San José

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A San José Dios le encomendó la inmensa responsabilidad y privilegio de ser esposo de la Virgen María y custodio de la Sagrada Familia. Es por eso el santo que más cerca esta de Jesús y de la Stma. Virgen María.

Nuestro Señor fue llamado «hijo de José» (Juan 1:45; 6:42; Lucas 4:22) el carpintero (Mateo 12:55).

No era padre natural de Jesús (quién fue engendrado en el vientre virginal de la Stma. Virgen María por obra del Espíritu Santo y es Hijo de Dios), pero José lo adoptó y Jesús se sometió a el como un buen hijo ante su padre. ¡Cuánto influenció José en el desarrollo humano del niño Jesús! ¡Qué perfecta unión existió en su ejemplar matrimonio con María!

San José es llamado el «Santo del silencio» No conocemos palabras expresadas por él, tan solo conocemos sus obras, sus actos de fe, amor y de protección como padre responsable del bienestar de su amadísima esposa y de su excepcional Hijo. José fue «santo» desde antes de los desposorios. Un «escogido» de Dios. Desde el principio recibió la gracia de discernir los mandatos del Señor.

1 pensamiento sobre “San José

  1. Ofir

    Os comparto esta oración a San José, mi santo de gran devoción.
    «A Vos recurrimos en nuestra tribulación, bienaventurado José y después de haber implorado el auxilio de vuestra santísima esposa, solicitamos también confiadamente vuestro patrocinio, por el afecto que os unió a la Virgen Inmaculada, Madre de Dios, por el amor paternal que profesamos al Niño Jesús, os suplicamos que volváís benigno los ojos a la herencia que Jesucristo conquistó con su sangre, y que nos socorráis con vuestro poder en nuestras necesidades, proteged prudentísimo custodio de la Sagrada Familia, al linaje escogido de Jesucristo , presedvadnos padre amantísimo de todo contagio o error y corrupción,pedimos propicio y asistidnos desde el Cielo ¡Oh poderosísimo protector nuestro! en el combate que al presente libramos con el poder de las tinieblas, y del mismo modo que en otras ocasiones librastéis del peligro de la muerte al Ñiño Jesús, defended ahora a la Santa Iglesia de Dios de las asechanzas del enemigo y de toda adversidad, amparad a cada uno de nosotros, con vuetro perpetuo patrocinio, a fin de que, siguiendo vuestro ejemplo y sostenidos por vuestros auxilios, podamos vivir santamente, morir piadosamente y obtener la felicidad eterna del Cielo Amén.

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