La Natividad de María

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Según las revelaciones privadas de Anna Catalina Emmerich.
«Contemplé la creación del alma santísima de María y su reunión con su purísima cuerpo»..
«Entonces vi esta gloria delante y separada de la faz de Dios.. y mientras tomaba figura humana vi que por voluntad de Dios se formaba indeciblemente bella.
Dios mostró la belleza de esta alma a los ángeles, que se alegraron indeciblemente con su belleza; no soy capaz de describir con palabras todo lo que veía y entendía».

«Sí, hay vida después de la muerte, lo he comprobado» Testimonio

“He estado sumido en un profundo coma durante una semana en el que viajé a otra dimensión del universo; una dimensión que nunca antes pude llegar a soñar que existiese”. Así arranca el neurocirujano de la Universidad de Harvard, Eben Alexander, su relato en primera persona sobre la vida después de la muerte, una experiencia que le ha hecho creer en la vida eterna y que recogerá próximamente en un libro titulado Proof of Heaven: A Neurosurgeon’s Journey into the Afterlife (La prueba del cielo: el viaje de un neurocirujano a la vida después de la muerte).

A pesar de que el libro no saldrá a la luz hasta el próximo martes 23 de octubre, las tesis de Alexander han generado una intensa polémica en Estados Unidos después de que la revista Newsweek publicase varios extractos del texto. El neurocirujano asegura que antes de vivir esta experiencia había estado bastante alejado de la Iglesia y no creía en la vida más allá de la muerte, pero ahora dice contar con la prueba irrefutable de que estaba equivocado. Precisamente, el debate abierto en torno al relato del médico norteamericano se centra en si una experiencia personal puede ser una prueba científica o no. Para el mayor experto mundial en estos temas, el psiquiatra y filósofo Raymond Moody, no hay duda: “El doctor Eben Alexander es la prueba viviente de que existe vida después de la muerte. Es el caso más asombroso sobre experiencias cercanas a la muerte que he escuchado desde hace más de cuatro décadas estudiando estos fenómenos”.

Se reaviva el debate sobre la vida eterna en la comunidad científica

La discusión sobre este tema está adquiriendo un creciente auge en el país norteamericano, sobre todo, después de que la prestigiosa fundación John Templeton donase cinco millones de dólares al profesor de filosofía de la Universidad de Riverside John Martin Fischer para que estudiase en profundidad las experiencias al borde de la muerte. Es lo que se ha dado en llamar el Proyecto Inmortalidad. Muchas investigaciones de diferentes ámbitos han intentando con anterioridad abordar este tema. Uno de los estudios previos más importantes se recoge en el ensayo Experiencias cercanas a la muerte entre la ciencia y prejuicio, en el que sus autores, dos profesores italianos de la Universidad de Padua, señalan que cualquier interpretación reduccionista de este tipo de fenómenos suele encontrarse equivocada, ya que las sucesivas investigaciones han demostrado hechos muy diferentes entre sí.La ortodoxia médica suele explicar estos casos como meras alucinaciones causadas por la anoxia (carencia de oxígeno)

Los ecos de este debate ya han llegado a Europa de la mano del cardiólogo Pim van Lommel, quien se dedica a investigar experiencias cercanas a la muerte (ECM). “Las han vivido miles de personas, pero no todas las explican por temor a ser tachadas de lunáticas o porque creen que las causan la medicación o la enfermedad. No todos experimentan lo mismo, pero sí citan algunas experiencias recurrentes que coinciden en un cruce espacio-temporal”, explicaba el médico en una entrevista concedida recientemente. El cirujano norteamericano sí es de los que cuentan su “visita al cielo” con todo lujo de detalles, “una aventura que comenzó en un lugar espacial, más alto que las nubes. Allí había criaturas muy diferentes a las que hay en la tierra, pájaros y ángeles que, sencillamente, eran formas superiores”.

Alexander compara los fuertes sonidos que emitían estas criaturas con “unos cantos gloriosos, que más tarde entendí como gritos de alegría”. Su viaje se produjo rodeado de millones de mariposas y una mujer, al modo de un ángel de la guarda, que le repitió tres mensajes concretos en un idioma desconocido pero entendible para el neurocirujano en aquellos momentos: “Sois amados y respetados, os querremos para siempre”, “no tienes nada que temer” y “no hay nada por lo que puedas hacer el mal”. Esta mujer también le prometió que le enseñaría muchas cosas de ese nuevo mundo, pero que inevitablemente debía volver a la tierra.

Del esoterismo a la física cuántica

“Sé que esto es tan extraordinario como increíble. Otros médicos me dicen que todo es cosa de mi mente, pero está lejos de ser una alucinación porque fue tan real o más que cualquier otro acontecimiento vital anterior”, asegura Alexander. La ortodoxia médica suele explicar estos casos como meras alucinaciones causadas por la anoxia (carencia de oxígeno). Una tesis que el experto en EDM, Pim van Lommel, pone en entredicho porque “si la causa fuera la anoxia, todos los que vuelven a la vida tras estar cerca de la muerte tendrían ECM porque todos la sufren, pero en cambio, sólo el 18% tiene esas experiencias”.Nuestra muerte sólo es un cambio de conciencia, una transición

Unas experiencias que suelen cambiar por completo la filosofía de vida de sus protagonistas. “Antes de mi experiencia era muy escéptico con las experiencias cercanas a la muerte. Hoy en día sé que son una realidad. Durante toda mi carrera de más de 30 años fui defensor, al igual que la mayoría de mis compañeros, de que el cerebro genera conciencia y de que vivimos en un universo desprovisto de cualquier tipo de emoción. Sin embargo, lo que me ha ocurrido cambió todas mis creencias y teorías, por lo que tengo la intención de pasar el resto de mi vida investigando la verdadera naturaleza de la conciencia”, añade el neurocirujano. Una postura que cada vez adoptan más investigadores médicos.

Van Lommel ha llegado a la conclusión, después de analizar a cientos de pacientes con ECM, de que la conciencia “no es más que un retransmisor para esta dimensión de nuestro ser en varias. Es como una radio que, mientras vivimos aquí, sintoniza con este universo”. Nuestra muerte, añade el investigador sólo es un cambio de conciencia, una transición porque “morimos en una dimensión para pasar a otras”. Una teoría alejada del misticismo que el cardiólogo “no creyente” defiende en términos de física cuántica. El caso del médico Eben Alexander no es un hecho aislado. Cada vez son más los científicos que apoyan las teorías sobre las experiencias cercanas a la muerte basadas en el acceso del ser a otro tipo de dimensiones, además de los testimonios de miles de personas con ECM. El debate no ha hecho más que empezar.

San Pedro de Alcántara

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Penitente
Año 1562

San Pedro de Alcántara: maravilloso penitente: alcánzanos de Dios la
gracia de dominar nuestro cuerpo con las debidas mortificaciones, para
que él no esclavice a nuestra alma con pecados y malas inclinaciones.
Una palabra amable es tan agradable como un buen regalo (S. Biblia 18,17).
Este es un santo que se hizo famoso por sus terribles penitencias.
Nació en 1499 en un pueblo de España llamado Alcántara. Su padre era
gobernador de la región y su madre era de muy buena familia. Ambos se
distinguían por su gran piedad y su excelente comportamiento.
Estando estudiando en la universidad de Salamanca se entusiasmó por la
vida de los franciscanos porque le parecían gente muy desprendida de
lo material y muy dedicada a lo espiritual. Pidió ser admitido como
franciscano y eligió para irse a vivir al convento donde estaban los
religiosos más observantes y estrictos de esa comunidad.
En el noviciado lo pusieron de portero, hortelano, barrendero y
cocinero. Pero en este último oficio sufría frecuentes regaños por ser
bastante distraído.
Llegó a mortificarse tan ásperamente en el comer y el beber que perdió
el sentido del gusto y así todos los alimentos le sabían igual. Dormía
sobre un duro cuero en el puro suelo. Pasaba horas y horas de
rodillas, y si el cansancio le llegaba, apoyaba la cabeza sobre un
clavo en la pared y así dormía unos minutos, arrodillado. Pasaba
noches enteritas sin dormir ni un minuto, rezando y meditando. Por eso
ha sido elegido protector de los celadores y guardias nocturnos. Con
el tiempo fue disminuyendo estas terribles mortificaciones porque vio
que le arruinaban su salud.
Fue nombrado superior de varios conventos y siempre era un modelo para
todos sus súbditos en cuanto al cumplimiento exacto de los reglamentos
de la comunidad. Pero el trabajo en el cual más éxitos obtenía era el
de la predicación. Dios le había dado la gracia de conmover a los
oyentes, y muchas veces bastaba su sola presencia para que muchos
empezaran a dejar su vida llena de vicios y comenzaran una vida
virtuosa. Prefería siempre los auditorios de gente pobre, porque le
parecía que eran los que más voluntad tenían de convertirse. La gente
decía que mientras predicaba parecía estar viendo al invisible y estar
escuchando mensajes del cielo.
Pidió a sus superiores que lo enviaran al convento más solitario que
tuviera la comunidad. Lo mandaron al convento de Lapa, en terrenos
deshabitados, y allá compuso un hermoso libro acerca de la oración,
que fue sumamente estimado por Santa Teresa y San Francisco de Sales,
y ha sido traducido a muchos idiomas.
Deseando San Pedro de Alcántara que los religiosos fueran más
mortificados y se dedicaran por más tiempo a la oración y la
meditación, fundó una nueva rama de franciscanos, llamados de
«estricta observancia» (o «Alcantarinos»). El Sumo Pontífice aprobó
dicha congregación y pronto hubo en muchos sitios, conventos dedicados
a llevar a la santidad a sus religiosos por medio de una vida de gran
penitencia. El santo fue atacado muy fuertemente por esta nueva
fundación, pero a pesar de tantos ataques, su nueva comunidad progresó
notablemente.
En 1560 San Pedro Alcántara se encontró con Santa Teresa, la cual
estaba muy angustiada porque algunas personas le decían que las
visiones que ella tenía eran engaños del demonio. Guiado por su propia
experiencia en materia de visiones, San Pedro entendió perfectamente
el caso de esta santa y le dijo que sus visiones venían de Dios y
habló en favor de ella con otros sacerdotes que la dirigían. Santa
Teresa en su autobiografía cuenta así algunos datos que el gran
penitente le contó a ella. Dice así:
«Me dijo que en los últimos años no había dormido sino unas poquísimas
horas cada noche. Que al principio su mayor mortificación consistía en
vencer el sueño, por lo cual tenía que pasar la noche de rodillas o de
pie. Que en estos 40 años jamás se cubrió la cabeza en los viajes
aunque el sol o la lluvia fueran muy fuertes. Siempre iba descalzo y
su único vestido era un túnica de tela muy ordinaria. Me dijo que
cuando el frío era muy intenso, entonces se quitaba el manto y abría
la puerta y la ventana de su habitación, para que luego al cerrarlas y
ponerse otra vez el manto lograra sentir un poquito más de calor.
Estaba acostumbrado a comer sólo cada tres días y se extrañó de que yo
me maravillase por eso, pues decía, que eso era cuestión de
acostumbrarse uno a no comer. Un compañero suyo me contó que a veces
pasaba una semana sin comer, y esto sucedía cuando le llegaba los
éxtasis y los días de oración más profunda pues entonces sus sentidos
no se daban cuenta de lo que sucedía a su alrededor. Cuando yo lo
conocí ya era muy viejo y su cuerpo estaba tan flaco que parecía más
bien hecho de raíces y de cortezas de árbol, que de carne. Era un
hombre muy amable, pero sólo hablaba cuando le preguntaban algo.
Respondía con pocas palabras, pero valía la pena oírlo, porque lo que
decía hacía mucho bien»… Formidable retrato de un santo hecho por
una santa.
Los últimos años de su vida los dedicó San Pedro de Alcántara en gran
parte a ayudar a Santa Teresa a la fundación de la comunidad de
Hermanas Carmelitas que ella había fundado, y dicen que buena parte de
los éxitos que la santa logró en la extensión de su nueva comunidad se
debió a que este gran penitente se valió de toda su influencia para
ganar amigos en favor de la comunidad de las Carmelitas.
Cuenta Santa Teresa que San Pedro de Alcántara se le apareció a ella
después de muerto y le dijo: «Felices sufrimientos y penitencias en la
tierra, que me consiguieron tan grandes premios en el cielo».
Murió de rodillas diciendo aquellas palabras del Salmo: «¡Que alegría
cuando me dijeron vamos a la casa del Señor!».
Santa Teresa escribió: «Lo he visto varias veces en la gloria y me ha
conseguido enormes favores de Dios».