o la necesidad, propia o ajena.
Refiriéndose a la fiesta que hoy celebramos, se preguntaba el Papa Juan Pablo II por qué gentes tan diversas acuden a la gruta donde tuvieron lugar las apariciones, y respondía: «Porque saben que allí, como en Caná, “está la madre de Jesús”: y donde Ella está no puede faltar su Hijo. Esta es la certeza que mueve a las multitudes que cada año se vuelcan en Lourdes en busca de un alivio, de un consuelo, de una esperanza (…).
»La curación milagrosa, sin embargo, es, a pesar de todo, un acontecimiento excepcional. La potencia salvífica de Cristo, obtenida por la intercesión de su Madre, se revela en Lourdes sobre todo en el ámbito espiritual. En el corazón de los enfermos hace oír la voz del Hijo que desata prodigiosamente los entumecimientos de la acritud y de la rebelión, y restituye los ojos al alma para ver con una luz nueva el mundo, los demás, el propio destino»6.
El Señor, a quien nos conduce siempre su Madre, amaba a los enfermos. San Pedro compendia su vida en estas pocas palabras: Jesús de Nazareth… pasó haciendo el bien y sanando…7. Los Evangelios no se cansan de ponderar la misericordia del Maestro con quienes padecían en el alma o en el cuerpo. Gran parte de su ministerio aquí en la tierra lo dedicó a curar a los enfermos y a consolar a los afligidos. «Era sensible a todo sufrimiento humano, tanto del cuerpo como del alma»8. Él es compasivo y espera de nuestra parte que pongamos los medios a nuestro alcance para salir de esa enfermedad o de ese agobio; y nunca permitirá pruebas por encima de nuestras fuerzas. En todo momento nos dará las gracias suficientes para que esas circunstancias dolorosas no nos separen de Él; por el contrario, deben acercarnos más y más y ayudarnos a llevar a otras personas a una mejora espiritual de sus vidas. Podemos pedir la curación o que se resuelvan los problemas que pesan sobre nosotros, pero, ante todo, debemos pedir ser dóciles a la gracia para que en esas circunstancias -en esas y no en otras sepamos crecer en fe, en esperanza y en caridad.
Nos aliviará las penas y sufrimientos el no pensar excesivamente en ellos, porque los hemos dejado en manos de Dios, y tampoco en las consecuencias futuras de los males que padecemos, pues aún no tenemos la gracia para sobrellevarlas… y quizá no se presenten. Bástele a cada día su propio afán9. No olvidemos que «todos estamos llamados a sufrir, pero no todos en el mismo grado y de la misma manera; cada uno seguirá en esto su llamada, correspondiendo a ella generosamente. El sufrimiento, que desde el punto de vista humano es tan desagradable, se convierte en fuente de santificación y de apostolado, cuando lo aceptamos con amor y en unión con Jesús…»10, corredimiendo con Él, sintiéndonos hijos de Dios, especialmente en esas circunstancias.
Acudamos en todo a María. Ella nos atenderá siempre. Nos alcanzará lo que pedimos, o nos conseguirá gracias mayores y más abundantes para que de los «males saquemos bienes; y de los grandes males, grandes bienes». Y sea cual sea nuestra situación, experimentaremos siempre su consuelo. Consolatrix afflictorum, Salus infirmorum, Auxilium christianorum… ora pro eis… ora pro me.
Ven en ayuda de nuestra debilidad, Dios de misericordia, y haz que, al recordar hoy a la Inmaculada Madre de tu Hijo, por su intercesión nos veamos libres de nuestras culpas11.
1 Liturgia de las Horas, Segunda lectura del Oficio, Carta de Santa María Bernarda Soubirous al padre Godrand, año 1861. — 2 Is 66, 10-14. — 3 Cfr. 1 Cor 10, 13. — 4 Cfr. San Agustín, Tratado de la naturaleza y de la gracia, 43, 5. — 5 Cfr. Jn 2, 1. — 6 Juan Pablo II, Homilía 11-II-1980. — 7 Hech 10, 38. — 8 Juan Pablo II, Carta Apost. Salvifici doloris, 11-II-1984, 16. — 9 Mt 6, 34. — 10 A. Tanquerey, La divinización del sufrimiento, Rialp, Madrid 1955, p. 240. — 11 Liturgia de las Horas, Oración conclusiva de laudes.
* En el año 1858, la Inmaculada Virgen María se apareció dieciocho veces a la niña Bernadette Soubirous en una gruta cercana a Lourdes. La primera aparición tuvo lugar el 11 de febrero. Por medio de esta niña, la Virgen llama a los pecadores a la conversión y a un mayor espíritu de oración y caridad, principalmente con los más necesitados. Recomienda el rezo del Santo Rosario, oración con la que acudimos a nuestra Madre como hijos pequeños y necesitados. León XIII aprobó esta festividad y Pío X la extendió a toda la Iglesia. Bernadette fue beatificada y canonizada por Pío XI en 1925.

Nuestra Señora de la Paz

      4 comentarios en Nuestra Señora de la Paz

senorapaz[1]

Nuestra Señora de la Paz

Patrona de la República de El Salvador

América fue poblada, en épocas tempranas, de manifestaciones de María que pronto dieron un tono Mariano al continente todo. Fue primero la Virgen de Guadalupe la que en el cerrito del Tepeyac dejara su marca en la Tilma que aún se expone en la Villa de Guadalupe, Ciudad de México. Y bajo el mismo signo Ella fue creando un entretejido de apariciones y manifestaciones que dieron origen a las advocaciones que enriquecen nuestra fe en Jesús.

El Salvador, con semejante nombre, no podía dejar de ser tierra de milagros. Y fue la Madre de El Salvador la que hizo lo necesario para que las generaciones se mantengan abrazadas al Manto que las protege. Una extraordinaria historia dio origen a la devoción a Nuestra Señora de la Paz, devoción que ha seguido alimentándose por medio de le fe popular que a fuerza de milagros ha visto la Mano de Dios expresarse a través de la Patrona del pueblo.

Una amiga salvadoreña, Eli, nos ha enseñado estas maravillas, que hoy compartimos con nuestros lectores. Los invitamos a gozar con la historia que rodea a la devoción a Nuestra Señora de la Paz, Patrona de El Salvador.

Señor, que haz sabido encontrarnos en épocas tan tempranas no nos abandones aunque el paso de los años resquebraje nuestra fe.

Alimenta la devoción a Tu Madre a través de las generaciones para que nuestros hijos se mantengan unidos al tronco que nos vio nacer.

Concede la paz a esta tierra más allá de nuestras diferencias sana las heridas que han abierto surcos de sangre en este suelo.

Perdona y olvida nuestros pecados y nuestra falta de amor a Ti y ten siempre consideración a este pueblo que pese a todo
te ama con un corazón inflamado de una santa devoción a Tu Madre.

Historia del hallazgo de la imagen:

En el año de 1682, unos mercaderes se encontraban en las riberas del Mar del Sur, y vieron en la playa una caja de madera que había sido posiblemente arrojada por la fuerza de las aguas. Los mercaderes trataron de abrir la caja para ver su contenido, pero estaba sellada y les fue imposible abrirla, por lo que optaron por dejarla abandonada en el mismo lugar. Pocos días después, otros mercaderes vieron la caja y estimaron que algo interesante podía contener. Solicitaron entonces de un vecino para que les prestase una burrita, que estaba asida a un árbol, para conducir la caja a la Ciudad de San Miguel.

Los caminos de aquel lugar eran intransitables y peligrosos a causa de los piratas ingleses, y el medio obtenido para el transporte de dicha caja resultaba incomodo, por lo que el recorrido tardo varios días. El 21 de Noviembre del citado año llegaron al final de la jornada. Los conductores de la pesada carga, habían dispuesto dar cuenta a las autoridades, pero se dio el caso de que la burrita, con la “preciosa carga”, se echó en tierra en plena plaza pública, frente a la antigua Iglesia Parroquial, donde se encuentra la Catedral Migueleña.

Se procedió entonces a abrir la caja. Después de retirar algunas envolturas, con gran sorpresa, se dejo ver el rostro resplandeciente de una bella imagen con un Niño. La noticia cundió inmediatamente; así las revueltas fraticidas en que se encontraba la población terminaron pronto, deponiendo las armas, a la vez que volvía la calma a los vecinos que desesperados llevaban tiempo en angustiosas situaciones de desorden. Para perpetuar aquel acontecimiento de gran trascendencia, colocaron la imagen en el atrio de la Parroquia y a los pies de María se juró solemnemente “no guardar rencores y borrar el odio de los corazones para que la Paz germinara en Fraternidad y Reconciliación”.

Por esto dieron a la imagen el hermoso titulo de “Nuestra Señora de La Paz”. El origen de la imagen permanece en el misterio, pues nunca se pudo conocer qué destino tenía aquella caja, ni como llegó a las playas del Salvador.

Protección Milagrosa :

La fe y confianza depositadas en la Virgen de la Paz vive desde que llegó a nuestras playas, en el alma del pueblo salvadoreño y especialmente en el migueleño. El 21 de septiembre de 1787, 105 años después del hallazgo, el volcán Chaparrastique, de la Ciudad de San Miguel, hizo erupción. La lava ardiente casi llegaba a la ciudad amenazando su destrucción.

Angustiados los vecinos, se congregaron en la plaza principal junto a las autoridades locales, sacerdotes y religiosos franciscanos y mercedarios, quienes infundían confianza al afligido pueblo, exhortándolo a pedir a Dios misericordia con arrepentimiento de los pecados y a invocar la protección maternal de la Virgen de la Paz. Fue entonces que decidieron sacar la imagen de Nuestra Señora de la Paz a la puerta principal de la antigua Iglesia parroquial.

La colocaron frente a las fuerzas volcánicas, y al aparecer la sagrada imagen, el pueblo gritó “Sálvanos Reina de la Paz”. Inmediatamente la lava tomó otro rumbo, buscando al sur de la Ciudad, justo en un Pueblo que hoy se llama “Milagro de la Paz”. Cubrió grandes extensiones de tierras fértiles, a la vez que gran parte de la Laguna El Jocotal.

Después de efectuarse el portentoso milagro, en el cielo se dejó ver con toda claridad una bellísima palma formada por blancas nubes, cuyo pie fue a posarse en el inmenso cráter del turbulento volcán. Con gran admiración quedaron quienes vieron aquella magnífica señal, de tal modo que el pueblo optó por colocar en la diestra de la Sagrada Imagen una palma de oro en conmemoración de aquel gran acontecimiento, que la tradición se ha encargado de hacer prevalecer como algo notable, asombroso y único en estas latitudes.

La Corporación Municipal, con distinguidos vecinos de la Ciudad, religiosos franciscanos y mercedarios, en nombre del pueblo agradecido, formularon y juraron estos votos a su Patrona:

– Celebrar a perpetuidad, todos los años, la conmemoración del portentoso milagro.

– La víspera del 21 de septiembre, ayuno de todo el pueblo, hasta los niños de pecho, en señal de penitencia y mortificación voluntarias.

La Virgen sigue mostrando su intervención:

Sucedió otra manifestación de la Voluntad de Dios el jueves 25 de junio de 1903. Entre cinco y seis de la tarde, un estruendo conmovió a la Ciudad de San Miguel. Un rayo cayó sobre la cúpula de la Iglesia de San Francisco, templo santuario de nuestra Patrona e iglesia parroquial. La chispa produjo incendio, que comenzó en el camarín de la Virgen, quemando las vestiduras de la imagen, ennegreciendo y ampollando el retoque, sin dañar las perfecciones escultóricas.

La lluvia arreciaba y el huracán amenazaba a la Ciudad, derribando árboles y los tejados de las casas eran arrancados por la violencia de la tempestad. Pronto se supo la noticia de la desgracia, que en el momento se llenó el templo de fieles. La consternación era general. Se llamó al escultor guatemalteco, Don Cipriano Dardón para restaurar la Imagen. Con ese fin se la llevó en procesión de desagravio de la Iglesia parroquial a la de Santo Domingo, llevando la Imagen y el Niño, con el rostro cubierto, en medio de una manifestación impresionante.

El trabajo lo hizo el escultor en la sacristía de este último templo. La Catedral Basílica El nuevo Templo Catedral Basílica, dedicado a Nuestra Señora de la Paz, fue terminada en 1953, en cuyo altar de mármol de Carrara, de gran belleza escultórica, luce toda su Realeza de Madre de Cristo, rodeada de numerosos vitrales con bellos paisajes bíblicos. En la parte exterior lucen en mármol estatuas del Capitán Don Luis Moscoso, fundador de la Ciudad y la del Capitán General Gerardo Barrios, iniciador de los trabajos de la Catedral.

Con ocasión del Congreso Eucarístico Nacional, en 1942, su Santidad San Pío XII dirigiéndose al Pueblo Salvadoreño, exclamó:

“Que Nuestra Señora de la Paz os coloque a todos bajo el amparo del simbólico ramo que en su Iglesia de San Miguel alza en su mano derecha y cuyo nombre amaríamos ver proyectado sobre el mundo entero”.

El 10 de Octubre de 1966, el Papa Pablo VI a través de la Sagrada Consagración de Ritos, constituyó y declaró de manera perpetua a Nuestra Señora de la Paz, Patrona Principal de la República de El Salvador, con todos los honores y privilegios litúrgicos correspondientes