Del mensaje del Padre Melvin, 10 de enero del 2010
Estoy a la puerta y llamo
“Al ángel de la iglesia de Laodicea escribe:
‘Así habla el Amén, el Testigo fiel y veraz, el Principio de la creación de Dios. Conozco tu conducta: no eres ni frío ni caliente. ¡Ojalá fueras frío o caliente! Ahora bien, puesto que eres tibio, y no frío ni caliente, voy a vomitarte de mi boca. Tú dices: ‘Soy rico; me he enriquecido; nada me falta’. Y no te das cuenta de que eres un desgraciado, digno de compasión, pobre, ciego y desnudo. Te aconsejo que me compres oro acrisolado al fuego para que te enriquezcas, vestidos blancos para que te cubras, y no quede al descubierto la vergüenza de tu desnudez, y un colirio para que te des en los ojos y recobres la vista. Yo a los que amo, los reprendo y corrijo. Sé, pues, ferviente y arrepiéntete.
Mira que estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y me abre la puerta, entraré en su casa y cenaré con él y él conmigo. Al vencedor le concederé sentarse conmigo en mi trono, como yo también vencí y me senté con mi Padre en su trono. El que tenga oídos, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias’.” (Apocalipsis 3, 14-22)
Precioso el mensaje del Padre Melvin, esos relatos del Apocalipsis de San Juan, son impresionantes, sobre todo el que se refiere a la tibieza, ese mal en que abunda en la mayoria de los católicos, pues es el que más apena al Señor.Dios nos quiere con una fe fuerte, comprometida y llevada hasta sus últimos términos.