Aparición de la Virgen en Mexico

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….sin palabras……Este hecho ocurrió el 2 de Enero de 2010

-Llamado URGENTE de la Sma. Virgen a la conversión-

(Aparición en México)

ESTE HECHO FUE EL DIA 2 DE ENERO 2010 EN MAGDALENA SONORA MEXICO., A LAS 4.OO DE LA TARDE APROXIMADAMENTE CUANDO POR TERCERA OCASION SE MANIFESTO LA VIRGEN DE GUADALUPE EN UNA PARED EN UN LOTE EN CONSTRUCCION ., IMAGEN QUE DURA ENTRE UNA Y DOS HORAS , COMO QUE LA VIRGEN NOS DICE AQUI ESTOY AUN PERO ME VOY PRONTO YA NO PUEDO ESTAR MUCHO MAS TIEMPO CON USTEDES, Y NOS SIGUE DICIENDO CON URGENCIA … CONVIERTANSE , CONVIERTANSE. HAGAN MÁS ORACION Y SACRIFICIO… ESTEN PREPARADOS, NO SE CONFIEN PORQUE YO VEO QUE LA MAYORIA NO HACEN LO PROPIO PARA PREPARARSE Y VIVEN COMO SI NADA FUERA A PASAR… LA PRIMERA MANIFESTACION FUE EL DIA 8 DE DICIEMBRE., LA SEGUNDA EL 23 DE DICIEMBRE Y LA TERCERA EL DIA 2 DE ENERO DE ESTE 2010…

LA JOVEN QUE RECIBIO EL MENSAJE DESPUES ACLARA QUE ELLA NO CREIA EN LA VIRGEN, UNICAMENTE EN NUESTRO SENOR JESUCRISTO…

Monseñor Munilla

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Monseñor Munilla a San Sebastián: “Me presento ante vosotros pobre y humilde”

Homilía al tomar posesión de la sede de esa diócesis vasca

SAN SEBASTIÁN, sábado, 9 de enero de 2010 (ZENIT.org).- Publicamos un pasaje de la la homilía que pronunció este sábado monseñor José Ignacio Munilla Aguirre al tomar posesión de la sede de San Sebastián.

* * *
Me presento ante vosotros pobre y humilde, con la inevitable sensación de que las expectativas que muchos de vosotros podáis tener, son muy superiores a lo que quepa esperar de mí… Si me permitís un poco de humor para distender el discurso (y quizás también para rebajar las expectativas), en estos días me ha venido a la mente un relato gracioso y enjundioso al mismo tiempo, que escuché a uno de mis hermanos obispos aquí presentes:
Dicen que había un señor muy débil y enfermo, que solicitó audiencia con el Papa para pedirle que rezase por él. Para su sorpresa, el Santo Padre le contestó concediéndole una cita. Llegado el día, acudió con antelación al Vaticano. En el primer control, le indicaron que tenía que ser muy breve porque el Papa estaba muy ocupado; al llegar a la primera planta, el Secretario le insistió en que el Papa estaría cansado, y que no debía alargarse en la entrevista… Al acercarse a la antesala, un monseñor le hizo saber la ocupadísima agenda del Pontífice esa mañana, insistiéndole en la brevedad… Cuando estaba ya a punto de entrar, un cardenal le miró fijamente, al mismo tiempo que se levantaba ligeramente la manga de su muñeca, y daba unos golpecillos con su dedo al reloj… Finalmente, se abrió la puerta, y al ver el rostro del Papa, nuestro hombre, débil y enfermo, sólo fue capaz de balbucear: «¡PAPA!, ¡PUPA!»
A buen seguro que habéis comprendido la intención de mi pequeña broma… La presión que se genera en ciertos momentos es muy grande. Por ello, quiero pediros a todos vuestra comprensión ante mi pequeñez, al mismo tiempo que vuestra buena voluntad en la acogida de las palabras de este pastor de la Iglesia. El factor mediático tan influyente en nuestros días, contribuye fácilmente a construir castillos en el aire, a ver gigantes donde sólo hay molinos, a engrandecer a quienes lejos de ser supermanes, tan sólo son unos peregrinos más en el camino de la vida; o tal vez, a juzgar como demonios a quienes simplemente comparten nuestra misma condición pecadora.
Por todo ello, permitidme que lo diga una vez más: me presento ante vosotros pobre y humilde, al mismo tiempo que consciente de la misión que he recibido de Cristo y de su Iglesia. Nada busco por mi cuenta y sólo le pido a Dios «acertar», ser instrumento suyo en la construcción de su Reino… Ser «instrumento», no más. Pero tampoco menos.
En un día como hoy y en las circunstancias presentes, he pensado compartir con vosotros el uso de la palabra… Me explico: Con motivo de mi nombramiento, he recibido muchísimos correos electrónicos y cartas. De entre éstas últimas, he elegido una, que me ha llegado especialmente al alma… Dice literalmente:
Estimado José Ignacio:
La paz y el amor de Jesucristo y la alegría de la Virgen María rebosen en tu corazón. Con tu reciente nombramiento como obispo de la Diócesis de San Sebastián, quiero mostrarte mi acogida y cariño junto con esta tu tierra que te vio nacer. Es mi deseo que te encuentres en casa, acogido y amado como Pastor.
Tu nueva labor vaya ungida por el Santo Espíritu. Él te consolará y te dará la fuerza que viene de lo alto para mantenerte fiel a Dios y a la Iglesia. Jesús te dice: «No tengas miedo, Yo estoy contigo». Así pues, no temas, Dios está con nosotros…
Acuérdate cuando pastores la grey del Señor, sobre todo, de los pobres, humildes y enfermos, aquellos que no tienen protector y sé un Padre amoroso para todos ellos. Hay mucha falta de cariño en los corazones, José Ignacio, tú que lo recibes de Nuestro Señor, dáselo a los pobres y a los pequeños; y no te olvides de ninguno… ¡Sé reflejo humilde del Corazón de Jesús, siendo de todos y para todos!
Tú que tanto amas a la juventud, acuérdate de ellos y sé comprensivo con su debilidad, acogiéndolos con misericordia. Ellos necesitan acogida y compasión y un corazón que les comprenda, que les escuche y los acompañe.
Escucha, José Ignacio, escucha el clamor del pueblo sufriente y dolorido y alégrate, al mismo tiempo, con aquellos que se sienten amados infinitamente por Dios.
Los niños y los ancianos sean tu predilección; son débiles y dependientes y necesitan apoyarse. Utiliza tu báculo para ayudarles en sus necesidades.
Sobre todo, José Ignacio, cuenta con la gracia de Dios. La empresa es muy grande para un alma sencilla como la tuya, pero la gracia es aún mayor para llevarla a buen fin. No te faltará la oración de la Iglesia. Te tendré siempre presente en mis humildes oraciones y aquí me tienes cuando me necesites. Aprovecho para desearte una Feliz Navidad. Un entrañable recuerdo a tu amatxo. Ongi etorri zure etxera!
¡Da gusto tener unos fieles que le preparen la homilía al obispo! Recibo estos consejos y los hago míos, e intentaré llevarlos a la práctica en el ministerio pastoral (…).

* * *

Al ver el calor de vuestra acogida, me he acordado del borriquillo que Jesús montaba aquel Domingo de Ramos en su entrada en Jerusalén. ¿Os imagináis qué ridículo hubiese hecho aquel asno si hubiese creído que aquellas aclamaciones y aquellos saludos estaban dirigidos a él, en vez de a quien llevaba sobre sus lomos? Le pido al Señor no ser tan «burro» como para engañarme así.
Me parece que todos, sin excepción, deberíamos aplicarnos la parte que nos corresponde en esta imagen de la entrada de Jesús en Jerusalén. ¡Qué absurdo hubiese sido que quienes salieron a las calles, aquel Domingo de Ramos, batiendo sus palmas y cantando cánticos de alegría, lo hubiesen hecho por el simple motivo de que el borrico les resultase simpático! ¿Y qué decir de los habitantes de Jerusalén, si se hubiesen resistido a recibir a Jesucristo, porque no les gustaba el asnillo sobre el que venía montado?
La moraleja y la conclusión de esta cuasi fábula que os he propuesto, es obvia: ¡El misterio de la Iglesia sólo cabe vivirlo en la fe y desde la fe! ¡Cualquier otra cosa, inevitablemente, nos conduciría a malas interpretaciones y a manipulaciones! Así nos lo recordó D. Juan María Uriarte en la homilía de su despedida: «La comunidad cristiana se mantendrá incólume si por la fe sabe identificar a Jesús presente y activo en medio de ella y tiene el coraje de confiar en Él «a fondo perdido». Él es la fuerza de la Iglesia en todos sus momentos de debilidad, de prueba y de riesgo».
Oremos unos por otros, queridos hermanos. No lo digo como una frase hecha, sino con plena convicción de que es el camino para sanar heridas y para alcanzar la meta que perseguimos, que no es otra que dar gloria a Dios. Os pido que nos tomemos en serio esta llamada que os hago. La oración dirigida a la Virgen María será especialmente eficaz. ¡Bien sabemos de la capacidad que tienen las madres de congregar a sus hijos! Con frecuencia, cuando falta la madre, resulta casi imposible convocar a la familia; sin la madre aquello se convierte en un «desmadre». Pero nosotros… ¡tenemos madre!; y se llama «María». ¡Cada vez que pronunciemos con confianza este santo y bendito nombre -«¡María!»-, nos sentiremos más hermanos!

Mensaje del Padre Melvin

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Del mensaje del Padre Melvin, 10 de enero del 2010

Estoy a la puerta y llamo

“Al ángel de la iglesia de Laodicea escribe:
‘Así habla el Amén, el Testigo fiel y veraz, el Principio de la creación de Dios. Conozco tu conducta: no eres ni frío ni caliente. ¡Ojalá fueras frío o caliente! Ahora bien, puesto que eres tibio, y no frío ni caliente, voy a vomitarte de mi boca. Tú dices: ‘Soy rico; me he enriquecido; nada me falta’. Y no te das cuenta de que eres un desgraciado, digno de compasión, pobre, ciego y desnudo. Te aconsejo que me compres oro acrisolado al fuego para que te enriquezcas, vestidos blancos para que te cubras, y no quede al descubierto la vergüenza de tu desnudez, y un colirio para que te des en los ojos y recobres la vista. Yo a los que amo, los reprendo y corrijo. Sé, pues, ferviente y arrepiéntete.
Mira que estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y me abre la puerta, entraré en su casa y cenaré con él y él conmigo. Al vencedor le concederé sentarse conmigo en mi trono, como yo también vencí y me senté con mi Padre en su trono. El que tenga oídos, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias’.” (Apocalipsis 3, 14-22)

Primer jueves de mes: indulgencia plenaria.

Hasta el 19 de Junio de 2010, cada primer jueves de mes se concede indulgencia plenaria a los fieles que:
1) realmente arrepentidos
2) en una iglesia u oratorio
3) asistan con devoción al sacrificio divino de la misa
4) ofrezcan oraciones a Jesucristo por los sacerdotes
5) y cualquier obra buena realizada ese día, para que los santifique y los modele según su Corazón,
6) Se confiesen sacramentalmente y cumplan la penitencia
7) Recen por la intención del Sumo Pontífice

Cualquier otro día de este año sacerdotal hay indulgencia parcial a todos los fieles cada vez que recen con devoción en honor del Sagrado Corazón de Jesús cinco padrenuestros, avemarías y glorias, u otra oración aprobada específicamente, para que los sacerdotes se conserven en pureza y santidad de vida.

PENITENCIARÍA APOSTÓLICA
INDULGENCIAS CON OCASIÓN DEL AÑO SACERDOTAL
Como se anunció, el Papa Benedicto XVI decidió convocar un Año sacerdotal especial con ocasión del 150 aniversario de la muerte de san Juan María Vianney, cura de Ars, modelo luminoso de pastor, entregado completamente al servicio del pueblo de Dios. Durante este Año sacerdotal, que comenzará el 19 de junio de 2009 y se concluirá el 19 de junio de 2010, se concede el don de indulgencias especiales, de acuerdo con lo que se especifica en el siguiente Decreto de la Penitenciaría apostólica.

DECRETO
Se enriquecen con el don de sagradas indulgencias algunas prácticas de piedad que se realicen durante el Año sacerdotal convocado en honor de san Juan María Vianney.
Ya se acerca el día en que se conmemorará el 150° aniversario de la piadosa muerte de san Juan María Vianney, cura de Ars, que aquí en la tierra fue un admirable modelo de auténtico pastor al servicio de la grey de Cristo.
Dado que su ejemplo ha impulsado a los fieles, y principalmente a los sacerdotes, a imitar sus virtudes, el Sumo Pontífice Benedicto XVI ha establecido que, con esta ocasión, desde el 19 de junio de 2009 hasta el 19 de junio de 2010 se celebre en toda la Iglesia un Año sacerdotal especial, durante el cual los sacerdotes se fortalezcan cada vez más en la fidelidad a Cristo con piadosas meditaciones, prácticas de piedad y otras obras oportunas.
Este tiempo sagrado comenzará con la solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús, Jornada de santificación de los sacerdotes, cuando el Sumo Pontífice celebre las Vísperas ante las sagradas reliquias de san Juan María Vianney, traídas a Roma por el obispo de Belley-Ars. Benedicto XVI concluirá el Año sacerdotal en la plaza de San Pedro, en presencia de sacerdotes procedentes de todo el mundo, que renovarán su fidelidad a Cristo y su vínculo de fraternidad.
Esfuércense los sacerdotes, con oraciones y obras buenas, por obtener de Cristo, sumo y eterno Sacerdote, la gracia de brillar por la fe, la esperanza y la caridad, y otras virtudes, y muestren con su estilo de vida, pero también con su aspecto exterior, que están plenamente entregados al bien espiritual del pueblo, que es lo que la Iglesia siempre ha buscado por encima de cualquier otra cosa.
Para conseguir mejor este fin, ayudará en gran medida el don de las sagradas indulgencias que la Penitenciaría apostólica, con este Decreto, promulgado de acuerdo con la voluntad del Sumo Pontífice, otorga benignamente durante el Año sacerdotal.
A. A los sacerdotes realmente arrepentidos, que cualquier día recen con devoción al menos las Laudes matutinas o las Vísperas ante el Santísimo Sacramento, expuesto a la adoración pública o reservado en el sagrario, y, a ejemplo de san Juan María Vianney, se ofrezcan con espíritu dispuesto y generoso a la celebración de los sacramentos, sobre todo al de la Penitencia, se les imparte misericordiosamente en Dios la indulgencia plenaria, que podrán aplicar también a los presbíteros difuntos como sufragio si, de acuerdo con las normas vigentes, se acercan a la confesión sacramental y al banquete eucarístico, y oran según las intenciones del Sumo Pontífice.
A los sacerdotes se les concede, además, la indulgencia parcial, también aplicable a los presbíteros difuntos, cada vez que recen con devoción oraciones aprobadas, para llevar una vida santa y cumplir santamente las tareas a ellos encomendadas.
B. A todos los fieles realmente arrepentidos que, en una iglesia u oratorio, asistan con devoción al sacrificio divino de la misa y ofrezcan por los sacerdotes de la Iglesia oraciones a Jesucristo, sumo y eterno Sacerdote, y cualquier obra buena realizada ese día, para que los santifique y los modele según su Corazón, se les concede la indulgencia plenaria, a condición de que hayan expiado sus pecados con la penitencia sacramental y hayan elevado oraciones según la intención del Sumo Pontífice: en los días en que se abre y se clausura el Año sacerdotal, en el día del 150° aniversario de la piadosa muerte de san Juan María Vianney, en el primer jueves de mes o en cualquier otro día establecido por los Ordinarios de los lugares para utilidad de los fieles.
Será muy conveniente que, en las iglesias catedrales y parroquiales, sean los mismos sacerdotes encargados del cuidado pastoral quienes dirijan públicamente estas prácticas de piedad, celebren la santa misa y confiesen a los fieles.
También se concederá la indulgencia plenaria a los ancianos, a los enfermos y a todos aquellos que por motivos legítimos no puedan salir de casa, si con el espíritu desprendido de cualquier pecado y con la intención de cumplir, en cuanto les sea posible, las tres acostumbradas condiciones, en su casa o donde se encuentren a causa de su impedimento, en los días antes determinados rezan oraciones por la santificación de los sacerdotes, y ofrecen con confianza a Dios, por medio de María, Reina de los Apóstoles, sus enfermedades y las molestias de su vida.
Por último, se concede la indulgencia parcial a todos los fieles cada vez que recen con devoción en honor del Sagrado Corazón de Jesús cinco padrenuestros, avemarías y glorias, u otra oración aprobada específicamente, para que los sacerdotes se conserven en pureza y santidad de vida.
Este Decreto tiene vigor a lo largo de todo el Año sacerdotal. No obstante cualquier disposición contraria.
Dado en Roma, en la sede de la Penitenciaría apostólica, el 25 de abril, fiesta de San Marcos evangelista, año de la encarnación del Señor 2009.
Cardenal James Francis Stafford
Penitenciario mayor
Gianfranco Girotti, o.f.m.conv.
Obispo titular de Meta, Regente

Además de buscar la propia santidad, la mejor forma de amar y honrar a un difunto es ganar una indulgencia plenaria a su favor: sólo Dios dispone a quien aplicarla pero seguramente a la larga lo hará con quien deseemos.

El sufrimiento del purgatorio es peor a la suma de todos los sufrimientos que se puedan tener en la tierra. Por eso es muy importante hacerse imponer el escapulario por un sacerdote: tenemos la certeza de que saldremos el primer sábado luego de nuestra muerte. Santo Tomás dice que rezar por un alma en el purgatorio es más misericordioso que rezar por un alma en la tierra. En esta vida uno puede ayudarse a sí mismo o pedir ayuda, mientras que en el purgatorio somos como ahogados sin fuerzas.

Cada pecado esconde un castigo. Cuando elegimos pecar, indirectamente elegimos también una deuda a la justicia. Por eso en el Padrenuestro rezábamos “perdónanos nuestras deudas así como nosotros también perdonamos a nuestros deudores”.

Si pasamos un semáforo en colorado, elegimos indirectamente la posibilidad de que nos pongan una multa. Esto es igual, sólo que la multa no es una posibilidad sino una certeza: nada escapa a la Justicia Divina. Las deudas por nuestros pecados las pagamos en vida (al ofrecer nuestros sacrificios) y en el purgatorio.

El purgatorio no es un castigo: es una misericordia de Dios. Si no existiera el purgatorio, casi nadie podría entrar al Cielo donde debemos entrar con un traje impecable como cuenta la parábola del evangelio. El purgatorio es la lavandería gratuita (pagada previamente con toda la Sangre de Cristo) para darnos la chance de poder entrar a quienes muramos sin pecado mortal pero aún tengamos que pagar por las deudas de los pecados veniales.

La doctrina del purgatorio no es una invención teológica: está en la Biblia, tanto en el antiguo testamento como en el nuevo.

La indulgencia plenaria es una potestad del Papa (que según la Biblia, tiene el poder de desatar en la tierra, quedando desatado en el Cielo).

La indulgencia se puede aplicar para sí mismo o para un alma del purgatorio. Si es para sí mismo, quedan saldadas todas las deudas: si morimos sólo tendremos que pagar las deudas desde que ganamos la indulgencia hasta que morimos.

Una indulgencia plenaria tiene el poder de liberar instantáneamente a un alma del purgatorio, sin importar cuánta sea la deuda. Pero Dios decide a quién aplicarla, tratando de respetar la intención de quien ofrece la indulgencia y de buscar el máximo bien para éste y para la Iglesia. Por eso todos debemos obtener indulgencia confiando en que al menos una será aplicada al alma en cuestión.

Con esto no se está diciendo que el Br. Manolo no esté en el Cielo. Simplemente, que existiendo la posibilidad de algún pequeño pecado venial, conviene rezar por su alma. De todas formas, si ya está en el Cielo, él nos agradecerá la intención y dispondrá de gracias para bendecirnos: ninguna indulgencia se pierde y sirven para bendecir a toda la Iglesia. Cada alma que sale del purgatorio reza por nosotros, cara a Dios, en una oración perfecta, sin interferencias.
(Ver puntos del Catecismo 1471/98).

Algunas buenos actos de piedad que son indulgenciantes durante todo el año (elegir uno):
– Rezar el Rosario en compañía, meditando interiormente y anunciando cada uno de los 5 misterios, rezando sin interrupción y en voz alta
– Media hora de lectura y meditación del Evangelio
– Media hora de adoración/oración frente al Santísimo Sacramento o Sagrario
Y a continuación lo más corto (bastan 5 minutos!):
– Via Crucis: basta una breve jaculatoria y meditación sobre los padecimientos de Nuestro Señor en cada estación (aunque lo ideal es leer un texto y rezar un Padrenuestro y Avemaría también).
Requisito: debe ser en Iglesia donde esté erigido según ley (lamentablemente muchas no cumplen este criterio, por ejemplo, las cruces no son de madera, o el templo fue dedicado antes de colocar el Via Crucis y el Via Crucis no fue bendecido específicamente). Lamentablemente, se pierden cientos de miles de indulgencias y Gracias infinitas porque las Iglesias no colocan una placa indicando que el Via Crucis de allí cumple las condiciones para ser indulgenciante, aprovechando para incluir estos puntos de catequesis sobre las indulgencias. También se podría agregar que realizar el Via Crucis a las 15 hs. da las Gracias especiales prometidas por Cristo por ser la Hora de la Misericordia: “Nada le será negado al alma que lo pida por los méritos de Mi Pasión” (Diario de Santa Faustina, 1320, que se puede bajar de http://groups.google.com/group/evangelio/files)
Para ganar la indulgencia plenaria, además del acto de piedad elegido, son necesarias 3 condiciones:
1) Estar en Gracia al momento de realizar la buena obra: no estar en pecado mortal como por ejemplo, haber faltado a la Misa Dominical o Fiestas de guardar, utilizar anticonceptivos (son todos abortivos), no haberse confesado y comulgado durante más de un año, etc.

2) Confesarse de corazón (con verdadero dolor de los pecados, odio al pecado incluso venial, intención de convertirse y de evitar las ocasiones que llevan al pecado) y comulgar, dentro de los 15 días (8 anteriores o 8 posteriores a la buena obra).

3) Rezar por las intenciones del Papa (se sugiere al menos un Padre Nuestro y Ave María).

Para ganar indulgencia plenaria es necesario una comunión por indulgencia mientras que una confesión puede cubrir hasta 15 indulgencias. De esta forma, realizando la buena obra, rezando por el Papa, comulgando diariamente y confesándose cada 2 semanas es posible ganar una indulgencia diaria: en un año contará con 365 almas liberadas del purgatorio que rezarán agradecidas por Ud. ante Dios. No podrá parar de agradecer las bendiciones

El valioso tiempo de los maduros

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Mensaje de Mario de Andrade
(Poeta, novelista, ensayista y musicólogo brasileño)

Conté mis años y descubrí, que tengo menos tiempo para vivir de aquí en adelante, que el que viví hasta ahora…

Me siento como aquel chico que ganó un paquete de golosinas: las primeras las comió con agrado, pero, cuando percibió que quedaban pocas, comenzó a saborearlas profundamente.

Ya no tengo tiempo para reuniones interminables, donde se discuten estatutos, normas, procedimientos y reglamentos internos, sabiendo que no se va a lograr nada.

Ya no tengo tiempo para soportar absurdas personas que, a pesar de su edad cronológica, no han crecido.

Ya no tengo tiempo para lidiar con mediocridades.

No quiero estar en reuniones donde desfilan egos inflados.

No tolero a maniobreros y ventajeros.

Me molestan los envidiosos, que tratan de desacreditar a los más capaces, para apropiarse de sus lugares, talentos y logros.

Detesto, si soy testigo, de los defectos que genera la lucha por un majestuoso cargo.

Las personas no discuten contenidos, apenas los títulos.
Mi tiempo es escaso como para discutir títulos.

Quiero la esencia, mi alma tiene prisa…

Sin muchas golosinas en el paquete…

Quiero vivir al lado de gente humana, muy humana.
Que sepa reír, de sus errores.
Que no se envanezca, con sus triunfos.
Que no se considere electa, antes de hora.
Que no huya, de sus responsabilidades.
Que defienda, la dignidad humana.
Y que desee tan sólo andar del lado de la verdad y la honradez.

Lo esencial es lo que hace que la vida valga la pena.

Quiero rodearme de gente, que sepa tocar el corazón de las personas.
Gente a quien los golpes duros de la vida, le enseñó a crecer con toques suaves en el alma.

Sí. Tengo prisa por vivir con la intensidad que sólo la madurez puede dar.
Pretendo no desperdiciar parte alguna de las golosinas que me quedan.
Estoy seguro que serán más exquisitas que las que hasta ahora he comido.

Mi meta es llegar al final satisfecho y en paz con mis seres queridos y con mi conciencia.
Espero que la tuya sea la misma, porque de cualquier manera llegarás…»